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La revolución 4.0 de los sábados que socaba a Francia. Chalecos amarillos*

La revolución 4.0 de los sábados que socaba a Francia. Chalecos amarillos*

Con una tasa récord de abstención, de votos en blanco y nulos, en mayo del 2017, Emmanuel Macron es elegido presidente de Francia. Su legitimidad moral quedó en entredicho pese a que aseguró que sería el presidente de –todos– los franceses. Pero no cumplió su promesa y después de un año y medio de política social, laboral, financiera y tributaria arrasadora para las clases pobres y media, la ira de las franceses explotó. Francia es el país número 2 en el mundo y 1 en Europa donde más impuestos se pagan (48% del PIB).

Así, ante esta realidad, el 17 de noviembre de 2018 nació espontáneamente el movimiento popular de los Chalecos Amarillos (CA) apoyado por el 70 por ciento de la población. Un tipo de rebeldía sui generis que rechaza toda participación abierta de sindicatos y partidos políticos; que ya lleva 4 meses continuos de acción/protesta, y que como respuesta del Estado recibe una violencia sin precedente en el país cuna de los Derechos Humanos.

La violencia es tan feroz que la ONU, el Parlamento y el Consejo europeo, Amnistía internacional, Reporteros sin fronteras, entre otros, condenaron al gobierno francés.

Pese a ello, Macron y sus ministros no se inmutan y cada semana los CA siguen siendo aporreados, heridos, mutilados, arrestados, multados y condenados a prisión.

 

 

 

 

Acto I – La génesis

Todo empezó a mitad de octubre 2018, por un video colocado en las redes sociales por una madre provinciana, que interpelaba al presidente Macron sobre el nuevo aumento tributario al combustible y las dificultades financieras que impiden que miles terminen de manera digna el mes. El video obtuvo más de seis millones de visitas. Unos días después, otra mujer, capitalina, gerente de una tienda de cosméticos, lanzó una petición en el mismo sentido la que recibió 225.000 firmas en unos pocos días. Al sur del país, un joven mecánico propuso la idea de colocar encima del tablero de los carros el chaleco amarillo (obligatorio) como señal de descontento. El video fue visto por más de 5 millones de personas.

Las iniciativas individuales prosiguieron. El 17 de noviembre un joven camionero creó en Facebook un grupo que llamaban a todos los conductores en rebelión a bloquear la circunvalar de París. Más allá de ellos, desde toda Francia más de 200.000 personas respondieron declarándose dispuestas a movilizarse en sus regiones. El clamor del descontento se desparramó por todo el país a velocidad 4.0.

 

 

La rebelión arranca
Y llegó el sábado 17 de noviembre. En todas las ciudades y zonas rurales, entre 300.000 y más de 1 millón de personas1, empleados, desempleados, estudiantes y jubilados, de todas las edades, condición social y tendencias políticas (incluidos los arrepentidos de Macron), se juntaron y bloquearon las glorietas, las gasolineras, levantaron las barreras de los peajes de autopistas, etcétera.

Su expresión fue grandiosa y dejó estupefacto aterrorizado al establecimiento. El día anterior, estos CA que no se conocían, se descubrieron frente a frente en la misma acción, sorprendidos de su propia temeridad dado que muchos de ellos nunca habían protestado en su vida.

El detonador
Lo que colmó el vaso fue una alza en el precio del litro de diésel (23% en los últimos 12 meses) y de la gasolina, que debía supuestamente servir a la transición energética automotriz, incremento decretado poco después de una polémica reducción de la velocidad a 80 km/hora en las vías secundarias. Reducción que para muchos franceses sirve, más que para bajar la mortalidad vial, simplemente para llenar las cajas del Estado gracias a las foto-multas.

Para los CA, la transición energética no se ve por parte alguna, lo cual aumenta su desconfianza en el gobierno. Peor aún, el Estado los presiona para que cambien sus carros por unos eléctricos que cuestan mínimo 25.000 € (más de 80 millones de pesos). ¡Un gasto imposible de cubrir!

Así, con medidas impopulares, el gobierno llenó el vaso del descontento, hasta que estalló un ¡basta ya!, un rechazo claro y categórico en contra de más impuestos. Medidas impositivas de un gobierno que al mismo tiempo suspendió el impuesto sobre las grandes fortunas, al tiempo que continúa multiplicando los regalos fiscales a los más ricos y a las multinacionales.

