Por tres: en la elección los necesitados se fragmentan

¿Inminente, sí? …desde el 13 comienza el cambio, anunciaba Gustavo Petro, muy seguro de que el Pacto Histórico alcanzaría una mayoría decisoria en el Congreso. Sin embargo, la coyuntura muestra un país nacional y de los descontentos, aún sin identidad. Todavía, sin el enlace de sus sitios. País con el Paro Nacional desactivado, aun con el consenso inicial que tuvo por un Pliego, suscrito por el activismo organizado (político y social), y que alzó Jornadas a partir del 21-N 2019.

Desde la segunda vuelta 2018, el mapa de la situación muestra “tres países políticos” rivales. Cada uno, con un apoyo social de «pueblo fragmentado» en sus propias vecindades. Además está jugando, un candidato espontáneo o outsider. Hacia una primera vuelta en medio de la expectativa de Petro con César Gaviria, y de palabras de desuribización en la Coalición Gobernante, desde uno de los abajos del país, sorprende Francia Márquez con un acento nuevo, sin libreto.

Ninguno de los resultados en las consultas hace prever un triunfo en primera vuelta. En la situación, vale introducir un antecedente del actual momento. Inquieto por el percance o la derrota el 2018, en la misma noche de la segunda vuelta, Gustavo Petro convocó a Alberto Cienfuegos –su asesor de campaña y contenido– y a Ángel Beccassino –su asesor en el área de mensaje–, a una reunión para analizar el resultado. Al llegar a la mesa de una cena, el candidato estaba con su esposa y otros dos asistentes con acento español. Estos últimos, fueron presentados como asesores suyos. ¿Por qué perdimos? fue la pregunta que le dirigió a Cienfuegos. Sin demora, el asesor dijo: ¡No entendimos a Antioquia ni al Eje Cafetero!

En cuanto al restante territorio, Cienfuegos se mostraba satisfecho con su manejo e hipótesis estratégica que elaboró: Hallar y hacer inmersión y aproximarse a la raíz, geografía, cultura y rastros de un voto mayoritario en el país. Con tal propósito, identificar y hacerle seguimiento a los lugares de delegados del voto y las mesas de la votación liberal –contados antes y con posterioridad a la guerra de los mil días. También, por supuesto, advertir la huella del voto por la UP y el Polo. Se puede inferir que en la actual campaña, aquella respuesta que escuchó Gustavo Petro debe estar produciendo citas, operaciones de política y eventos en Antioquia y los departamentos del Viejo Caldas. En todo caso, como un inconveniente mayúsculo para el dato final de las urnas con el brazo arriba, la candidatura de Petro –en tanto tiene estribo y es símbolo del acumulado de la izquierda y las inclinaciones revolucionarias–, carga sobre la nuca: a) el desprestigio por la deuda ética y moral de los rebeldes en el conflicto armado –por miles de casos de secuestro indiscriminado– que le cae al conjunto de la izquierda que calló o bajó la voz, b) el efecto adverso de la situación en Venezuela, c) la prolongación indebida del Paro Nacional “indefinido”, que ante la opinión no reivindicó ningún logro.

El percance de 2018 no pasó inadvertido para la gente

Con Gustavo Petro en el tarjetón, estrenando discurso, y aun llenando las plazas se perdió. ¿Qué pasó? No faltaron voluntad, creatividad y optimismo. Entonces, cuáles factores existen hoy, poderosamente distintos, que reducen y favorecen en la opinión mayor una vulnerabilidad diferente de su nombre. Cuáles acuñan una correlación más favorable de la fuerza. De la articulación del descontento, y más grosor de un sentimiento de manifestación cívica en cada día. Sólo basta, ¿el descenso en la popularidad de Álvaro Uribe? Con sentido constructivo vale decir, que las cifras de este 13, no pronostican una Primera Vuelta con un 50,01 por ciento de alguien.

Luego, llegaron la elecciones para alcaldes y gobernadores bajo el presupuesto de que con los 8 millones de votos que traía, Gustavo Petro ganaría varias alcaldías y gobernaciones. Los resultados fueron muy distintos. En confrontación con poderes regionales peligrosos, sin orientación definida la gente creó un ‘centro’ que ganó en Buenaventura, Cali, Villavicencio, Bogotá, varios municipios de Boyacá, Medellín, Cartagena, Santa Marta y la gobernación del Magdalena. Casi es seguro, que ese resultado animó la combinación con la manifestación en número mayor del 21 de Noviembre y puso piso a la conformación de un Comité Nacional de Paro que con distancia de representatividad cumplió las necesarias formalidades de convocatoria.

Está por resolver que la realidad del entorno popular, no sólo el de izquierda, revolucionario y radical, conmina al viraje en la semántica y los adjetivos de “polarización”. Ayer, en el país de Gaitán, era fácil diferenciar entre país político y país nacional. Ahora, el país nacional y del descontento está cruzado por los intereses de “tres países políticos”, en la espera y vacío de un actuar de ciudadanía cívica constante que lo construya y reivindique. Sin la existencia de una polarización más allá de los activismos militantes y su círculo de influencia, los “países políticos” que tienen arrastre electoral son: Uno, la admiración a Petro/Pacto Histórico, ligado al acumulado de izquierda y su alcance con algunas disconformidades. Dos, la Coalición Centro-Esperanza, con espacio en la discordancia entre idiosincrasia popular y el enunciado radical. Tres; en proceso de trámite, la Coalición (gobernante) Por Colombia/continuismo en maniobra de desuribización.

