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La segunda ola de infecciones y la tercera…

La segunda ola de infecciones y la tercera…

El covid-19 es una infección que pudo haberse prevenido. Claro, si los políticos hubieran escuchado a los científicos1; los políticos, los economistas, los financieros y los militares, también. Esos que eufemísticamente se llaman “los tomadores de decisión”.

La crisis del covid-19 no fue ni es la crisis generada por un virus de origen zoonótico, muy posiblemente, a partir de los murciélagos. (El tema del origen del virus aún está por ser esclarecido a plenitud). Por el contrario, fue y es la crisis de un sistema social, político y económico que sólo sabe de crecimiento, desarrollo, consumo y productividad y para nada de salud y de vida. Un hecho es incontestable: en la inmensa mayoría de los países, el primer renglón de inversión pública es en seguridad y defensa. Las políticas sociales –en este caso, específicamente de salud–, se encuentran muy por debajo. El complejo industrial-militar lleva la delantera en los presupuestos de Estados y Gobiernos. Es decir, el negocio de la guerra.

Ahora bien, lo más grave es que la primera ola de contagio no se vio venir, y que la segunda tampoco, ni la tercera… (En Suráfrica ya se habla de la cuarta ola de contagios). La lógica del sistema de libre mercado es la de la reacción, no la de la anticipación. Y ciertamente no la anticipación de posibilidades de salud y de vida. La prospectiva es una herramienta del pensamiento estratégico, pero prioritariamente para temas de mercado, gobierno y asuntos militares. Se trata de anticipar las jugadas de otros, y los escenarios posibles, pero no de las opciones propias y manifiestamente jamás las de la naturaleza. (La prospectiva de nada ha servido frente a la crisis climática en curso; otras herramientas sí han sido de mayor utilidad).

Colombia afronta la segunda ola –el segundo pico– de contagios. Y muchos países del mundo, la tercera. Sin pesimismos, ya los científicos han anunciado que son posibles otras pandemias, por definición más graves que la del covid-19. Los gobernantes y las cajas de resonancia que son los grandes medios de comunicación apenas sí han reparado en esta advertencia. El capitalismo se caracteriza por una estructura mental de corto plazo.

Improvisación y reacción

 

La reacción de los Estados y gobiernos ante la crisis del coronavirus fue de tipo militar: confinamiento, toque de queda, ley seca, aislamiento, y control. Las calles se vaciaron y se llenaron las redes sociales e internet. Nuevas posibilidades emergieron, apasionantes, que son, sin embargo, el tema de un artículo aparte. Lo cierto es que se crearon redes, se fortalecieron las comunicaciones, se incrementaron los aprendizajes, todo desde abajo; literalmente. En pleno siglo XXI los cordones sanitarios inventados durante el siglo XIX prevalecen. No hay aprendizajes de parte de los tomadores de decisiones. La biología le enseña a la cultura que una especie que no aprende se vuelve endémica y termina entrando en peligro de extinción. El neoliberalismo tiene los días contados, y sin embargo, se requieren acciones sociales y movimientos políticos de corte histórico que contribuyan activamente a potenciar el final del sistema de libre mercado.

Los cordones sanitarios son medidas policivas y militares. Como en una guerra. Pues bien, si de guerra se trata, las cifras son claras. El país más golpeado por la crisis del covid-19 son los Estados Unidos. A la fecha, casi un cuarto de la población mundial afectada son estadounidenses, y de los fallecidos una quinta parte suceden asimismo en los E.U. En una palabra: el gran derrotado por la pandemia son los E.U.A. Y en contraste, el gran ganador es China. Esto es cuando la salud y la enfermedad se convierten en factores de la geopolítica y de la biopolítica; sin más ni más.

Y un segundo elemento: la demografía. Si ésta constituye un factor clave en el desarrollo de los mercados energéticos y de consumo, esta fortaleza se transforma en debilidad en condiciones de pandemia, crisis y penurias. Los diez países más golpeados por la crisis son, significativamente, aquellos con mayor población en el mundo. Claro, con la excepción, una vez más, de la potencia asiática. (Algo importante tiene que estar sucediendo allí para que sea la excepción, en muchos aspectos, en el estudio de las crisis).