Desprecio clasista
No solo es la mayor carga en impuesto para unos y su reducción para otros. Desde que Macron llegó al poder no ocultó su carácter de clase, resumido en frasecitas llenas de desprecio contra ciudadanos y trabajadores: “iletradas” (a obreras de un matadero), “vagos, cínicos, galos refractarios, hay gente que no es nada” , “no tienen derecho a quejarse” (a una jubilada pobre), “si quieren trabajo crucen la calle”, (a un desempleado), etcétera. Los franceses se saturaron del profundo desprecio clasista del presidente de los ricos, lo que contribuyó al surgimiento de los CA.

 

 

Acto II – el presidente Macron

Sus 41 años cautivaron a una parte de la sociedad, así como el origen provincial de su familia, de clase media alta. La realidad es que más allá de su origen, es banquero internacional. Ingresó a la disputa política tardíamente, como alto funcionario, sin nunca haber sido electo ni tener contacto con el pueblo. Ministro de Hacienda en el anterior gobierno “socialista”, en 2016 presenta su renuncia, crea su propio movimiento y se lanza tras la presidencia con un gran y opaco apoyo financiero proveniente de la clase ultra-rica francesa y de Medio Oriente.

Una legitimidad en entredicho
Su promesa de cambio, para dejar atrás a una clase política de carrera y envejecida, y al tiempo darle paso a un gobierno joven y de total renovación, le hizo ganar la presidencia en mayo del 2017.

Sin embargo, al igual que sus antecesores, llegó al poder gracias, no a los votos de adhesión, sino a los de “rechazo” a la extrema derecha –que nuevamente había llegado a la segunda vuelta. Prueba de ello, la tasa de abstención (25,4%), votos en blanco y nulos (11,47%), cifras récord que superan incluso las alcanzadas en 1969, cuando la abstención ascendió al 31,1 por ciento

Al mes siguiente, y por idénticas razones, su partido ganó el 43 por ciento de los escaños en las elecciones legislativas.

Un presidente dios de dioses
Macron lo había declarado al principio de su campaña: “Francia necesita un jefe de Estado jupiterino”, pero la sociedad no meditó en el significado de esta afirmación, pero una vez instalados sus diputados en el Congreso, comprobó el significado real de la misma: una política jupiterina, significaba una política privarizadora, agresiva y rígida como si Francia fuera una vieja fábrica que había que transformar en “startup2” en los 5 años de su mandato. La división de poderes se fue al piso, de tal manera que para aprobar las reformas más polémicas (laboral, transporte, etcétera) y aplastar cualquier oposición, prescindió del poder legislativo y recurrió exageradamente al “decreto presidencial”.

 

Acto III – La persistencia del movimiento

Durante las primeras semanas de alzamiento “amarillo”, el gobierno enmudeció. Fue su primer y garrafal error táctico. Un silencio no gratuito, toda vez que, junto con los partidos y la clase política, estaban desconcertados y no entendían el tipo de movimiento que estaban enfrentando. Demasiado acostumbrados a negociar a puerta cerrada con los líderes de los sindicatos y partidos, buscaban desesperadamente a los representantes de los CA, pero estos, justamente, como una expresión de una nueva forma de la política de abajo, se rehusan a estructurarse.

Desorientado por la respuesta de los movilizados, el gobierno de marras no midió que mientras, al juntarse cada día en las glorietas y cada sábado para elevar su voz de protesta, los CA rompían el individualismo que divide a la gente, volvían a conversar, a intercambiar sobre sus vidas, sus realidades, sus problemas. El movimiento liberó la palabra, el pensamiento, la solidaridad y la fraternidad. A menudo con mucho humor. En esa ruptura no cabían los representantes y voceros únicos, con lo cual una posible negociación estaba truncada.

