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Laura Guerrero, madre de Nicolás: “Él era muy soñador con todo eso…”

Laura Guerrero, madre de Nicolás: “Él era muy soñador con todo eso…”

Perder un hijo o un familiar por exigir un país mejor no debería suceder, sin embargo, en Colombia esta realidad parece la norma. Son cientos de familias que han perdido a sus seres queridos desde el 28A, ya sea por la muerte o la desaparición. Laura Guerrero es una madre víctima del terrorismo de Estado, también es ejemplo de dignidad y fortaleza para toda la sociedad.

 

Su semblante está tranquilo, a pesar del dolor que con seguridad la embarga. Ella está allí, recibida con cariño por unos y otras, y a pesar de la nostalgia, de los recuerdos de madre y amiga, expresa alegría por lo que ve.

En realidad, la juventud la llena de confianza de que vendrán días de cambio, días de esperanza, días de mejor vida, con seguridad los mismos anhelos que inspiraban a su hijo Nicolás para plasmar en paredes antes abandonadas y deterioradas, en compañía de compañeros, grandes murales para alegrar la ciudad, para llenar de color la vista de quienes por allí transitarán.

Cuando la saludamos y le pedimos la entrevista no duda, accede de una, y no demora en responder a nuestra primera pregunta: –“Mi nombre es Laura Guerrero, soy la mamá de Nicolás. Vengo hoy a la biblioteca porque un amigo muy cercano de mi hijo me cuenta que van a pintar lo que era el CAI, que fue quemado y quedó muy dañado. Me dicen que el proyecto es que esto sea una biblioteca…”.

Al expresar esta palabra parece rememorar algo y enfatiza: –“La idea me pareció muy buena, y me llevó a recordar a mi hijo que le gustaba mucho leer y que se hizo a una llave del saber para poder estar yendo a la biblioteca con su niña pequeña y con su hermanito menor. Por eso le entré de una al proyecto, porque vi que era algo bueno y cuando ya llego y me encuentro con esta cantidad de jóvenes maravillosos, con tantas ideas, empieza a formarse una lluvia de ideas y veo que una es más encantadora que le otra; realmente, digamos, que también me metí en el cuento”.

 

Fotografía Felipe Martínez

 

Mientras Laura, como de una la llamamos con confianza, al sentir su espíritu y ver su joven semblante, así como al sentir su afinidad con la juventud, atiende a nuestras preguntas, el espacio gana más concurrencia y una y otra expresión artística encuentra lugar para compartir con toda la gente allí convocada. Hay lugar para la creación y para fraternizar, y todos están felices de que así sea.

Ella nos cuenta que el espacio apenas tiene con ocho días de existencia, y prosigue con la entrevista: –“Todo lo vivido en estos pocos días de construcción de la biblioteca es la muestra de que la gente tiene necesidad de contar con sitios y oportunidades para satisfacer su sed de cultura, que hay una aceptación de la comunidad, que la gente quiere y necesita este espacio para que haya una oferta cultural más cercana”.

Hay alegría en su narración, pero también nostalgia, no es para menos. Aprovechamos los segundos de meditación en lo que nos está compartiendo para dirigir nuestra mirada hacia los músicos que se presentan con alegría ante la multitud de comunidad. Pero solo tras unos segundos más su palabra convoca de nuevo nuestra atención: –“Esto es como un oasis en medio de tanta tensión; aún estamos a la defensiva, en muchos momentos de tranquilidad igual no deja de pasar la policía, no dejamos de sentirnos merodeados, pero hemos podido permanecer y la compañía de tanta comunidad ha sido increíble, han traído muchos libros, han donado dinero y pintura; el dinero se ha invertido en reparaciones y en seguridad, en candados, y en otras muchas cosas.

En este momento nos vemos respaldados por la comunidad, que tenía la biblioteca más cercana realmente lejos: entonces, la gente ha podido acercarse al picnic literario y ha encontrado muchísima oferta cultural”.

 

Fotografía Felipe Martínez

 

¿Cómo era Nicolás?

Del presente para el pasado, el inmediato y el más lejano. A pesar de las fibras que pudiera sensibilizar no podíamos dejar de preguntar por el ser humano, y ante la pregunta, con serenidad, la madre cuenta: –“Era un joven con muchos sueños, sueños de una mejor ciudad y por consecuencia, de un mejor país. Soñaba con traer a su hija al país, soñaba con que existiera, a menor costo, muchísimo material para que los jóvenes pudieran expresarse culturalmente, porque él sentía que dentro de las escuelas y colegios había un vacío en cuanto a lo que muchos jóvenes quieren; entonces, pensaba en talleres, en muchos momentos especiales con los muchachos más pequeños para que pudieran aprender.

