Héctor Abad Gómez dijo que la desnutrición es un eufemismo con el que los expertos denominan el hambre. No debemos olvidar entonces que todos los tipos de desnutrición sea aguda, crónica o global, son consecuencia del hambre soportada. Diferenciar las características y tiempos del hambre sufrida, importa en la medida que las secuelas son distintas, sin embargo, todas tienen en la inequidad y en la pobreza sus causas básicas. Los niños y niñas que mueren por esta causa, no solo son una vergüenza social, sino un imperativo ético por atender y superar urgentemente.
El hambre aguda, la que mata…
La desnutrición aguda que corresponde a la inaceptable situación del máximo déficit de peso para la talla, causada por ausencia de comida, que cuando es grave lleva a la muerte de niños y niñas, es una situación que afecta regiones enteras del país como La Guajira, donde según el Sispro, 71 niños y niñas menores de cinco años murieron por desnutrición y otras deficiencias nutricionales en 2019 y más de 47 en el 20201, a pesar de que desde 2015 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en ejercicio de sus funciones de supervisar el cumplimiento de las obligaciones de derechos humanos establecidas en el artículo 106 de la Carta de la Organización de Estados Americanos, otorgó medidas cautelares a favor de los niños, niñas y adolescentes de las comunidades del Pueblo Wayuu de los municipios de Uribia, Manaure, Riohacha y Maicao2.
Seis años transcurridos desde aquellas medidas cautelares las muertes no cesan, como tampoco son superadas las causas que las propician.
Es así como para el séptimo periodo epidemiológico 2021 Colombia registra 8.643 casos de desnutrición aguda moderada y severa, de los cuales 265 casos fueron reportados en La Guajira, 67,9 por ciento de los cuales provienen de población indígena3. El registro de más de 2.300 casos más en lo que va del 2021, respecto al total de casos del 2020, permite prever que la prevalencia de desnutrición aguda, moderada y severa superará la registrada en el año 2019, reclamando acciones urgentes de contención de esta situación, si se tiene en cuenta el deterioro de la calidad de vida de los hogares potenciada por la pandemia de covid-19.
Los efectos de la pandemia, situación que no da espera…
A nivel mundial el efecto de la crisis potenciada por la pandemia de covid-19 ha generado afectaciones profundas en la situación alimentaria, como interrupciones en las cadenas de suministro de alimentos, disminución en la producción de alimentos, y pérdida de ingresos de las poblaciones más pobres. Se está experimentando, además, una alta inflación en los precios de los alimentos a nivel minorista, debido a esta misma crisis pandémica, con crisis económica, devaluación de la moneda y otras políticas gubernamentales que impactan sobre los excluidos de siempre4. En países de bajos y medianos ingresos como Colombia, el impacto en el aumento de los precios de los alimentos ha sido mayor. En noviembre de 2020 se estimó que para finales de ese año,137 millones de personas más en el mundo podrían enfrentar inseguridad alimentaria moderada, un aumento del 82 por ciento en comparación respecto a la estimación anterior al covid-195.
Según la Encuesta de la Situación Nutricional (Ensin) 2015, el 54.2 por ciento de los hogares presentaban Inseguridad Alimentaria en el Hogar (Insah), siendo el 13.8 hogares con inseguridad alimentaria moderada y 8.5 por ciento severa. Esta prevalencia de Insah fue mayor en la población localizada en las ciudades (64.1%), en los hogares con jefatura femenina (57.6%) y en los hogares con jefe que se auto reconoce como indígena (77%) o afrodescendiente (68.9%)6. Esta situación de inseguridad alimentaria ya evidenciaba brechas profundas en la situación alimentaria y nutricional del país, las cuales ha ampliado la pandemia en curso.
En un estudio realizado en junio, julio y agosto de 2020, se encontró aumento de precios de la mayoría de los productos más consumidos por los hogares de la mayoría de los departamentos de Colombia. Los agricultores manifestaron que fue más difícil vender el producto en el mercado, vendían menos productos o debieron venderlos a un precio más bajo. Los productores en Boyacá, Córdoba y Sucre tuvieron menos ingresos debido a una menor demanda del producto. Entre el 50 y el 80 por ciento de los productores tuvieron que disminuir el precio del producto en el mercado para lograr venderlo7.
Durante el aislamiento social por covid-19, en las primeras semanas de confinamiento las familias colombianas evidenciaron que el 34.8 por ciento de los hogares experimentaron escasez de recursos económicos para la compra de alimentos, el 15.3 y el 13.6 por ciento de estos hogares describieron comer menos y omitir un tiempo de comida, respectivamente8. El 7.9 por ciento de los encuestados reportaron haber sentido hambre debido a la falta de dinero para comprar alimentos y el 5.8 por ciento de estos se fueron al descanso nocturno con hambre.
