Recientemente fue conocido el subregistro de muertes producto del covid-19, cuyas cifras reales elevaría hasta en cinco veces el impacto mortal de la pandemia. De nuevo resalta que el capitalismo es un sistema de muerte, contrario a la vida. Es necesario aprender de lo sucedido, en beneficio de la naturaleza toda, nuestra especie dentro de ella.
Han transcurrido más de dos años desde la irrupción de la pandemia del covid-19, para algunos es algo sucedido hace tiempo, para otras personas algo que aún marca sus vidas. Igual sucede con distintos gobiernos. Valoraciones, unas y otras que debieran dar cuenta de lo ocurrido, de su significado, pero no es así, no existe una ponderación sensata acerca del significado de la pandemia, a pesar de los más de cuatro millones de artículos escritos sobre ella, como en otros acontecimientos de impacto global o regional lo inmediato asalta a las evaluaciones históricas, siempre lo urgente relega lo importante a lugares secundarios. La magnitud de lo ocurrido invita a romper está lógica. Veámos.
El origen de una crisis global, sistémica
Antes de cualquier interpretación, los hechos:
Ojos cerrados. A pesar de que la ciencia y la política ya sabían de otras epidemias y pandemias –por ejemplo, el VIH, el ébola, la malaria, la gripe española–, nadie vio venir la crisis generada por el virus Sars-Cov-2. Tirios y Troyanos se vieron enteramente sorprendidos y desbordados.
El más grande experimento. La gestión de la crisis consistió, ampliamente, en planes de contención y en mucha improvisación. La expresión más importante de esta improvisación fue el desarrollo de numerosas vacunas, ninguna de las cuales logró los tres estadios de experimentación clínica. Las vacunas han sido el más grande experimento jamás realizado a escala mundial; nadie sabe a ciencia cierta cuáles pueden ser los efectos a mediano y a largo plazo. Todo parece indicar que a corto plazo lograron resolver la mortalidad producida por el virus, pero nadie tiene la menor idea acerca de sus repercusiones a largo plazo.
Crisis, sistémica y sistemática del capitalismo. La crisis ocurrida por esta pandemia tuvo lugar en el marco, tanto a escala nacional en numerosos países como regional –por ejemplo, continental–, y mundial de una profunda crisis, sistémica y sistemática del capitalismo, y el ascenso imparable de la China como primera potencia mundial. En un ambiente semejante tienen lugar las políticas sanitarias, de gestión, sociales y económicas, principalmente, de contención y manejo de la crisis.
Continuidad. Durante la pandemia, fue prácticamente unánime la creencia de que las cosas habrían de cambiar –radicalmente– durante y después de la crisis. Puro wishful thinking. Estructuralmente, las cosas continuaron, más o menos, iguales: consumo desmedido, crecimiento económico, extractivismo en gran escala, decadencia de Estados Unidos y Europa, ascenso de la China. Para decirlo de manera rápida y precipitada. Al mismo tiempo, sin embargo, la crisis climática avanza a ritmos galopantes y la pobreza aumenta visiblemente en todos los países: Estados Unidos y Francia, Japón, España e Italia, y mucho más en países de desarrollo medio y bajo como Sri Lanka, Argentina y Honduras, por ejemplo.
Significado de la pandemia
Cabe destacar dos grandes modos de interpretar esta pandemia. De un lado, su significado biológico, y por derivación social; y de otra parte, su significado cultural e histórico. Ambos modos se encuentran fuertemente entrelazados.
Desde el punto de vista médico y biológico, la enfermedad que representa el virus Sars-Cov-2 es sistémica. En medicina una enfermedad se dice que es sistémica cuando afecta a todo el organismo, y no solamente a un órgano. Ejemplos de enfermedades sistémicas son el hipotiroidismo, la diabetes mellitus, la insuficiencia suprarrenal, la artritis reumatoide, la hipertensión o el lupus eritematoso sistémico, todas las enfermedades autoinmunes.
Quienes padecieron el covid-19 y sufrieron la enfermedad acusan una serie de malestares que afectan al mismo tiempo a los sentidos –olfato–, al sistema neurológico –dificultades de aprendizaje-, al sistema inmunológico y muscular –cansancio crónico–, impactando consecuentemente sus relaciones familiares, laborales y sociales; en numerosas ocasiones también existen desórdenes neurológicos y de aprendizaje que les impiden volver a trabajar y a llevar una vida normal. Más exactamente, la del covid-19 es una enfermedad sistémica para/en un mundo sistémico.
De manera significativa, la mayoría de infectados, particularmente en la primera y en la segunda ola, y que no fallecieron sufren de lo que han dado en llamar covid-19 de largo efecto (long covid) sufriendo malestares diversos, dolencias, dolores y definitivamente una disminución en su calidad de vida. En blanco y negro, la ciencia en general y la medicina en particular no ha sabido qué hacer al respecto, sólo se aportan consejos y remedios para atender a los efectos, porque no se pueden solucionar realmente las causas.
