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Dotarnos de un sistema integral de educación pública estable

Dotarnos de un sistema integral de educación pública estable

Las Instituciones de Educación Superior (IES) públicas padecen desde hace más de 25 años un constante deterioro, el cual estalla en distintas universidades cada cierto tiempo, aunque ahora la honda del déficit financiero las afectó a todas. Para solventar la crisis que atraviesan las IES públicas, estudiantes y docentes en todo el país exigen un aumento de $4,5 billones para darle un respiro a la educación superior pública.

 

No es nuevo. El profundo déficit financiero que afrontan las 32 universidades estatales en Colombia y que amenaza a varias de ellas con el cierre de sus puertas para el 2019, disparó la alerta roja entre estudiantes, docentes y administrativos universitarios, quienes con insistencia, han convocado al conjunto de la sociedad para defender la educación superior pública. Con calculadora en mano, las/os rectoras/es de estos centros de estudio, organizados en el Sistema Universitario Estatal (SUE), exponen un mínimo de presupuesto que solventaría el déficit histórico acumulado de “[…] 3.2 billones de pesos para funcionamiento y 15 billones de pesos para inversión […]”. Sin embargo, la asignación de recursos para el total del sistema educativo, que implica preescolar, escolar, básica, media y superior, en el 2019, será de 38,78 billones de pesos, dentro de los cuales lo destinado a las universidades es inferior a lo requerido. Estos recursos, por demás, no contemplan el pago de la deuda acumulada que tiene el Estado con las universidades estatales.

 

A este presupuesto ($38,78 billones) serán adicionados 2 billones de pesos en inversión para el sector educación, destinados para cubrir los Planes de Alimentación Escolar PAE ($500 mil millones) –operados por privados.

 

Atendiendo a la “profunda comprensión social” de la Ocde, al reafirmar que: “los jóvenes deben salir bien preparados de la educación básica para que sean ellos, a través de su trabajo, quienes resuelvan su acceso a la educación superior”, serán invertidos $226,1 mil millones en el fortalecimiento de la educación básica y media, $275,3 mil millones en el desarrollo de infraestructura educativa, y $245,3 mil millones para otros programas.

 

Suma de dinero que también será destinada a cubrir el subsidio a la demanda en la educación superior a través de los créditos del Icetex y el nuevo sistema de Financiación Contingente al Ingreso –Fici– ($750 mil millones), que es sencillamente, en el marco del capital, la creación de la nueva clase social de los “jóvenes endeudados”.

 

Además, el presupuesto de inversión referido a Calidad y Fomento de la Educación Superior, suma cercana de 2 billones de pesos, el cual, según información aportada por el Ministerio de Educación Nacional (MEN) a los rectores del SUE se distribuye de la siguiente manera: para el sistema de aseguramiento de la calidad $25,2 mil millones; por estampilla para universidades sólo $90 mil millones; mientras que para la financiación de la demanda, compromisos programa Ser pilo paga (Spp) y Compensación Tasa Icetex más $1,5 billones; la cifra restante, próxima a $390 mil millones para fomento, irá en programa aún no establecido. Dinero que está en clave con la denominada calidad de la educación superior. Al revisar el manejo presupuestario queda claro que el sistema de aseguramiento de la calidad seguirá favoreciendo al monopolio de las universidades acreditadas privadas en detrimento de las universidades estatales.

 

Aunque ya es espinosa la situación, hay más. Otro asunto de suma gravedad, y que ha pasado en silencio en las discusiones sobre el presupuesto para las universidades estatales, es lo contemplado en el Decreto 2236 de 2017, “Por el cual se liquida el Presupuesto General de la Nación para la vigencia fiscal de 2018, se detallan las apropiaciones y se clasifican y definen los gastos”, en su artículo 127 se estableció que el Icetex puede endeudarse por $290 mil millones de pesos para poder garantizar el pago de “[…] matrículas de los estudiantes que accedan a crédito educativo a través del Icetex […] Estos recursos, incluidos los costos asociados, serán devueltos por la Nación durante el año 2019 […]”, significando con ello que son $290 mil millones menos que recibirán las universidades públicas en 2019 y $290 mil millones más que recibieron las universidades privadas en lo corrido del 2018.

 

Finalmente y según cálculos del SUE, dado que el ajuste general contemplado para el Ministerio de Educación Nacional solo se acerca al IPC proyectado para 2018, las cifras concretas para las universidades no logran alcanzarlo: sin los recursos establecidos por la Reforma Tributaria de 2016 (Impuesto a la renta y complementarios y 40 por ciento de medio punto de IVA social), el presupuesto para las universidades públicas pasaría de $3.235,4 a $3.328,5 billones, con un crecimiento de 2,87 por ciento, inferior en 0,43 por ciento al IPC**.

