El 28 de julio se celebraron 50 años de los disturbios de Stonewall, hito del movimiento Lgbt; movilizaciones y actos se realizaron por todo el mundo, sin embargo, el mercado y el consumo parecen volverse los principales actores de esta icónica fecha.
Aunque la marcha del orgullo Lgbt se da en honor y memoria a los Disturbios de Stonewall en 1969, y sirve como una oportunidad para denunciar las violencias que vivimos por habitar nuestras sexualidades y corporalidades que se salen de las normas de la heterosexualidad obligatoria y del patriarcado, en los últimos años este evento se ha convertido en una fiesta para promover el modelo de consumo del capitalismo gay que impone esa identidad como privilegio para mujeres y hombres blancos de clase media-alta negando las luchas de las disidencias sexuales y de género que hemos sido empobrecidas y racializadas y que enfrentamos realidades de violencia en medio de esta sociedad machista. Esos discursos de un estado incluyente y diverso; y de unas empresas con productos arcoíris son una farsa, una pantalla de humo encaminada a hacernos un nicho de mercado y no a reconocer realmente ni nuestras sexualidades y corporalidades disidentes, ni mucho menos nuestras luchas ante las violencias.
Stonewall: mito fundacional de una revolución
El 28 de junio de 1969 se llevaron a cabo disturbios en la ciudad de Nueva York por parte de personas trans, travestis, lesbianas machorras, marikas afeminados, prostitutxs, personas racializadas y empobrecidas que se encontraban en un bar llamado Stonewall Inn al que llegó la policía a realizar una redada que representaba una rutina de agresiones a las personas por lo que, según cuenta la leyenda, una lesbiana vestida de hombre respondió a los maltratos de la policía con un golpe, razón por la cual fue detenida e ingresada en la patrulla. Las demás personas se enfrentaron a la policía para sacarla de la patrulla, lo que desencadenó una confrontación física con los policías que terminó con toma de calles y barricadas durante varios días.
Los disturbios de Stonewall representaron una posibilidad de defenderse ante la violencia de una sociedad que castigaba cualquier desviación de las normas heteropatriarcales, asi como hoy, en ese entonces eran rechazades por sus familias lo que ocasionaba situaciones de empobrecimiento, habitabilidad de calle, consumo de drogas y alcohol, prostitución, deserción escolar, pocas posibilidades educativas y laborales, etc. Por lo tanto, esos disturbios catalizaron la rabia acumulada ante las múltiples violencias que vivimos como personas que nos salimos del binarismo de género y la heterosexualidad obligatoria patriarcal.
Es a partir de este hito histórico que se empieza a conmemorar cada año y en muchos lugares del mundo la vida y la memoria de las marikas, de las travestis y de las machorras que hemos resistido ante las distintas violencias que desata el heteropatriarcado capitalista sobre nuestras existencias, y que han tratado de aniquilar nuestro derecho a vivir con dignidad y libertad. Los disturbios de Stonewall empezaron a trazar el camino que como disidencias sexuales y de género debemos seguir recorriendo, uno en el que la confrontación directa contra todos los sistemas de opresión sea el principio de nuestra revolución; sin embargo, no es esa la línea que han tomado las movilizaciones que hasta hoy día siguen realizándose, sino que se han catapultado, soportado y fortalecido los discursos capitalistas y militaristas por permitir el acceso de las empresas, marcas y policías a nuestras manifestaciones, vendiendo nuestra imagen como un producto en el que maquillan sus dispositivos de explotación y violencia con una falsa inclusión de todes nosotres.
Orgullo Lgbt como antimilitarismo, no como consumismo
En Stonewall enfrentó al poder de las armas y al poder de la ley que encarcelaba y castigaba nuestras identidades y sexualidades consideradas anormales. De esta forma se materializan luchas ante la represión y violencia de la heterosexualidad y el patriarcado expresada en las fuerzas armadas del estado y que desde entonces han aflorado en muchos lugares del mundo.