No a la recuperación
En este proceso de resistencia y denuncia de un modelo social que ahora irrespeta derechos humanos básicos, los alzados, unas y otros, descubrieron que todos están hartos de Macron, de las injusticias, de las instituciones, de la clase política de hoy y de ayer con sus estafas, sus tráficos de influencias y corrupción, sus fraudes. De ahí que exijan la renuncia del actual gobierno, negándose a los acercamientos institucionales, cualquiera sea la fuerza política o social que sirva como intermediaria pues, como en otras ocasiones, el proceso de diálogo sirve simplemente como instrumento para que unos recuperen prestigio y los realmente afectados por este sistema vean esfumadas sus reivindicaciones y el esfuerzo de meses de acción.

En Francia, como en el resto del mundo, la militancia sindical y partidista está en caída libre por múltiples razones externas pero también propias a sus estructuras y dinámicas. Asimismo están debilitándose los cuerpos intermedios (hasta las alcaldías) que contribuyen al equilibrio real entre el poder central y el pueblo. Macron quien se acostumbró a despreciarlos, al suprimir los subsidios que les permitían completar sus insuficientes ingresos (es decir, su supervivencia), está ahora enfrentando la consecuencia: ¡la ira directa del pueblo que pide su renuncia!

El boomerang de la avestruz
Pero también, los CA aprovecharon el silencio presidencial para hacer pleno uso del nuevo tiempo compartido y elaboraron su lista de reivindicaciones que ya excede a leguas el precio de los combustibles. Reivindicaciones que no tienen el color ni el tono ni la marca de la extrema derecha o izquierda, como lo difunde las campañas emprendidas por el gobierno en contra de los CA.

Además de la renuncia de Macron, los CA quieren en orden de prioridades: la instauración del referendo de iniciativa ciudadana –RIC– que sea revocatorio, constituyente, legislativo y derogatorio (80% lo apoyan). Seguido por temas como: evasión de impuestos3, justicia fiscal, finanzas públicas, vivienda, empleo, salario y jubilación; salud, transporte, sistema político, educación, medio ambiente. Demandan, como medidas inmediatas: reinstauración del impuesto sobre las grandes fortunas, justicia fiscal y social; revisión de los privilegios de los representantes elegidos y democracia directa.

Para lograrlo, y pese a las bajas temperaturas del invierno, están dispuestos a seguir ocupando las glorietas, bloquear refinerías, así como otros lugares económicamente estratégicos, a la par de hacer sentir su voz en las calles todos los sábados, ya que contrariamente a una huelga en días hábiles, esta rebelión de los sábados, día de descanso, puede perdurar por tiempo indefinido, sin que ello les implique reducción alguna de sueldo.

 

Acto IV – Tentativas fallidas por neutralizar a los CA

 

Suspensión de las alzas a la gasolina
Después del silencio guardado por parte del gobierno durante noviembre, el 5 de diciembre el ministro de la Transición energética aseguró que el presidente renuncia “en el año 2019”, a las alzas tributarias para combustibles. Los CA no le creen4. Tres días después de ello salen a la calle para el Acto III, y persisten en su exigencia de que Macron renuncie.

Miles de millones de euros
El 10 de diciembre Macron finalmente aparece, con un discurso televisado (en el cual no alude con nombre propio a los CA) y promete inyectar 10 mil millones de euros para mejorar el poder adquisitivo de los franceses a partir de enero del 2019. Demagogía: todos los incrementos salariales y reducciones de cargas sociales prometidos por él ya estaban previstos en la ley. ¡Macron solo los adelantó! Sin caer en la trampa, sin cantar victoria por estos “regalos disfrazados”, el sábado 15 de diciembre salen a la calle para el Acto V.

El Gran Debate
Entonces, el 11 de enero de 2019, en víspera del Acto IX, Macron anuncia que publicará pronto una carta pública para abrir un diálogo “sin tabúes” con los franceses, en el marco de un Gran Debate Nacional que arrancaría el 15 de enero e iría hasta el 15 de marzo.

Apenas arrancó el “gran debate”, los CA lo desacreditaron dado que no hay debate sino un cuestionario para llenar cuyos temas no reflejan los de sus reivindicaciones y en el cual las preguntas son “cerradas” y las respuestas impuestas no dan alternativa distinta a la de la política presidencial.

Además, acusan a Macron, que iniciaba una gigantesca gira nacional de promoción frente a alcaldes y ciudadanos cuidadosamente seleccionados (con discursos hasta de 7 horas) de estar haciendo campaña para las elecciones europeas de mayo –antes de la fecha legal y con el presupuesto público– y bajo el amparo del Gran Debate.

