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Una mirada a la propuesta del POT para Bogotá. La felicidad de unos pocos a costa de la gran mayoría*

Una mirada a la propuesta del POT para Bogotá. La felicidad de unos pocos a costa de la gran mayoría*

Causa sorpresa y algo de indignación después de leer los documentos de propuesta al Plan de Ordenamiento Territorial (POT) para Bogotá, en donde se describe que la felicidad es el futuro que le espera a los bogotanos a partir de la adopción de dicho plan. No hay que ir más allá de las primeras cuarenta páginas para darse cuenta que esta felicidad solo podrá ser disfrutada por unos pocos a costa de la gran mayoría de los ciudadanos, situación más contraria a su política de eco-eficiencia y equidad. Veamos por qué:

Tomando lo pronunciado por la Organización de las Naciones Unidas, ONU, que define a la sostenibilidad así: “el desarrollo sostenible como la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”, se puede entender que esta visión ha emergido como el principio rector para el desarrollo mundial a largo plazo. Propósito que está compuesto por tres pilares y trata de lograr de manera equilibrada: el desarrollo económico, el desarrollo social y la protección del medio ambiente. ¿será que la propuesta al proyecto de Acuerdo al POT si logra este equilibrio?

En la propuesta al POT se identifica en las políticas la eco-eficiencia y equidad a partir de la ocupación y consumo del territorio; destacándose el aprovechamiento de los recursos naturales. Es así, que el plan define el aprovechamiento del espacio público a partir de sus diferentes estructuras propuestas, aumento del transporte público a partir de la culminación de las redes de Transmilenio, en donde se identifica el uso de buses a gas y diésel, el desarrollo de grandes proyectos inmobiliarios que necesariamente implican la habilitación de suelo para la renovación urbana, la construcción de redes de servicios públicos, vías, equipamientos, espacio público, etc. Lo anterior plantea que la eco-eficiencia y la equidad en la ciudad solo tiene como premisa de alcance: la intervención en el territorio a partir de grandes proyectos urbanos que podrían menoscabar el equilibrio con las condiciones ambientales en el suelo, el agua y la calidad del aire.

En este mismo sentido, la política de competitividad identifica la promoción en la calidad de las actividades económicas a partir de la optimización de infraestructuras necesarias para su funcionamiento, situación que implica una atracción de mayor población flotante, sumada a la radicada en la misma, situación lógica para el desarrollo integral de la ciudad, propósito que pone en duda el tal equilibrio enunciado en todo el documento, en donde los principios y políticas son subsidiarias de la política de competitividad.

Frente a lo anterior es necesario referirnos a las condiciones demográficas que permiten sustentar la propuesta estratégica del POT. En años pasados la experiencia de formular planes a partir de datos sobredimensionados como es el caso de los Planes Maestros que no contaron en su formulación de proyectos con los resultados del censo de población Dane 2005. La fuente tenida en cuenta para la estimación de sus proyectos y por ende sus metas fue las proyecciones de población estimadas a partir del Censo de Población Dane 1993, realizadas al interior de la Secretaría Distrital de Planeación, que estimaba un crecimiento de población para el año 2004 de 7.395.600 personas. En otros documentos se estimó en 7.545.2311. Tiempo después, más precisamente en el año 2007 se logró obtener los resultados del Censo de Población Dane 2005, teniendo como resultado el total de la población para Bogotá Censo 2005 Dane: 6.778.6812, logrando identificar que los proyectos estimados en los Planes Maestros fueron sobredimensionados a una población adicional promedio de 691.734 de habitantes. Razón por la cual y en gran medida las metas de ejecución definidas en los Planes Maestros no lograron su esperada ejecución.

Si bien en la actualidad no es posible identificar datos oficiales del total de la población censada en Bogotá en el año 2018 (según datos Dane noviembre de 2018 la ciudad cuenta con 7.150.000 habitantes) y según el documento de “Análisis demográfico y proyecciones poblacionales de Bogotá” que es parte de los documentos que sustentan la formulación al Plan de Ordenamiento Territorial, la población estimada para el 2020 es de 8.380.801)3. De lo anterior se identifica una diferencia de más de un millón de habitantes en la población bogotana actual y que son sustento para la definición de los proyectos urbanísticos para los próximos 15 años en la ciudad.

En este mismo sentido, las cifras estimadas para determinar la base de sustento de proyectos de vivienda como: Lagos de Torca, Ciudad Río y la intervención en la reserva Thomas Van Der Hammen, presentan dudas por la necesidad de este tipo de proyectos en la ciudad, a cambio de mayores espacios destinados a zonas de reserva ambiental o zonas destinadas a protección de zonas pobladas por inminentes inundaciones. Por tanto, es preciso preguntarse: ¿La ciudad va a crecer de acuerdo a las cifras contenidas en la propuesta del POT? De ahí que pueda pensarse que esa sobreestimación estaría enfocada al desarrollo de proyectos inmobiliarios para una población imaginaria que beneficiarían en gran medida a los intereses privados, principalmente el sector de la construcción.

