
Comprender las características y dinámicas que resaltan en el espacio público urbano, además del paisaje que recrean estos grandes espacios de vida donde cada vez más nos amontonamos los humanos, y sus reivindicaciones desde los procesos comunitarios, son parte de las preocupaciones de Christy Petropoulou, doctora en Geografía Humana y profesora en tal área de la Universidad de Egeo, Grecia, quien también se interesa por comprender la dinámica de los movimientos sociales en la construcción y transformación de espacios geográficos alternos.
Después del XVII Encuentro Latinoamericano de Geógrafos realizado en Quito, Ecuador, a finales de abril, esta docente e investigadora europea recorre parte de Colombia. Dentro de sus intereses cargaba el de conocer experiencias comunitarias y populares.
Aprovechando esta circunstancia, La Red Colombiana de Estudiantes de Geografía tuvo la oportunidad de conversar en Pasto, Popayán y Bogotá con Christy, quien compartió las experiencias de resistencias de los pueblos de América Latina y las relaciones con los movimientos urbanos en Grecia.
Christy resalta el papel de la disciplina geográfica en el análisis de los movimientos sociales: al ser seres espaciales, todas nuestras relaciones ocurren en un espacio que constantemente modificamos y a su vez nos construye. Es así como, cambiando esas relaciones establecidas con el espacio, tejiendo sociedad en resistencia y rebeldía en territorio, podría cambiar el habitus de las sociedades, entendiendo el mismo como las estructuras establecidas a partir de las cuales entendemos la realidad social y actuamos en nuestro día a día, habitus dominante que impide cambiar el orden por un habitus subversivo, incluyente y nuevo. Sumado a ello, esas experiencias de cambio locales, territoriales, también tienen una incidencia en el escenario global, concepto conocido como “glocal”, enseñándonos, por ejemplo, que los movimientos sociales latinoamericanos han trascendido del escenario local para volverse movimientos que enseñan al pueblo global.
Aprovechando su visita conversamos con ella. Aquí parte de sus opiniones y de la investigación que adelanta.
Red: ¿Por qué es importante analizar los movimientos sociales urbanos desde la Geografía?
Christy: Los movimientos urbanos y regionales sociales son los que cambian la significación del espacio, lo que conlleva, por ejemplo, que un movimiento contra la transformación de una plaza en centro comercial puede incidir para transformar un espacio de pasaje y de itinerarios individuales e indiferentes en un espacio de solidaridad y de creación de lo común. Un espacio donde no se reivindican solo unos derechos si no que se construyen los derechos. Pero también, un movimiento contra una mina de oro puede guardar y revalorizar el espacio con los principios de buen vivir y de reconocimiento de la madre tierra. A veces, cuando este movimiento se hace más amplio y se conecta con movimientos anticapitalistas, anti-patriarcales y ecológicos, puede construir hetero-topias de otros mundos diferentes de los que vivimos y que nos humillan cada día.
El espacio es muy importante dentro de este proceso, por eso la geografía es importante. La territorialidad y el proceso de la creación de topos que se produce por estos movimientos a veces construye una otra tradición oral, que con el tiempo transforma la significación del espacio y produce otros códigos de comunicación en la vida cotidiana, con lo cual, finalmente, puede ser que con el tiempo cambie el habitus.
Red: ¿Los movimientos urbanos griegos vivieron un crecimiento luego de la crisis del 2008? ¿Podría explicarnos cómo fue esto?
Christy: Para ese momento existía una revitalización de viejos movimientos urbanos y regionales, a partir de la vinculación de nuevas generaciones. Pero también había un declive de unos movimientos muy burocratizados o de otros muy cerrados.
Con la crisis y la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) se creó un organismo oficial, el Taiped, que tenía como cargo la liquidación de las propiedades públicas. La desazón que esto produce es total. Además, la disminución de los salarios y el crecimiento de desempleo en muchos sectores produce una frustración que solo por medio de encuentros en los espacios públicos podría sobrellevarse. Entonces aparecieron muchos movimientos por todo el país, algunos regionales, otros muy localizados en espacios reivindicados.