En este 2019 se cumplen 50 años de los disturbios y aunque las condiciones se hayan transformado en este tiempo es necesario reconocer que la persecución policial continua y la violencia heterosexual en espacios familiares, educativos y laborales continua; por ejemplo para las mujeres trans en las calles al ejercer la prostitución o a los marikas cuando se nos requisa con violencia y se nos imparten comparendos por darnos un beso; las familias siguen rechazando a sus hijes Lgbt y siguen existiendo barreras de acceso a espacios de educación y trabajo. Son situaciones que ocurren frecuentemente en Bogotá, pese a que existe una Política Pública para sectores Lgbt desde hace más de 10 años; sin embargo, las realidades en las regiones pueden ser más violentas, además por la presencia de actores armados por los que por ejemplo bajo el control paramilitar hay que obedecer una moral heterosexual impuesta mediante el miedo, la muerte, la desaparición o el desplazamiento; o porque son experiencias de vida consideradas anormales, indecentes, mal vistas, desviadas, incorrectas o enfermas, los cuales son prejuicios que continuamos enfrentando.
De manera que la revuelta que surgió como una lucha antimilitarista y aunque la represión continua, el capitalismo global ha logrado apropiarse de ella durante el mes de junio de cada año en el que las empresas usan los colores del arcoíris para venderse como incluyentes con la intención de ganar más consumidores. Una marcha que debería ser usada por el movimiento social para seguir denunciando y creando alternativas de organización ante las violencias ha sido apropiada como una vitrina y feria empresarial llena de productos. Es lo que se conoce como capitalismo gay que vende una identidad vaciada de toda lucha y resistencia política, pero con capacidad de consumo en un nuevo nicho de mercado para hombres gays blancos y de clase media-alta con dinero para gastar en viajes gays, ropa gay, fiestas gays, etc. Deja de ser una manifestación política para convertirse en una fiesta costosa que oculta las realidades de quienes no habitan ese privilegio de clase.
Patriarcado dentro del movimiento Lgbt
Un fenómeno que es evidente dentro del conglomerado “Lgbt” y que se hace violentamente obvio en la marcha anual es la reproducción de violencia patriarcal que ejercen los hombres gays hacia los cuerpos y las experiencias de vida feminizadas, es decir hacia las maricas, las travestis, las lesbianas, las no binarias y demás. Estas violencias consisten en los esfuerzos que hacen estos hombres para mantener sus privilegios en los pocos espacios que existen para personas no heterosexuales y no binarias. Podemos enunciar varios ejemplos, como el hecho que en las marchas las apuestas de las organizaciones trans o feministas han sido reprimidas por la organización de gays privilegiados; o cuando la mayoría de bares, saunas y discotecas, dirigidos a población “Lgbt” solo sean para hombres gays; gays que a pesar de su orientación sexual o expresión de genero quieren mantener su imagen, comportamiento y privilegios de machos alejándose lo más que se pueda de lo que se considera femenino. Y lo gay se ha transformado en esa aspiración clasista hacia la blanquitud, la buena moral y el buen comportamiento heteronormado en la que se es un gay respetado si se tiene capacidad adquisitiva para consumir en el mercado de lo gay siendo musculoso, masculino y exitoso.
Por lo tanto, las movilizaciones que se vienen realizando para visibilizar y denunciar las violencias que vivimos marikas, lesbianas, personas trans deberían reconocer el patriarcado como origen de las violencias que vivimos y nuestro horizonte de lucha debe ser su destrucción; sin embargo, evidenciamos que el machismo también impera en los sectores Lgbt promoviendo la violencia hacia personas trans o marikas afeminados.