Gustavo Petro no tradujo en curules su imagen y atracción

Tres caras cada una con dos cifras, tiene el país a partir del 13 de marzo. Desde hace varios años y batallas, el “país nacional” y del descontento busca el cambio. No inminente, por ahora. Las cifras recientes de la elección del Congreso inquietan. Veamos sólo una: Con Vicepresidencia en el gobierno, el partido Conservador no sufre un tamaño desprestigio. ¿Paradójico o inquietante?, iguala en número de senadores (16) a los que obtuvo el Pacto histórico, y en su caso, al partido Liberal le quedó haciendo falta solo uno (15). En incidencia efectiva de corto plazo (obtener congresistas), los resultados de la Coalición Alianza Verde-Centro Esperanza con 14 escaños, pone casi iguales a Gustavo Petro y Sergio Fajardo. Sin hacerse el de la vista gorda ante las curules que suman Conservadores (16), Centro Democrático (14), Cambio Radical (11), La U (10), el Mira y otros (4), Federico Gutiérrez les gana a los otros dos candidatos «mayores».

Hasta el día 13, contar con ventaja de tiempo y con el antecedente de la campaña 2018 y la admiración inobjetable por Petro en el Pacto Histórico –agrupamiento electoral configurado, y pronto en la etapa de adhesiones–, le otorgaba a este candidato una plena o mayor capacidad de atracción. De visibilidad de su electorado particular, con eje y movido por la memoria y los activismos de izquierda y buena parte de las rebeldías en su “polarización”. Repercusión con un perímetro marcado en 2018 de 8’034.189 votos, y que está por constatar ahora: si avanza cerca o crece en el resultado del próximo 29 de mayo. En cuanto al mismo asunto de la capacidad de atracción de un candidato, cualquier nombre ya ganador de la consulta en las coaliciones Centro Esperanza y Por Colombia… –incompletas, en configuración todavía–, aumentará su peso y atracción en sus respectivos contornos: el de centro, y la afinidad ajustada o proporcional con la actividad gobernante el otro. Esta vez, sin que la abstención con su espera influya, las parcialidades de “tres países políticos” y un outsider están en la disputa de gobierno.

Ya puestos en la línea de largada para la primera vuelta, en los resultados del 13, cada uno de los tres ganadores de las consultas tiene en su cara dos cifras, en algo o mucho contradictorias. Cuál cantidad es más profunda en aceptación social que de soporte al aumento en votos para las próximas dos vueltas: La del resultado específico en la consulta o la del número de curules. En la competencia faltan apenas unos días para definir las fórmulas a la Vicepresidencia. Una operación que requiere «acuerdos gruesos» de adhesión o definición de Oscar Iván Zuluaga (Centro Democrático) hacia la Coalición Por Colombia, de Ingrid Betancourt (Oxígeno Verde) hacia el Centro Esperanza y de Luís Pérez al Pacto Histórico.

El pasado 13 de marzo podría haber tenido unas cifras más claras para darle vivas a una ruptura de cierre a las formas tradicionales de gobierno. Leída la pregunta ¿Por qué se perdió? que a media noche del 17 de junio 2018 Gustavo Petro dirigió a su asesor Alberto Cienfuegos, uno se pregunta ¿por qué horas antes, no la hizo dirigiéndose a la gente, al país que escuchaba? Por qué no aprovechó el discurso en que anunció a Iván Duque “oposición desde el primer día”. Repetida fórmula de los profesionales en la política.

Otra sería la situación si con un sentido de construcción de Nación más allá de la retórica, con convencimiento del arraigo de un «liderazgo necesario», colectivo que sume la voluntad plural de cientos de territorios inconformes, hubiera inquirido con tono de mayúsculas, más allá de la Providencia: ¿Por qué hoy 17 de junio, todos quienes votaron por mí, hemos perdido? ¿Por qué perdimos quienes creemos en un país mejor, que la niñez necesita? ¿Por qué nos derrotaron, a quienes decimos que este régimen tiene largas décadas de recorte a la democracia y de deuda social y de justicia? Eso en su boca y oportunidad, generaría otra calidad alternativa. Eso: contaría de inmediato con cada uno de los 8’034.189 de ciudadanos que dieron un paso en la ilusión por Colombia. No dijo, le pido a todos que me respondan. Me voy a dedicar a oír, a leer el mensaje que cada uno me haga llegar: por qué nos derrotaron y de ese modo evitar que suceda otra vez.

Para adquirir suscripción

https://libreria.desdeabajo.info/index.php?route=product/product&product_id=179&search=suscri

Información adicional

Autor/a: Omar Roberto Rodríguez
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente:

Leave a Reply

Your email address will not be published.