Muchos de estos movimientos, con el nuevo gobierno de coalición de la izquierda progresista con una parte de la derecha nacionalista (Syriza – Anel), ya no existen porque algunos se institucionalizaron por medio de la participación electoral, y otros se dividieron porque unos miembros eligieron la participación con el actual gobierno.
Pero lo aprendido de todo esto es hacer las cosas de manera común y solidaria. Eso no se pierde. Se reproduce por medio de rizomas en otros lados y otras experiencias, como por ejemplo en los espacios de solidaridad con los refugiados llegados al país y distribuidos por muchas partes del mismo. Ya cambió un habitus, el de individualismo por el de solidaridad. Pero esta lucha sigue en la vida cotidiana y como todas sabemos, es muy difícil.
Red: ¿Qué tipo de movimientos sociales urbanos se presentan en Grecia? Y desde su observación, ¿Cuál podría ser la ciudad que proponen o reivindican?
Christy: Existen diferentes movimientos urbanos y regionales. Algunos se formaron alrededor de la reivindicación de una plaza o de una calle, de un espacio abandonado que transforma en parque o la reivindicación del viejo aeropuerto abandonado. Otros se formaron contra los grandes proyectos de minas, de hidroeléctricas y de privatizaciones de parques de espacios arqueológicos, de bosques y de playas. Otros alrededor de otra motivaciones. También existe un importante pero pequeño movimiento de recuperación de empresas endeudadas, y un movimiento importante de nuevas cooperativas de cafés, restaurantes, editoriales, etcétera.
Los últimos años se multiplicaron también las ocupaciones-recuperaciones de edificios abandonados para la instalación de refugiados. Dentro de estos colectivos, también existen ideas ecologistas, anti-patriarcales, antirracistas, antifascistas y anticapitalistas, que no podemos decir que los caracterizan todo, pero existe gran inspiración de estas ideas, particularmente de las zapatistas, con tal inspiración muchos pretenden construir otros mundos.
Estas iniciativas, colectivos y movimientos, no tienen una propuesta para la ciudad pero crean redes de localidades de resistencia y creatividad dentro de la ciudad, potenciando nuevos espacios comunes y recreando un espacio público más inclusivo. Es así que podemos decir que ejercen el derecho a la ciudad, y no solo lo reivindican.
Red: Desde la perspectiva glocal, ¿cuáles son algunos de los aspectos del movimiento social latinoamericano que aportan luces a los movimientos urbanos en Grecia?
Christy: 1) La idea que podemos construir un mundo donde quepan muchos mundos; 2) La idea de tomar la decisiones en las asambleas por consenso, que es difícil de aplicar pero se intenta; 3) El buen vivir y una otra relación con la pacha mama, que pasa por la misma conciencia de la territorialidad y el cuidado de los granos, de las aguas, de los bosques, de las playas, por medio de actos en la vida cotidiana; 4) La fuerte tradición de luchas en América Latina y más la revolución cubana, el movimiento Zapatista, el movimiento Piquetero y la recuperación de las empresas en Argentina, las luchas contra las minas en Perú y Colombia, así como el movimiento contra la privatización del agua en Bolivia. Y ahora viene el movimiento feminista, anti-racista, anti-patriarcal; y 5) La idea de crear nuevos mundos en espacios donde se construyen las autonomías en el nivel territorial, en la vida cotidiana y no esperar solo a que el gobierno escuche las reivindicaciones.
Red: De la experiencia reunida en Colombia, ¿cuál cree que es el principal habitus subversivo de sus movimientos urbanos y sociales?