Mucho de estas cosas que a él le gustaban, como era el arte de pintar, el grafiti, no se lo patrocinan sino las mamás, y a veces nos vimos en dificultades para poder comprar materiales, por lo costosos, mucho más para él que le gustaba pintar piezas grandes y eso demanda muchos aerosoles.

En medio de sus anhelos él pensaba en todas las personas que tienen capacidades artísticas, para pintar, pero que no pueden explotarlas porque precisamente no tienen los recursos. Era muy soñador con todo eso, tenía esperanzas de que la ciudad y el país podía ser habitado por personas civilizadas que respetaran, porque muchas veces se sintió agredido, irrespetado por parte de la misma fuerza pública que llegaba simplemente a atropellarlos; cuando así sucedía regresaba aburrido a la casa y decía ‘mamá estábamos pintando un lugar bien feo, estábamos tratando de dejarlo bien y no faltó quien llegara a importunar, a impedir’, y muchas veces me dijo que les quitaban materiales; algunos de sus amigos me decían: ‘la policía nos quitó la cámara, la policía nos robó el celular’. Entonces, eso es muy triste, así que él esperaba que no tuvieran ese tipo de situaciones para vivir libres y en paz.

A él y a ellos lo motivaba, los motiva, sus manifestaciones artísticas, querían hacerlo simplemente sin ninguna oposición, no tanto por vandalizar y rayar y dañar, sino porque querían recuperar muchos espacios de la ciudad abandonados, que de hecho ya nadie pintaba, lugares donde la Alcaldía no lo hacía.

Él estaba con un colectivo, tenían muchas ideas, incluso para presentarlas a la Alcaldía. Él, digamos, que murió esperando esa oportunidad porque había que presentarlos como un proyecto y él no sabía hacerlo, entonces en alguna ocasión le dije mándemelo y lo revisamos y me decía: no mamá, yo quiero aprender a hacerlo porque a muchos se los van a pedir y quizás pueda enseñarles a otros cómo hacerlo”.

 

Fotografía Felipe Martínez

 

 

El asesinato

Su relato avanza sin voces de duda o inseguridad, lo que denota confianza en los proyectos de su hijo, en sus gustos artísticos, en su amor por lo que hacía y quería entregar a toda la ciudad. Agarrados por su voz y gestos, de madre, pero también de amiga de quienes estuvieron con su hijo, seguimos atentos a su testimonio:

–“Era una persona completamente independiente, ya vivía aparte, tenía su familia, sus ideas muy claras de lo que quería y quizá por eso el día que suceden los hechos estaba lleno de frustración y también de rabia por el momento que se estaba viviendo alrededor. Ese día ellos habían estado en una velatón por los muertos; él también estuvo llevando ayudas humanitarias para los puntos, lo que respecta a alimentos y a insumos médicos.

Así que en la noche estaba cansado, tomó su última comida y se iba a ir a dormir, pero en algún momento escuchó que había pocas personas aquí para resistir y se vino otra vez hacía este lado; entiendo que la velatón estuvo pacífica hasta que llegó el Esmad a intimidarlos, luego hay gases; dicen que había un sentimiento de mucha rabia, impotencia y frustración por el gas que lo cubría todo –las unidades residenciales están ahí cercanas–, así que él toma la decisión de ir adelante; la verdad no puedo saber en ese último instante las cosas que hayan pasado por su cabeza, pero ellos estaban haciendo resistencia y la policía no tuvo ningún problema en dispararle a mi hijo en su cabeza y pues cayó inconsciente, no tuvieron en ningún momento la más mínima consideración hacía mi hijo y parar, por el contrario, estando en el piso no lo dejaban auxiliar sino que tiraban más gases sobre los muchachos, ellos aguantaron y lo cogieron como pudieron y se lo llevaron para que fuera atendido, pero solo resistió unas horas conectado a aparatos y finalmente no pudo más. Esa fue la situación, bastante triste, que derivó en la muerte de mi hijo ese día después de haber estado en paz.

Tuve la oportunidad de regresar al día siguiente al lugar donde murió y era una escena de guerra, había cualquier cantidad de indicativos de que era una guerra. Revisando los videos grabados de lo sucedido, estoy segura que, si la fuerza pública se hubiera parado a evitar cualquier desmán, simplemente no hubiera pasado de allí porque los muchachos no estaban en son de pelear con nadie, y ese es el común denominador en todos estos lados, no hay afán por impedir, por cerrar la vía, como muchos dicen”.
¿Qué ha pasado con el caso?

–“Nada. Hasta el día de hoy solo vi unas declaraciones mentirosas del Ministro diciendo que el caso estaba siendo investigado y que había unas personas comprometidas, lo cual es falso.