La lucha revolucionaria en las movilizaciones del llamado orgullo
Es necesario cuestionar que la conmemoración anual de los disturbios de Stonewall sea una oportunidad para que las empresas y marcas tanto locales como multinacionales utilicen nuestras disidencias sexuales y de género para volvernos un producto, un nicho de mercado, para convertirnos en consumidores de su basura con la desesperada estrategia de mercadeo pintada de arcoiris. Combatiremos la mercantilización de nuestras luchas cada año, estando presentes en las marchas con acciones directas, porque no permitiremos que el capitalismo devore también el único espacio de manifestación y visibilización que las marikas y travestis a nivel mundial nos hemos ganado. Porque es vital recordar que todo comenzó debido a que nos cansamos de soportar las violencias que el heteropatriarcado ejerce sobre nosotres con sus dispositivos de control como la policía.
Porque no van a esconder nuestras muertes y nuestros dolores detrás de una bandera arcoíris llena de una hipócrita celebración, pero vacía de memoria y compromiso. Y no es que no nos guste celebrar nuestras vidas, solo hemos reconocido que para poder celebrarla tenemos que organizarnos y luchar para que realmente sean dignas, pero sobre todo para que en primer lugar no nos las arrebate el paramilitar en nombre de su dios y de su patria, o el policía defendiendo los intereses del estado, o el machito que nos prometió amor, pero luego nos asesina. Solo podremos celebrar la vida deliciosamente y estar orgullosas de ello cuando dejen de quitárnosla a todas, a las marginadas, a las empobrecidas, a las periféricas, a las putas, a las rechazadas, a las rebeldes, a todas.
Por esto nos parece imprescindible llenar de incomodidad y de rabia las marchas de “orgullo Lgbt”. Porque no queremos que el estado nos reconozca derechos de papel, queremos abolir toda forma de dominación, queremos que el heteropatriarcado nos deje de matar, queremos que el capitalismo nos deje de empobrecer, queremos que el colonialismo nos deje de racializar, queremos bienestar para todos los seres con los que compartimos este planeta y por eso articulamos nuestro feminismo a apuestas anticapitalistas, decoloniales y antiespecistas.
Es por eso que cada año hacemos un llamado a realizar marchas diferentes que se salgan del libreto del capitalismo gay que también se convierte en un desfile hecho para aplaudir al estado por leyes de papel incluyentes que poco mejoran las vidas de las personas Lgbt más empobrecidas y racializadas. Le hemos apostado a promover espacios para recordar y hacer memoria de lucha y resistencia que hay en los disturbios de Stonewall y que son poco conocidos. Las primeras marchas se denominaron marchas por la liberación, luego con discursos más capitalistas se fue imponiendo la idea del orgullo en todo el mundo por lo que hemos denunciado que más que orgullo debemos seguir luchando por nuestra liberación de las violencias heteropatriarcales, salir a las marchas debe ser una oportunidad para encontrarnos, salir del aislamiento y reconocer que somos miles escondides en esta ciudad machista.
Es una crítica que hacen en varios lugares: incluso en Nueva York que este año organizaron una marcha por la liberación queer que salió un poco antes de la marcha del pride oficial o en España que llevan varios años organizando la marcha del orgullo critico no el domingo sino exactamente cada 28 de junio para movilizar realmente las luchas feministas, antirracistas, antiimperialistas, veganas del movimiento transmarikabollo de allá.
Seguiremos marchando pero también luchando el resto de días del año para celebrar que hemos sobrevivido, que seguimos enfrentando las opresiones de un mundo que se empeña en destruirnos, que hay mucho por transformar en nuestras sociedades para que no haya más violencias en los colegios que desemboquen en suicidios como el de Sergio Urrego Reyes, para que las personas empobrecidas no sigan aguantando hambre y tengamos una soberanía alimentaria, para que no maten a personas trans y marikas en las calles, para que tengamos la posibilidad de acceder a las universidades, para que no nos sigan negando el acceso a trabajos bien remunerados o que no nos sigan despidiendo de ellos por no aparentar ser suficientemente heterosexuales. Seguiremos marchando porque hay que continuar luchando contra la violencia heterosexual y patriarcal que vivimos en nuestros cuerpos y nuestros territorios. Nos están matando y nosotres seguimos creando organización popular contra toda opresión, hagámoslo juntes.
https://www.facebook.com/ColectivaSeverasFlores/
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