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Más que “cantos a la bandera”

Más que “cantos a la bandera”

Tal y como estaba programado, el pasado 11 de marzo quienes habitamos el territorio colombiano fuimos convocados para elegir un nuevo poder legislativo. Y como es ya recurrente, a tal llamado respondió menos del 50 por ciento de quienes estaban en capacidad de hacerlo: 17.818.185 ciudadanos, es decir, el 48.82 por ciento del censo electoral.

 

Una participación con algunos datos que es importante resaltar: 1´137.133 votos anulados por mal diligenciados (6.38% del total), 871.444 votos no marcados (4.89%), clara expresión de descontento con el régimen político vigente o con los llamados “padres de la patria”, y 835.445 votos marcados en blanco (4.68% del total), que expresan que no tienen identidad con ninguno de los candidatos en cuestión, y que están por otro tipo de régimen político.

 

La suma de estos tres “detalles” da un total de 2´844.022, es decir, el 15.96 por ciento del censo electoral, un porcentaje superior al obtenido por la mayoría de los participantes en esta cita electoral*

 

De igual manera, como estaba proyectado, los partidos tradicionales, es decir, la derecha de distinto matiz retuvo el control del legislativo. Supieron aprovechar la coyuntura electoral para tensar las fibras clientelares por tantos decenios tejidas, pero también para acercarse a las mayorías sociales, como es costumbre con una interpretación engañosa de los problemas sociales, manipulando las necesidades más sentidas de quienes viven más urgidas de algún favor o de algún ingreso para sobrellevar cada día. Tendremos, por tanto, por cuatro años más, la aprobación de leyes para mantener el modelo de acumulación y desigualdad imperante hasta hoy.

 

Aunque los resultados son contrarios a las necesidades de los marginados y excluidos del país, los diversos matices en que se organiza e identifica la izquierda y sectores progresistas, no solo conservaron la representación en el legislativo sino que la incrementaron. Las fuerzas de izquierda, sumaron 2.627.614 votos (17,56%), lo que les significa 19 senadores. A estos se suman los 5 a que tiene derecho las Farc por derecho propio. Si bien estamos ante un avance es inocultable que la izquierda no se perfila todavía como una corriente política de mayorías.

 

Por tanto, la alegría reinante en muchos sectores de la sociedad y del activismo refleja un triunfo parcial. Un triunfo que de no ser correspondido de manera adecuada ante sus bases por los elegidos, con una labor realmente alternativa fuera y dentro del Congreso, terminaran actuando, pese a su disciplina, constancia, propuestas, etcétera, en contra de los mismos sectores que los eligieron. De ahí que una primera explicación que le deben a sus bases es aquella donde les indiquen por qué su trabajo en el hemiciclo será limitado, sin resultados concretos, pese a sus deseos y proyectos por presentar en los meses venideros.

 

¿Por qué sucedería esto? Porque, más allá de su disciplina y consecuencia, son minoría y, por tanto, todos aquellos proyectos de ley que presenten y no le sirvan al establecimiento serán negados, es decir, simplemente estarán declamando “cantos a la bandera”, al tiempo que legitimando una instancia legal que de manera recurrente actúa de espaldas al país nacional.

 

Ante esto, sería urgente y necesario que la lógica de la política de los movimientos o grupos que lograron poner un representante en los muros del Congreso, trasciendan de los escenarios institucionales y vayan más allá de estos, propiciando espacios y discusiones frente a la democracia realmente existente, denunciando que la participación de la sociedad y las decisiones de la vida en su conjunto –educación, salud, vivienda, economía, naturaleza, etcétera– no pueden quedar talladas solamente en el voto de cada tantos años, sino que debe ser producto de una participación cotidiana y constante.

 

En igual sentido, estos representantes de la gente de a pie deben concretar una labor educativa constante para poder sustentar los sueños que sostienen la pugna por una nueva sociedad, una labor constante, donde las razones de sus actos y de sus luchas contra el poder estén siempre antecediendo y acompañando todos sus procederes. Al actuar así, estarán mostrando que no olvidaron que se deben a la gente, no solo cuando buscaron su voto, sino ahora que ya están ungidos, y que sin el apoyo de esas gentes, no son nada, a pesar de todo lo que los puedan inflar los medios de comunicación oficiosos.

 

Labor educativa y disputa de poder por encarar que también debe llevar a estos congresistas a convocar sesiones legislativas alternativas, sesiones en las cuales extiendan para su debate, ante la sociedad que concurra a su llamado, los proyectos de ley que pretenden tramitar, a la vez que retoman todas las iniciativas que esos mismos sectores les presenten, discutiendo con ellos formas alternas de hacerlos realidad si, como es predecible, no encuentran eco en la cava santanderista.

 

Un proceder de reflexión y debate, así como de organización, al cual debería asistir la mayor cantidad posible de senadores y representantes considerados así mismos como alternativos, como una muestra y evidencia de su conciencia de que su labor durante los próximos cuatro años será formal, cuando más.

 

Proceder alternativo para transformar la sociedad, toda vez que el voto no debe ser un simple acto formal, de elegir y ser elegido, sino el mandato para que una persona un día cualquiera deja de ser un empleador o trabajador por cuenta propia para asumir un nuevo rol: el de político profesional. Nuevo rol con una misión fundamental: llevar la voz de las mayorías allí donde el poder pretende seguir armándose de legalismo y enredos jurídicos para justificar su concentración de poder y la prolongación de privilegios.

 

Una misión, la de hacer que los sin voz la recuperen, que trasciende tal encomienda, debiendo llegar hasta lo organizativo, y más allá de esto, hasta la construcción con todas las manos dispuestas para ello de otra legalidad y de otra estructura estatal. Labor constante, persistente, en la cual a la par que desestructura lo existente se estructura lo que apenas muestra sus primeras formas.

 

No es una labor fácil ni con resultados inmediatos, pero sí impostergable, si de verdad se pretende que las elecciones dejen de ser el rito por medio del cual se legitima el poder realmente existente. Un rito, que como lo pudimos constatar en las que tuvieron como fecha el 11 de marzo, está carente de realismos y de una visión integral del poder.

 

Y así es porque algunos candidatos alternativos ofrecen proyectos como en bazar, sin asidero en la real geopolítica que nos circunda y el contexto económico que vivimos; mientras otros –tal vez todos– concitan a sus votantes sin tomar en cuenta la correlación de fuerzas y, por tanto, lo irreal de sus promesas, lo cual los acerca a la demagogia.

 

Entonces, comprensión y sensatez con la geopolítica, así como con el contexto económico y la correlación de fuerzas, pensando siempre en el país que requerimos para vivir en felicidad, demanda de otro modelo social, el cual va tomando forma en pequeñas, medianas y grandes acciones. La educación dicen que es una labor pequeña –tal vez porque sus frutos no son perceptibles en lo inmediato– pero en realidad su dimensión es inmensa. Desde el legislativo también es posible hacer magisterio, acompañado de organización, para que el voto popular no quede reducido a entonar “cantos a la bandera”.

 


 

* Registraduria Nacional del Estado Civil. Elecciones 2018. Boletín 52-Senado de la República. En registraduria.gov. Link: http://resultados2018.registraduria.gov.co/resultados/99SE/BXXXX/DSE99999.htm

 

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Autor/a: Equipo Desde Abajo
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