Para reunir pruebas me ha tocado caminar la misma escena, los mismos escenarios, para poder buscar la información, porque en su momento también atrevidamente afirmaron que ese día habían vandalizado el D1, cuando mi hijo cae es en el TCC, y entre ambos puntos hay una distancia bien pronunciada; además, los daños en el D1 fueron muchos días después”.

¿Qué ha sucedido después de la muerte de su hijo?

–“Perder a Nico ha sido muy doloroso y cada día hay algo más que liberar, pero siento que me ha fortalecido muchísimo caminar al lado de los muchachos, verlos, conocerlos, escucharlos, saber el por qué están ahí, porque ellos la tienen clara y saben por qué están allí: sus pretensiones de que todo sea mejor, de no pedir nada regalado, pues es falso que aquí estén pidiendo cosas regaladas, por el contrario, acá estamos regalando arte, cultura y todo esto no ha costado un peso a ninguna institución, todo lo ha donado la comunidad, todos nosotros; el acompañamiento y la solidaridad que se ha encontrado es increíble.

Más allá de que sea mi hijo, su muerte ha sido algo que ha unido también en pensamiento a muchos, ha transformado el pensamiento de otros, porque habían personas que pensaban que el gobierno estaba haciendo lo que tenía que hacer y en el momento en el que ven que es Nicolás, al que conocían como persona, como ser humano, creo que fue un despertar para muchos que pensaron: mire, si están matando a los jóvenes, si están matando a los artistas, si están matando y queriendo callar a todas las voces que se levantan a pedir un mundo mejor es porque estamos muy mal.

Y esa es como parte de las razones que llevan a todos estos jóvenes a protestar. Una realidad en la que es muy triste que se hayan perdido vidas de lado y lado, tanto de la fuerza pública como de nuestros jóvenes, como personas que ahora están desaparecidas, de las jóvenes violadas, todo esto se suma en un indicativo muy grande de que nuestra sociedad no está bien, de que es necesario un cambio. Tenemos que pensar, más allá del dolor de cada uno, más allá de saber que he perdido a Nicolás, pues no soy la única madre que sufre o que llora por la pérdida de un hijo, de un familiar, entonces, si yo lo miro desde ahí también hago parte de ese resurgir de esta sociedad, porque realmente como sociedad estamos muy mal, muy mal, y si esto no cambia en este momento de la historia, realmente no sé cuándo será”.

Al concluir esta idea nos miramos mutuamente y reconocemos en su rostro el dolor pero también la esperanza en que esta sociedad logre el necesario cambio que los marginados, que son mayoría, han exigido desde siempre, deseo y exigencia que ahora mantiene en la calle a miles, cerrando vías o alzando su voz de protesta y de esperanza.

Y como eco de voces y tonos de luz que así lo presagian, llegan a nuestros oídos las palabras de quienes en los talleres de lectura comparten con quienes se han animado a congregarse allí, así como los alegres tonos desprendidos por las gargantas de quienes comparten su saber musical, así como las sombras que se proyectan desde los malabaristas. Las familias allí reunidas, con sus hijos, así como los jóvenes de distintas edades y sexos que llenan el espacio, le brindan a Laura, la madre de Nicolás Guerrero confianza en que así será. A nosotros también.


Las dos muertes

Julián Malatesta. Santiago de Cali, 20 de mayo de 2021

 

La tarde caía vertiginosa,
los estallidos y la pólvora le hurtaban la luz.
Los muchachos con sus escudos de lata y trozos de madera,
se ejercitaban como legionarios antiguos
en las tácticas del repliegue y la ofensiva.

Josué levantó la mano e imploró al sol que se detuviera,
ansiaba ponerle el tatequieto a la noche
que se les venía encima con sus densas manos negras.
A empellones me abrí paso hasta la barricada
y me puse en la primera línea.

Ese es mi muchacho, me dije,
y halé a Josué de la camisa, ordenando:
Nos vamos ya, es hora de irse.

¿Usted quién es? Contestó airado.
Soy tu muerte, la tuya, la propia.
Mi hermana, que trabaja a sueldo con las tropas,
La mercenaria, la traidora, te tiene en la lista.
Es hora de irse…
La vida del muchacho alucinaba con el brillo de los explosivos,
Lo sacudí con fuerza y grité:
¡Hasta que tu vida y yo cerremos el último umbral,
soy tu muerte, carajo!
¡Ese es nuestro pacto!

Pero mi hermana,
la mercenaria, la ajena, la súbita,
del otro lado ultima los detalles,
esos hombres de negro le pagan a destajo.

Estaba yo en estas, encontrando palabras…
Usted me entiende, señora,
cuando un balazo dobló a Josué entre mis brazos
y ya no pude traerlo a casa.

 

 

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Autor/a: Equipo desdeabajo
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