 

 

grafica educa

 

 

Programa Spp y un modelo de (des)financiación que atiende los intereses de las instituciones privadas

 

La discrecionalidad política en la asignación presupuestal de los recursos para funcionamiento e inversión de las universidades públicas depende de partidos, bancadas y empresarios. Qué mejor ejemplo que la introducción del programa Spp, que entre los años 2016-2018 por vía de la desviación de los recursos Cree –destinados a las universidades públicas–, ha acaparado más de $1.57 billones, eso sin contar con los recursos destinados desde el año 2015 a los nuevos créditos educativos del Icetex, denominado “Tú eliges”.

 

Tal y como señala el SUE, “Con respecto al Producto Interno Bruto (PIB), Colombia es uno de los países con menor inversión en educación superior de América Latina (Ocde, 2015-16). Pero, al mismo tiempo, ostenta uno de los mayores costos de matrícula en sus universidades no oficiales. Dicho costo asciende, en promedio, al 55 por ciento del ingreso nacional bruto per cápita, muy por encima de Estados Unidos que llega al 42 por ciento (Ocde, BM, 2012). El valor de las cuatro cohortes del Pspp, para cubrir 40.000 estudiantes, es similar a las transferencias que la nación entrega hoy a las universidades estatales para atender más de 620.000 estudiantes de pregrado, 795 programas de maestría, 205 doctorados y varios colegios en educación básica y media al año (ver recuadro 1 y tabla 1). No hubo, en toda Latinoamérica, un programa tan costoso como el PSPP: las universidades privadas no se dignaron cofinanciar el programa, no redujeron sus costos de matrículas, sino que incluso los incrementaron, no ofrecieron al Estado economías de escala”.

 

Si la educación pública estatal fuera prioridad, no se tendría, por ejemplo, 2 billones de pesos de déficit del programa Spp. Se dice que este programa incrementó la tasa de acceso a la educación superior de los estratos 1 y 2, sin embargo, en 3 años de funcionamiento solo benefició a 40 mil estudiantes; mientras que las instituciones oficiales, entre 2014 y 2017 generaron 99.707 nuevos cupos (2,5 veces más que Spp) sin contar para ello con recursos adicionales (ver tabla 2). La mayor parte de los recursos de Spp fueron concentrados en cinco IES privadas, es decir, han recibido ingresos anuales superiores al total de las transferencias realizados por la nación para quince universidades regionales públicas (ver gráfico 1).

 

“[…] las universidades
estatales le han cumplido con creces a Colombia”, pese a la desfinanciación

 

El SUE destaca la gestión de las universidades públicas a pesar de que su presupuesto sólo ha comprendido el incremento anual del IPC, de acuerdo a lo estipulado en la Ley 30 de 1992: “[…] mientras en 1993 la Nación aportaba $1,72 billones para 159.218 estudiantes de pregrado, en 2016 aportó $2,93 billones para 611.800 estudiantes de este mismo nivel en las universidades públicas. La división del aporte efectuado, y la cantidad de estudiantes por atender, arroja un resultado de $10.825.890 entregados por cada estudiante en 1992, contra escasos $4.785.338 en 2016. Pero, aun así, la cifra es inexacta: no tiene en cuenta a los estudiantes de posgrado y su crecimiento exponencial atrás referido, ni a los estudiantes que en básica y media atienden algunas universidades como la Pedagógica Nacional y la de Nariño.

 

Ante esta realidad surge un interrogante: ¿Cómo ha sido posible el incremento y fortalecimiento académico y de cobertura con una depreciación real de las transferencias efectuadas por la Nación? La respuesta se encuentra en el notorio esfuerzo de las universidades públicas para obtener recursos propios. Estos últimos cubren hoy, en promedio, el 47 por ciento del total de los gastos de las universidades estatales y han llegado a su techo; no pueden crecer más al mismo ritmo”. Las administraciones de las universidades públicas no pueden seguir siendo los ¡buenos! Administradores de la histórica crisis financiera acumulada.

 

Insólito resulta que 82 IES públicas atienden un número similar de estudiantes al de las 207 IES privadas; soportando la carga financiera, administrativa y académica con tan solo el 50 por ciento del presupuesto que aporta el Estado, obligadas, por demás, a buscar en el mercado, por la venta de servicios, el restante 50 por ciento de sus presupuestos y, obligadas a extender su cobertura.

 

Como está visto, el modelo de financiación apunta a favorecer a las grandes universidades privadas y sus elevados costos de matrícula; condena a las clases media y popular a endeudar a sus jóvenes; alimenta el insaciable sistema financiero, en aras de la promesa de ascenso social.