Christy: Colombia es un país de gran diversidad de paisajes y culturas, que resume toda la experiencia de América Latina en sus diferentes movimientos de autonomías indígenas y afro-descendientes (palenques o quilombos), hasta diferentes tipos de guerrillas (fracasadas algunas porque entraron al juego del poder oficial y al comercio de drogas). Pero también tiene una fuerte historia de lucha por la reforma agraria, siempre pendiente en su concreción.
Dentro de este contexto, el habitus de la clase media alta de tener siempre una mujer indígena o afro-descendiente para los trabajos de la casa, y unos hombres para la finca o la empresa en la ciudad con unos sueldos de hambre que siempre tiene que decir “sí señor”, con miedo, este habitus empieza a cambiar.
Es este habitus del miedo de expresarse, cultural y políticamente, generalizado en toda la sociedad vía el paramilitarismo, el que empieza a cambiar. Y eso pasa en las regiones donde se construyen las autonomías indígenas y afro-descendientes, allí es donde este proceso de cambio es más visible, con las asambleas donde participa toda la comunidad, que se alimentan de rituales, de comida y de baile común.
En las ciudades puede verse, dentro de unas universidades y escuelas alternativas, diversidad de colectivos; fuera de ellas, en las plazas, son evidentes su ocupación por comerciantes ambulantes independientes y artistas.
El arte, la comida y el baile crean espacios de encuentros que forman una ritualidad de habitus subversivo. Crean la poética de los movimientos. Sin ésta no podemos recuperar la vida y afrontar el miedo que se reproduce en esta época de “bio-capitalismo”.
Colombia conoce muy bien este miedo. La situación del shock y de perpetua “excepción” de derechos constituyentes está presente en todos los niveles de la vida. Con los desaparecidos, los asesinados, los feminicidios, los falsos positivos, los exilados, las consignas de terror de tipo “los buenos niños duermen temprano” y, actualmente, con las pláticas de paz que no reconocen la existencia de una guerra civil y tratan todas las formas de violencia de la misma manera, intentando borrar la historia.
Pero las prohibiciones silenciosas de salir de noche se rompen con las fiestas comunes y los mercados nocturnos. Las prohibiciones de expresarse en unas ciudades uniformes y mono-coloridas se rompen con los magníficos grafitis y murales que dicen la historia de esta ciudades y más, la historia de las periferias de auto-construcción popular. En el campo se construyen otros mundos por medio de las autonomías y en las ciudades nacen muchos nuevos colectivos.
Durante mi estancia en Bogotá, los edificios históricos de la Plaza de Bolívar estaban cubiertos de telas negras para protegerlos de los colores de los manifestantes. Alrededor había unos perpetuos trabajos de reconstrucción y re-significación de la ciudad que no terminaban nunca. Esto es un intento de gentrificación como decimos en Geografía Urbana, que quiere sacar la imagen de los pobres de la ciudad solo cambiándola de lugar. Estas telas negras en la Plaza Bolívar eran como un funeral para los asesinados y los desaparecidos.
Estos colores uniformes en Ciudad Bolívar y en San Cristóbal, donde fui, eran como un funeral para los sueños borrados, que existen siempre bajo estos colores y donde algunos jóvenes las hacen revivir.
Finalmente, las paredes y las redes hablan, no se callan, y eso es un logro de los jóvenes “incluir la receta del amor de las generaciones anteriores y sustituir el miedo”.
En conclusión, la multiplicación de las acciones anticapitalistas, de las experiencias de construcción de otros mundos posibles, va rompiendo ese habitus establecido y generando grietas en el capitalismo global; avanzamos en la medida que multiplicamos las acciones y las organizaciones pues aprendemos de esas diversas formas de hacer. Sin embargo, la tarea es ¿cómo cohesionarnos para fortalecernos y resistir a la fracturación y atomización de los movimientos sociales? ¿Cómo resistimos en conjunto para que no fracture el miedo, la represión y la muerte a los líderes y lideresas de nuestro mundo? En otras palabras, ¿cuánto de amor debemos de agregar y qué otros elementos necesitamos para sustituir el ingrediente del miedo?
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