Otro estudio encontró que en los hogares con niños, niñas y adolescentes el 13.2 por ciento no desayunó, almorzó o cenó y el 51.1 de estos no tenían los recursos para la compra de alimentos. El 5.7 por ciento de los menores de edad se quejaron de tener hambre y el 2.4 se fueron a dormir con esta sensación9.
La inseguridad alimentaria severa y moderada son determinantes de la desnutrición y en particular se asocian a las situaciones más críticas de hambre, dado que las familias no tienen dinero para comprar suficientes alimentos. El Dane reporta en los resultados de la encuesta Pulso Social que los hogares que ingerían tres comidas al día en 2020 eran 7,20 millones, mientras que en agosto del 2021 fueron solo 5,52 millones de hogares. Esto implica que 1,68 millones de nuevos hogares no comieron esa mínima cantidad de raciones diarias como resultado de la pandemia10, por lo que seguramente. Aunque no se vean, continuarán los trapos rojos al interior de los hogares de este país, clamando soluciones y anunciando que la crisis no ha pasado.
Dado que las situaciones extremas de desnutrición aguda son las que llevan a la muerte por desnutrición, es urgente prender las alarmas de lo que está sucediendo en Colombia, en el entendido que el flagelo del hambre no es una situación nueva, pero que claramente se recrudece por efecto de la pandemia por el covid-19, pero también por la persistencia de la evidente desigualdad y exclusión que caracteriza a nuestro país, y esta crónica de muertes anunciadas no ha generado la respuesta oportuna de las entidades responsables, ni la necesaria movilización de la sociedad civil, para evitar una tragedia mayor.
Urgencia manifiesta…
La actual alerta nacional en torno a la situación del hambre en Colombia, que sigue causando en su expresión más extrema muertes de niños y niñas por desnutrición, debe ser asumida sin dilación por las entidades del Estado responsables de enfrentar este flagelo. La pandemia ha desnudado la gravedad de esta problemática, la cual además se ha extendido a regiones donde no se registraban muertes por desnutrición. Los recursos para enfrentar la crisis social potenciada por la pandemia han sido insuficientes y, como en otras ocasiones, una parte importante de ellos ha ido a parar a las arcas de intermediarios y políticos corruptos, mientras a la población más pobre le vulneran de manera sistemática el derecho a la alimentación.
La situación exige soluciones inmediatas, la vida no da espera, tampoco el efectivo cumplimiento de todos los derechos humanos. Urgen soluciones integrales, no asistenciales, acciones estructurales, no puntuales, donde con las poblaciones se construyan reales opciones de desarrollo que incorporen una perspectiva de seguridad alimentaria genuina. Lo sucedido con la pandemia de covid-19 debe dejarnos una lección sobre la importancia con que nuestros gobernantes asuman la garantía del derecho pleno a la alimentación de cada uno de los habitantes del país, como una prioridad. La pandemia ha desnudado, en pleno siglo 21, las profundas debilidades de un modelo de desarrollo inequitativo y depredador del medio ambiente como el que predomina en el país.
1 Reportes Asis. Tomado del Sistema Integrado de Información de la Protección Social (Sispro), datos actualizados al 04/05/2021.
2 Informe de la Procuraduría General de la Nación, La Guajira: Pueblo Wayúu con hambre de dignidad, sed de justicia y otras necesidades insatisfechas, 2016. Disponible: https://www.procuraduria.gov.co/portal/media/file/Informe(1).pdf
3 Ibídem.
4 The World Bank. Food Security and covid-19 [Internet]. 2020 [2021/01/12]. Disponible en: https://www.worldbank.org/en/topic/agriculture/brief/food-security-and-covid-19
5 Ibídem.
6 Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Encuesta Nacional de Situación Nutricional en Colombia (ENSIN). 2015.
7 Ibídem.
8 Álvarez Toro P, Navarro-Racines CE, Ríos DA, Martínez JD, Uclés M, Martínez O, et al. “Monitoreo de los efectos de la COVID-19 en la seguridad alimentaria: Hallazgos preliminares de encuestas de monitoreo sobre las implicaciones de la pandemia de la COVID-19 sobre las actividades productivas, la seguridad alimentaria y el riesgo sanitario de familias agricultoras, en tres países de América Latina”, 2020.
9 Samacá-Murcia L, Morales-Salcedo IS, Pava-Cárdenas A, Lucía Cáceres-Jeréz M, Durán-Agüero S, Bejarano-Roncancio JJ. Caracterización de la seguridad alimentaria en familias colombianas durante el confinamiento por COVID-19 Characterization of food security in Colombian families during confinement by COVID-19 Summary Background: Voluntary confinement, and subsequently co. Rev Esp Nutr Comunitaria [Internet]. 2020;26(4):1-12.
10 https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/encuesta-pulso-social, datos actualizados al 11/05/2021.
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