Pues bien, en este contexto a finales del primer semestre del año 2022 fue público un reconocimiento escandaloso: las cifras sobre la pandemia habían sido alteradas desde siempre en la mayoría de los países. Con respecto a los fallecidos, primero la revista The Economist puso de manifiesto que los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) debían multiplicarse por tres; posteriormente la misma OMS sostuvo que debían multiplicarse por cuatro, como resultado precisamente de los análisis de The Economist. Y finalmente, el Institute for Health Metrics and Evaluation (Ihme) ha dejado en claro que las cifras de fallecidos deben multiplicarse por cinco. Es decir, las cifras ofrecidas por los organismos sanitarios nacionales, y divulgados por la OMS ulteriormente fueron maquilladas estratégicamente. Una vez más surgió la estadística como una herramienta de control social, mediante la mentira.
Esto querría decir, por ejemplo, que para Colombia que la cifra de fallecidos sería alrededor de un millón de personas. Y en el mundo, la cifra ascendería a cerca de los 22 millones. Habrá que esperar datos y procesamientos más refinados. La razón fundamental es que se han presentados en todas partes, desde siempre, fallecimientos debidos a lo que se conoce como el covid largo que hace referencia a las secuelas que quedan de la enfermedad pero que son estudiadas de manera independiente al virus Sars-Cov-2. Los tres ejemplos más evidentes son la irrupción de hepatitis en los niños, así como un creciente registro de enfermedades respiratorias entre ellos, y más recientemente la propia viruela del mono. Sin embargo, otras observaciones y estudios deben tenerse en cuenta en esta misma dirección. La verdad es que al día de hoy no se tiene absolutamente ninguna respuesta acerca de estas tres enfermedades, pero nadie descarta que se encuentren relacionadas con el covid largo. La naturaleza sorprende a la humanidad y a la ciencia.
Un hecho emerge en medio de este contexto. Que se sepa, en ninguna parte del mundo se transformó creativamente o para mejor el sistema de seguridad social. Las soluciones a la crisis de la pandemia descansaron por entero en medidas de políticas públicas, que son siempre políticas de tratamiento de enfermedad, y en las vacunas, pero jamás en la modificación del sistema de seguridad sanitaria, que en la mayoría de países es entera o mayoritariamente privada. La salud constituye uno de los grandes negocios en el mundo, como es sabido y sobre lo cual existen numerosos estudios, trabajos, y documentales. Sólo que en realidad no es la salud, es la enfermedad la que es el gran negocio.
Así las cosas, de otra parte, los efectos económicos de la pandemia no pueden obliterarse de ninguna manera. En el mundo entero la pobreza aumentó a cifras alarmantes como consecuencia de la pandemia. Existe una evidente y a la fecha insuperable crisis en la cadena de producción y de distribución de numerosos bienes y servicios, siendo la cara más visible la de los chips que se encuentran en la base de toda la automatización de la economía y de la sociedad. En paralelo, las grandes transnacionales de la industria de la alimentación han empezado a acumular comida, generando la imagen de una crisis alimentaria, cuando en realidad es solamente de distribución. Los ricos se hacen más ricos.
De acuerdo con varios estudios, son más de diecisiete los países que ya están entrando y que entrarán en el futuro inmediato en cesación de pagos de las deudas y que están y estarán totalmente quebrados. Sri Lanka es el primero, pero se habla de países del sudeste asiático, África y América Latina. La cara más visible de la pobreza y la situación económica de muchos países es la inflación galopante, que afecta a los más vulnerables.
Finalmente, es evidente que hubo y continúa existiendo una muy alta improvisación en todos los niveles. Mucho más grave, se hizo creer siempre que la solución contra la pandemia estaba en las vacunas; pero el sistema de atención social en la inmensa mayoría de países quedó intacto. En el caso de Colombia, un sistema de salud eminentemente privatizado. La crisis del Health Care en Estados Unidos –la seguridad social– no ha disminuido para nada; en Francia es evidente la crisis de todas las políticas sociales. Sin ambages Macron es el Bolsonaro de Francia.
Redefinición de la vida
A ciencia cierta nadie sabe exactamente al día de hoy cómo se generó la pandemia, ciertamente desde Wuhan al resto del planeta. Todas las teorías conspirativas, de un bando o del otro han fracasado. Tardará mucho tiempo aún hasta establecer exactamente su origen. Lo que sí es incuestionable es el origen zoonótico de la pandemia, significativamente, por razones estrictamente antropogénicas. En otras palabras, la pandemia es perfectamente inseparable de la crisis ambiental producida por el amplio predominio del sistema de libre mercado, profundamente productivista y extractivista; dos caras de una sola y misma moneda.
El virus Sars-Cov-2 llegó a plantear un tema que ya se había iniciado en la investigación varios años antes, específicamente a raíz del Proyecto Viroma Global (GVP, por sus siglas en inglés), consistente en la secuenciación del ácido nucleico de los virus con vistas a entender su naturaleza y funcionamiento. En blanco y negro se trata de entender dos cosas: primero, cómo contribuyen los virus a la lógica de la vida. Literalmente, vivimos en un planeta de virus. Y en segundo lugar, mucho más amplia y profundamente, se trata de establecer si lo virus están vivos, lo cual habrá de arrojar nuevas luces acerca de la naturaleza de la vida.