Los medios, fieles perros guardianes
Para acallar a los CA y a todos los que denuncian las maniobras políticas de Macron, éste cuenta con el apoyo incondicional de los medios escritos, radiales y televisivos, propiedad de millonarios que cohabitan y se mueven en los mismos círculos de poder que la clase política y financiera. ¡Son uña y mugre!

Es así como las campañas mediáticas de difamación contra los CA hacen eco a las denuncias gubernamentales que los acusan de todo lo posible, así como de lo imposible: extrema derecha, fascistas, antisemitas y antisionistas, homofóbicos, lepra, muchedumbre enfurecida, sediciosos, gente de inteligencia inferior, etcétera. Y al igual que el gobierno, estos monopolios mediáticos guardan un silencio cómplice sobre la feroz represión policial dirigida en contra de los CA.

 

Acto V – La deriva autoritoria

Un sociólogo advirtió que esta represión sin precedente “dejará huellas indelebles en toda una generación”. Más aún: ¡en varias! Dado que afecta de manera indiscriminada a quien esté al alcance del garrote o del tiro, manifestando o no; jóvenes, adultos, hombres, mujeres, ancianos, minusválidos. Muchos de ellos, a pesar de sus años, nunca habían protestado, siempre habían creído en el establecimiento, y producto de la violencia oficial quedaron en estado de shock. Ira y rechazo al ser aporreados y heridos, sin razón, por la cual, la voluntad de protesta y de exigencia de cambio en el Estado y en el Gobierno por parte de los CA se endureció, sin creer en ninguna de las iniciativas conciliadoras de Macron y de su gobierno, responsable de ordenar esta represión inédita. Apoyados por abogados, juristas y médicos, tratan de denunciar esta carnicería semanal. Un colectivo de médicos encabezado por un eminente neurólogo y otro de oftalmólogos denuncian que tras cada Acto les toca atender heridas “de guerra”.

Y la violencia obtiene su propósito: atemoriza y desmoviliza a una parte de los CA, es decir, de sectores cada vez más afectados por el actual sistema económico y social (más del 50 por ciento de la sociedad francesa). Entre tanto, los que continúan alzando su voz y exponiendo su integridad física gritan: “quien siembra violencia, cosecha ira”. Y otros muchos aseguran: “Ya no habrá perdón”.

A la par de ello, y como expresión de un sector social vinculado a esta ola de inconformidad, jóvenes radicales vinculados a procesos minoritarios como Blacks Blocks, antifascistas y anarquistas, enfrentan, al final de cada jornada sabatina, de manera resuelta la violencia oficial. En su convicción está presente que el cambio solo sera producto de la destrucción del actual orden establecido.

Represión policial
Son varios los cuerpos de policía movilizados desde hace varios meses para aplastar a los CA, a quienes les decomisan de manera sistemática sus protecciones: gafas, cascos, máscaras, etcétera. Uno de estos cuerpos policivos sobresale por su crueldad: la BAC –Brigada Anti Criminal–, que no tiene formación en orden público y no tendría que estar presente. Este cuerpo, como los anti-motines, esconden ilegalmente sus números de identificación pero cuentan con un arsenal muy amplio (sin respetar normas de uso) como gas lacrimógeno CM6 –de uso militar– y dos tipos de granadas subletales de defensa, utilizadas como armas de ataque y que provocan graves lesiones en quienes son blanco de las mismas, granadas conocidas como LBD40 y GLI-F4.

La LBD40 lanza una bala de caucho duro de 40 mm de diámetro a una velocidad de 90 m/s. Al golpear la cara (zona prohibida) es como recibir un bloque de concreto de 20 kg arrojado desde 1 metro de altura. La GLI-F4 es una granada con carga de 25 grs. de TNT, cuya explosión proyecta fragmentos metálicos alrededor de 30 metros. Provoca onda explosiva ensordecedora hiriente. Francia, es hoy en día, el único país europeo que se obstina en usar esta granada explosiva, bajo el supuesto de tener que ‘acabar’ con las reservas que posee de la misma.