Los comportamientos, planes, acciones, y políticas en la mayoría de países es la improvisación y la reacción. Y claro, el manejo de la estadística. En casi todos los países en las cifras de fallecidos se incluyen como víctimas de covid-19 a personas que fallecieron por otros motivos. Así, los hospitales y las empresas prestadoras de servicios de salud pueden cobrar un dinero extra a los gobiernos. El caso colombiano es muy conocido. La ética queda como algo menos que como un canto a la bandera. La industria farmacéutica y la industria de la salud sólo se interesan por sí misma, no por la sociedad, el público o los pacientes2.

En cualquier caso, es claro que la primera oleada de la infección no pudo ser anticipada por los tomadores de decisión. Y tampoco la segunda, o la tercera… Tanto menos en el caso de Colombia, que es el onceavo país más contagiado, y el noveno con más víctimas fatales al día de hoy. Vale recordar que el sistema mundial está conformado por 195 países, lo que arroja un muy pobre resultado para el gobierno y el Estado colombianos.

Qué significa la segunda ola, y la tercera

 

Los picos de las pandemias indican diversas cosas: de un lado, la incapacidad de los gobiernos y del sector privado para resolver las necesidades sanitarias y cuidar la vida. Recuérdese que son instituciones, y estas, por definición, sólo saben de sí mismas y sólo se interesan por sí mismas; por nada más.

De igual manera, los picos u oleadas ponen de manifiesto si los gobiernos han aprendido, y los aprendizajes en condiciones de crisis deben ser por naturaleza rápidos; tienen que serlo. Un aprendizaje lento en condiciones de crisis se traduce en sufrimiento, dolor y muerte. Pues bien, la segunda ola tuvo lugar sin haber resuelto efectivamente la primera. Y en muchas ocasiones, la tercera tuvo lugar sin haber resuelto la segunda… Es evidente que el viejo dilema tuvo una solución: “o salud o economía”; la ecuación se resolvió a favor de la economía. Y entonces, claro, precisamente por ello se dispararon los contagios. En el caso colombiano, el gobierno no aprendió nada, y privilegió a sus aliados y soporte antes que a la sociedad.

El gobierno de Duque, en lugar de aprender, invierte enormes sumas de dinero en más materiales de seguridad y defensa: para el Esmad, para el ejército, en materia de inteligencia tecnológica, y demás. Pero Duque es tan sólo la cara más externa de un sistema de gobierno, de una clase social y de un Estado históricamente indolentes.

En verdad, en medio de la pandemia, los asesinatos de líderes, excombatientes, jóvenes e indígenas continuaron y no disminuyeron para nada. Esto se corresponde con la indiferencia del gobierno, su falta de aprendizaje, la corrupción e inequidad. En una palabra, el descuido de la vida y la salud, entregado como está a los violentos y corruptos.

Los datos del Dane así lo resaltan: la pobreza ha aumentado en los diez meses de confinamiento, contagio e inoperancia del gobierno.Los ricos son ahora más ricos, la clase media ha empobrecido, y los pobres se acercan a la línea de miseria. A escala mundial e incluso en el espectro de América Latina, Colombia muestra un pésimo comportamiento. Los contagios y fallecimientos están entre los peores, se mire por donde se mire.

Mientras tanto, las vacunas se acercan. Mientras que en Argentina, Chile, Costa Rica, México, Cuba y Venezuela la vacunación de la población ya ha comenzado, en Colombia todo permanece en suspenso, en el aire, con imprecisiones. Se habla de febrero, pero no hay nada claro. Se supone que este país, ahora parte de la Ocde, integra parte de los gobiernos, economías y sociedades más promisorios. El papel lo aguanta todo.

 

* * *

 

Coda: En Colombia el 100 por ciento de los servicios de salud son privados; son las EPS (Entidades o Empresas, Promotoras de Salud). La seguridad social en acá es totalmente inexistente. En esto consiste la ley 100. El creador y promotor de esta ley y de este sistema de seguridad social tiene nombre propio: Álvaro Uribe Vélez; y su partido, claro.

1 Quammen, D., Spillover: Animal Infections and the Next Human Pandemic, New York, W. W. Norton & Company, 2013.
2 Cfr: https://www.ara.cat/es/internacional/German-Velasquez-vacunas-covid-19-farmaceuticas-salud-publica-entrevista_0_2592340794.html

 

 

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Información adicional

La segunda ola de infecciones y la tercera…
Autor/a: Carlos Eduardo Maldonado
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