Luego el discurso del actual modelo de ordenamiento evidencia su inclinación, en mayor medida, a favor del desarrollo económico de la ciudad a partir de la explotación de los recursos naturales, en detrimento de la sostenibilidad de la misma, teniendo en cuenta las dificultades evidentes en las cifras que sustentan la propuesta de importantes proyectos inmobiliarios. Igualmente, se exacerban los patrones de consumo y se estima a la ciudad como una mercancía, o en el peor de los casos como un objeto para la satisfacción de necesidades económicas de grupos minoritarios.

La reflexión apunta a indicar que desde el concepto de calidad de vida y equidad socioespacial, el desarrollo económico generado en la ciudad es una condición necesaria para el crecimiento económico, el mismo que nos obliga a pensar en los beneficios –ante el soñado auge– para la población en general.

El proyecto de Acuerdo para la adopción del POT, presenta beneficios incuestionables en términos económicos, concentrado en los sectores de la construcción, la industria, y el sector terciario que son los que ofrecen bienes y servicios, sector financiero, banca, etc. Es decir, quienes tiene a su haber los modos y bienes de producción que finalmente serán quienes logren esa tan “anhelada felicidad”, a diferencia de una gran mayoría de gente que participaría marginalmente de la supuesta prosperidad generada en el plan propuesto, condenándolos a continuar en su papel pasivo de usurarios y/o consumidores.

Por otro lado, se identifica la política de gobernabilidad en donde se describen varias situaciones interesantes, como son:

Reducción en la participación del Estado como hacedor de la ciudad, ya que se evidencia en la propuesta de Acuerdo que en gran medida se entrega el proceso de construcción de la urbe al sector privado –con el apoyo y soporte de la Administración Pública como garante en la realización del plan–, limitando la participación de diferentes sectores de interés (organizaciones comunitarias de vivienda. Organizaciones de vendedores ambulantes en el espacio público) presentes en la ciudadanía en el ordenamiento del territorio.

Por otro lado, al revisar las condiciones de los equipamientos en la propuesta de POT, estos equipamientos en donde se localizan las actividades sociales (colegios, jardines infantiles, bibliotecas, Hospitales, etc.) se equiparán a las actividades comerciales. Esta apuesta es parte de la exacerbación de las actividades económicas en donde se incluyen las actividades sociales como parte de la dinámica del mercado; es decir, se miden por la generación de su capital económico, desestimando la producción de su capital social y cultural. Situación más desafortunada en principio para los servicios sociales ya que la estimación de su localización en este POT, solo la define la oferta y la demanda en términos económicos, perdiendo la esencia como servicio social.

De igual manera las zonas destinadas a la construcción de vivienda social, las cuales presentan riesgos ambientales para su localización en donde se incluyen como mitigables, pero en la realidad estos riesgos por inundación siempre estarán presentes, como es el caso de los bordes de los humedales Jaboque y La Conejera y algunas partes del borde del río Bogotá. De lo anterior, se deduce que en la presente propuesta de acuerdo al POT importan más la acción inmobiliaria y la habilitación de suelo para la construcción de proyectos de vivienda que los riesgos propios de la naturaleza, que son desestimados.

Pero esta acción inmobiliaria rapaz e insaciable no se limita a lo anterior, en la propuesta al POT utiliza las herramientas del ordenamiento para beneficio común –como es el caso de la enajenación voluntaria o expropiación por vía administrativa y judicial– como una herramienta del desarrollo urbano en Bogotá con fines de lucro para unos pocos (situación hoy vigente en el Decreto Distrital 621 de 2016, en los ejes viales de la Avenida NQS y calle 80).

El desarrollo inmobiliario así impuesto y con beneficio particular, a partir acciones de gestión por enajenación voluntaria o expropiación por vía administrativa en zonas de renovación urbana sobre los ejes viales más importantes de Bogotá, es una de las formas más agresivas del desarrollo urbano de las cuales hay noticia, en el cual y para el cual la Administración Pública –el Estado– se pone al servicio de la acción expropiadora de un gestor inmobiliario o de un constructor particular con objetivos netamente de beneficio particular. Es una realidad privatizadora del espacio y por tanto improcedente, por su lejanía de la equidad y felicidad enunciada en los principios de la propuesta de Acuerdo al Plan de Ordenamiento Territorial para Bogotá.

 

* El presente artículo es la segunda parte del publicado en la página: www.desdeabajo.info, titulado: “Bogotá, la ciudad del caos y la ciudad del orden”, sábado 19 de mayo de 2018.
1 Secretaría Distrital de Planeación. Evolución de los principales indicadores sociales de Bogotá (1990- 2003) Página 43. Secretaría Distrital de Planeación. Aglomeración y condiciones de vida en Bogotá. Página 19.
2 www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/demografia-y-poblacion/censo-general-2005-1. Información Tomada en febrero de 2019.
3 http://www.sdp.gov.co/micrositios/pot/proyecto-de-acuerdo

Información adicional

Autor/a: Jesús Antonio Villalobos Rubiano
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