Deriva legislativa liberticida
A la par de la violencia sin control y en ascenso, el gobierno acude a su poder legislativo para barrer el derecho constitucional a la manifestación espontánea, es así como propuso restringir el derecho a la protesta. Por ahora esta reforma lleva una primera lectura en el legislativo, lo que propició el rechazo y comunicado de 52 organizaciones destacadas de la sociedad civil.

A la par, la rama judicial –magistratura, sindicato de los abogados, etcétera–, elevaron su voz de protesta contra esta ley liberticida. Por iniciativa de Macron, de ahora en adelante, el derecho constitucional de manifestación pública, colectiva y pacífica, pasará del poder judicial al poder político que podrá hasta prohibir una manifestación mientras se está realizando. Esta ley está acompañada por muchas otras medidas sumamente restrictivas, lo que lleva a muchos a calificarla de “Patriot Act” a la francesa. Todo lo sucedido hasta ahora permite predecir que a mitad de marzo, el Senado la adoptará de manera definitiva.

Las condenas internacionales
Entre la violencia extrema contra civiles y esta polémica ley que permitirá acallar cualquier expresión opositora, a Francia le están lloviendo denuncias y condenas de todas partes, hasta desde fuera de sus fronteras.

A finales de febrero, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU condenó a Francia por uso excesivo de la fuerza; a principio de marzo fue Michelle Bachelet, la Alta Comisionada en Ginebra, quien exigió una investigación oficial: “En Francia, los ‘Chalecos amarillos’ han estado protestando por lo que consideran una exclusión de los derechos económicos y a su participación en los asuntos públicos […] instamos a que se investiguen urgentemente y en forma profunda todos los casos denunciados por uso excesivo de la fuerza”.

Poco antes fue el Parlamento Europeo, en donde la mayoría de sus diputados votó una resolución denunciando “el uso excesivo de la fuerza”. El 25 de febrero fue el Consejo Europeo, organización que agrupa a 47 países, quien había llamado a Francia a suspender el uso del LBD40. Y desde el principio del movimiento, los que denunciaron primero “el uso excesivo de la fuerza” fueron Amnistia International, el Defensor del Pueblo, Reporteros sin Fronteras, entre otros.

Sordera y pedantería gubernamental
Ninguna de estas denuncias o condenas inmutaron a Macron y a su gobierno, cuyo Ministro del Interior declaraba descaradamente desde hace 4 meses que “Ningún policía atacó a ningún manifestante”. Ahora dice que los problemas con las LBD40 son “una estupidez” por parte de unos policías.

En cuanto a Macron, rechaza el término “represión” y “violencia policial” y sintió la necesidad de recordar a Bachelet que Francia es un Estado de derecho.

Ofendido, sin duda, mucho más cuando oyó que Bachelet en su discurso sobre violencia en el mundo colocó a Francia entre Haití y Venezuela ¡Sic!

Estamos, por tanto, ante un poder enceguecido, sordo y decidido a cualquier despropósito para conservar sus privilegios. Los CA son conscientes de ello, y cada sábado de los que vendrán continuarán alzando su voz y demandando la renuncia de Macron, así como el cumplimiento del resto de sus exigencias.

 

* Ver informe completo, gráficos y videos en: www.desdeabajo.info
1 Tradicionalmente, en casos de manifestaciones sindicales, la cifra oficial era la mitad de la cifra dada por los sindicatos. Con los CA, bajo a la tercera, cuarta parte de lo que las decenas de videos Live en Facebook muestran de manera evidente. Tan es así que desde enero una estructura de los CA lleva su propria, estricta y detallada contabilidad nacional.
2 Una Startup es una organización humana con gran capacidad de cambio, que desarrolla productos o servicios, de gran innovación, altamente deseados o requeridos por el mercado, donde su diseño y comercialización están orientados completamente al cliente.
3 Estimada para 2018 alrededor de 100 millardos (100.000 millones) de €.
4 ¡Y tenían razón! El precio de los combustibles volvió a subir a partir de febrero del 2019.

 

Video relacionado

https://youtu.be/1z9tt2kvgK4

 

LOS HERIDOS QUE MOLESTAN

https://www.youtube.com/watch?time_continue=1&v=JZTauqHDs3I

 

 

Información adicional

Autor/a: Beatriz Txaleko Horia
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