Existen, al día de hoy, más de cien definiciones de la vida, y todas están equivocadas. Simple y llanamente, no sabes exactamente qué es la vida.
Dos reflexiones se imponen en el marco de una redefinición de la vida. De un lado, desde el punto de vista biológico, quedó evidente que los virus forman parte del tejido de la vida, y que la concepción clásica, habida hasta la fecha, es insostenible; esto es, que los virus no están vivos y que dependen de una célula huésped para activarse.
En el año 2018 se lanzó el Proyecto Viroma Global, que se cerrará en el 2023, y que es el complemento, por otro camino, del Proyecto Bacterioma Global o también, el Proyecto Bacterioma Humano que funcionó entre los años 2003 – 2013. El estudio de los virus habrá de arrojar nuevas y prometedoras luces, particularmente poniendo de manifiesto que forman parte, necesaria, de la trama de la vida.
De otra parte, en la escala social o histórica de los seres humanos, mucho se habló durante los momentos más críticos, hacia finales del año 2020 y comienzos del 2021 que la vida humana se transformaría; que vivir para consumir no era vida, que tenía que suceder una transformación sustancial de la forma de organización de la sociedad. Nada de esto sucedió verdaderamente. Wishful thinking. En blanco y negro, el capitalismo continuó como si nada: su sistema de valores y de relaciones, sus formas de vida –centradas en el trabajo y el consumo, como instrumentos para el crecimiento económico. Una negación a cambiar, al aprendizaje, un predominio de la muerte sobre la vida, como lo registra su historia de varios siglos.
El fututo inmediato
En el futuro inmediato se habla, abiertamente de la séptima ola de contagios en países como España como resultado del Sars-Cov-2 y sus variantes. El virus ha estado mutando y seguirá haciéndolo con seguridad. Un sistema que se adapta y muta es, a todas luces un sistema vivo. Los contagios se encuentran actualmente en aumento. En la casi totalidad de países de la Ocde se habla ya de la cuarta y hasta de la quinta dosis de las vacunas. La experimentación continua a gran escala. Se imponen los planes de contingencia, y mientras tanto la economía no aguanta más. La guerra parece ser cada vez más ubicua, en varios países en África, y en varios centros sensibles en Asia y Europa oriental.
La pobreza no disminuye, por el contrario, tiende a aumentar alrededor del mundo. Al respecto hay que decir que lo que verdaderamente mueve a los pueblos no son tanto las ideas y los programas políticos y otros semejantes, sino el hambre y las necesidades: el desempleo, la falta de oportunidades en la educación, la ausencia de seguridad social, en fin, una atmósfera de zozobra y desasosiego son los verdaderos gatillantes de revueltas y protestas sociales.
Una vez más quedó de manifiesto, que al capitalismo no le interesa verdaderamente la salud ni la vida, solo el mercado. Si antes de la pandemia los bancos fueron asegurados, rescatados y garantizados por parte de los gobiernos, hoy, en la que verosímilmente se llamaría como la post-pandemia (sic) nada distinto sucede. La inflación es galopante en el mundo entero, los bancos centrales de cada país aumentan las tasas de interés. Las pequeñas empresas continúan quebrando en cascada, a pesar de los llamados al emprendimiento, a la creación de spin-offs, y los préstamos bancarios para nuevos y pequeños empresarios.
La OMS, la OPS y la mayoría de los organismos rectores de la salud alrededor del mundo la entienden –así como otras instancias globales a la educación– como un instrumento de cara al trabajo: educarse para trabajar, tanto como estar sanos y saludables para trabajar y producir. Un motivo serio de escándalo. Para ello se usa el eufemismo de la salud como “bienestar”, un decir que oculta el interés de tener población sana para el consumo y la producción.
El sistema económico, aunado al de salud, que es en realidad de gestión de la enfermedad, profundiza así su propia crisis; con la participación indolente del sistema político en toda la línea de la palabra. Pareciera que el sistema de libre mercado jamás supo cómo salir de la misma: una crisis sistémica y sistemática.
En medicina, un enfermo sistémico puede terminar por producir un colapso sistémico. Pues bien, esto es exactamente lo que estamos observando en todos los niveles y escalas alrededor del mundo. Ante un paciente con un colapso sistémico sencillamente no hay nada qué hacerle. Sólo aplicarle cuidados paliativos y ayudarle a morir con dignidad, que es uno de los dilemas de la bioética, un ámbito próximo a los temas de salud y enfermedad.
* * *
Nuestra época es absolutamente singular por donde se aprecie. Muchas civilizaciones fracasaron y desaparecieron en la historia de la humanidad. Pero jamás la humanidad había asistido al colapso de una civilización planetaria, justamente caracterizada por: globalización, mundialización, internacionalización.
Paralela, simultáneamente, una nueva civilización emerge, cada día es más posible. Pero este es el tema de otro artículo por escribir.
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