 

Es un sistema de financiación que aumentará la crisis de las universidades públicas, no sin que antes millones de jóvenes compitan entre sí por cupos para estudiar una carrera; presentando pruebas de admisión que no reconocen las diversidades socio-espaciales y económicas, y las brechas en los procesos formativos escolares. ¿Qué pasará si no defendemos la educación pública?

 

** Cifras del SUE presentados en “Carta abierta”.
* Docente, Universidad Pedagógica Nacional

 


 

Recuadro 1

 

Retos para los sectores socialesRetos para los sectores sociales

Grandes son los retos para los sectores sociales organizados; Fecode, el movimiento social que trabaja en pro de la educación y en general los y las defensoras de Derechos Dumanos. Es necesario comprender el momento político e histórico que vivimos, esto demanda superar la fragmentación de las luchas y concitar una gran agenda nacional de movilización con opción de poder, y esto significa tener propuesta viables que pongan limite al capital; avanzar hacia un sistema integral de la educación pública estable desde el preescolar hasta posgrado y, por fin, lograr la financiación plena de la educación pública.

 

Recuadro 2

 

Según el MEN, el 50 por ciento de las universidades estatales cuenta hoy con Acreditación Institucional de Alta Calidad, porcentaje muy superior al 18 por ciento que ostenta el total de las IES que cuentan con este reconocimiento. 448 de sus programas, equivalentes al 53 por ciento de la totalidad acreditable, gozaban de acreditación a diciembre de 2017. Para ese mismo año, más del 50 por ciento de las matrículas de pregrado se presentaba en instituciones oficiales, aunque solo son 81 del total de 288 IES. En otras palabras, más de la mitad de la población estudiantil que cursaba carreras técnicas, tecnológicas o profesionales en 2017, lo hizo en IES estatales que solo corresponden al 28 por ciento del total de IES del país. La gran mayoría de estudiantes pertenecen a los estratos 1 y 2 de la población nacional.Según el MEN, el 50 por ciento de las universidades estatales cuenta hoy con Acreditación Institucional de Alta Calidad, porcentaje muy superior al 18 por ciento que ostenta el total de las IES que cuentan con este reconocimiento. 448 de sus programas, equivalentes al 53 por ciento de la totalidad acreditable, gozaban de acreditación a diciembre de 2017. Para ese mismo año, más del 50 por ciento de las matrículas de pregrado se presentaba en instituciones oficiales, aunque solo son 81 del total de 288 IES. En otras palabras, más de la mitad de la población estudiantil que cursaba carreras técnicas, tecnológicas o profesionales en 2017, lo hizo en IES estatales que solo corresponden al 28 por ciento del total de IES del país. La gran mayoría de estudiantes pertenecen a los estratos 1 y 2 de la población nacional.

 

Recuadro 3

 

Ante esta crisis, ¿por qué no destinar los recursos de la guerra a la educación?Ante esta crisis, ¿por qué no destinar los recursos de la guerra a la educación?

El país atraviesa una coyuntura que prolonga “el péndulo de la guerra y la paz”, que marchita el sueño de acceder a la universidad pública de miles de jóvenes, el déficit y la desfinanciación creciente, arrebata el derecho a la educación pública como posibilidad de transformar indignidades y de creer en heteropías realizables. Para confrontar tal afirmación, solo basta revisar el monto del Presupuesto General de la Nación (PGN) para el año 2019 que asciende a la suma de 258,9 billones de pesos, y a simple vista se orienta a favorecer “el capital y la guerra” y no al Derecho a la Educación Pública Estatal como condición necesaria para la materialización de dignidad y la Paz. Es sencillo, sin educación no hay transformación de injusticias, ni realización plena de otros derechos. 

Al examinar la distribución del PGN para 2019, se identifica la asignación de 33,6 billones de pesos para el sector Defensa; más 170 mil millones de pesos de recursos adicionales de inversión para cubrir el déficit en gastos del Ministerio de Defensa, Policía Nacional y otras entidades; y otros 500 mil millones de pesos más para robustecer la capacidad operativa de las fuerzas militares. 

Adicionalmente, el Congreso Norteamericano aprobó en el mes de junio “ayudar” a Colombia con la suma de 391 millones de dólares para el 2019. Dineros que de seguro no serán para modificar la doctrina militar “amigo-enemigo” de las fuerzas militares, ni mucho menos contribuir a sus condiciones laborales y educativas. ¿Dónde queda la educación? En los medios oficiosos no baja de ser el sector con más recursos del PGN y ser la prioridad del gobierno nacional por encima del sector Defensa-Fuerzas Militares, pero la realidad del país muestra un panorama distinto, la guerra es la condición necesaria para generar plusvalor al capital. ¿Cómo es posible construir un país para la paz, con presupuesto suficiente para la guerra y no para la educación?

 

Información adicional

ANTE LA CRISIS DE LAS IES PÚBLICAS
Autor/a: HELBERTH CHOACHI*
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