Una revolución teñida de sangre joven. Acercarse a lo sucedido hace 25 años en la Plaza Tiennamen y sus alrededores, obliga a dar una mirada de contexto sobre los sucesos políticos acaecidos en este país en tiempos previos.
1. La muerte de Mao
Después de la muerte de Mao Tse Tung en 1976, la lucha por el poder político se enconó, concretándose un golpe de estado en 1978, llegando al poder Teng Siao-Ping, defensor del capitalismo, cuyo circulo de poder actuó de inmediato contra la llamada “Banda de los cuatro”, a la cual detienen y enjuician.
La nueva cúpula en la dirección estatal inició la promoción de la “modernización” de China Popular con lo que denominó las “Cuatro modernizaciones”: economía, educación, ciencia y tecnología, para lograr una economía de mercado a la que luego aludirían de manera eufemística, “socialismo de mercado”, y con éste una liberalización política controlada.
Primeras insatisfacciones: para los estudiantes universitarios, profesores y otros intelectuales las reformas no eran suficientes sino había una reforma del sistema político, ya que la mayoría de las reformas económicas eran para los campesinos y para los obreros.
Las reformas continuaron su curso. En 1988 fueron promulgadas leyes como la posibilidad de comprar empresas por parte del capital extranjero, medida que favorecía de manera inmediata a la naciente gran burguesía china; la ley de quiebras –que autorizaba a los empresarios a despedir obreros sin causa justa–; la ley de gestación de tierras –que permitía su alquiler hasta por 30 años, después ampliada hasta 60–, que favorecia a sectores acomodados del campo; la ley de libertad de precios, que genera el encarecimiento de los precios de alimentos de primera necesidad, golpeando amplios sectores de la población del gigante asiático.
Estas políticas modernizadoras, o apertura capitalista, propiciaron la expulsión de entre 100 y 200 millones de campesinos del campo a las grandes ciudades, para engrosar los cordones de miseria y para proletarizarse: la clase obrera, que en 1980 era de 24,7 millones alcanzó en 2006 los 316 millones.
Estos elementos son parte del trasfondo de las protestas de 1989, las que fueron conocidas en todo el mundo por su descenlace del 4 de junio, pero las que en verdad arrancan el 15 de abril, con fuerte expresión el 4 de mayo.
2. Los sujetos
Los manifestantes procedían de diferentes grupos sociales, y tenían como motivación distintos propósitos: unos demandaban reforma universitaria –por la democracia y el derecho de organización independiente–, otros exigían control a la corrupción dentro del Partido Comunista Chino (PCCh), algunos, con apoyo crítico al gobierno, reclamaban reformas pero sin rechazar el socialismo.
Los que protestaban eran estudiantes, profesores, obreros industriales, todos los cuales consideraban que las reformas eran demasiado drásticas y que darían lugar a inflación y desempleo, pese a lo cual los campesinos lograron con ellas cierto nivel de vida, por lo cual el gobierno se apoyó en ellos en el terrible mes de junio.
Sin embargo, el detonante de la mayor energía para las protestas fue la expulsión del PCCh del secretario general, Hu Yaobang, un dirigente de corte liberal-reformista que apoyaba a los estudiantes, y que murió en junio de ese año.
El 26 de abril una editorial del “Diario del Pueblo” llamó a los estudiantes “revoltosos” y “conspiradores” dando eco a lo dicho por Teng, de que los estudiantes estaban planificando una insurrección para derrocar al PCCh y entregarle el poder a los enemigos de China. Pero nada de eso era verdad. El 29, los estudiantes respondieron con una movilización de 50.000 de los suyos, exigiendo libertades democráticas, apoyando al socialismo, y reclamando respeto por sus demandas, a la par de exigir que el diario oficial se retractara por lo dicho en la mencionada nota.
Oídos sordos. El gobierno no quiso negociar. El 4 de mayo concurren 100.000 personas a las calles de Pekín, en su mayoría estudiantes, intelectuales y obreros industriales. El gobierno rechaza las marchas y los estudiantes ocupan la Plaza Tiannanmen e inician una huelga de hambre que despertó la solidaridad de los habitantes de la capital. Ya para ese momento el movimiento se había trasladado a cientos de ciudades chinas y a decenas de universidades y centros de producción.
El 3 de mayo los estudiantes de artes construyen en papel mache, polietileno y alambre una estatua de la “diosa de la democracia”, como símbolo de sus luchas.
Una demostración de que los estudiantes no estaban interesados en derrocar el gobierno fue cuando Yu Dongyue, un periodista de provincia le tiró tinta al afiche de Mao erigido a las puertas de la “Ciudad Prohibida”, al cual los mismos estudiantes detienen y entregan a la policía. El detenido permaneció preso hasta el 2006.
Dentro del PCCH el debate estaba agudizado pues además del fallecido Hu Yaobang, otros miembros del Comité Central también apoyaban a los estudiantes, es el caso de Zhao Zhiyan quien fuera reprimido por Teng y aislado del centro del partido. Li Peng, alcalde de Pekín, era partidario –junto con Deng Xiaoping y otros altos dignatarios del Partido– de las medidas de fuerza pues consideraban que los manifestantes querían el caos. Gana la posición de usar la fuerza contra los manifestantes. El 20 de mayo decretan la ley marcial, la que no adreda a los manifestantes quienes no cesan en sus denuncias y demandas; el 3 de junio ordenan a las divisiones 27 y 28 del Ejército Popular de Liberación (EPL), acantonadas en provincia, avanzar sobre Pekín: era artillería pesada y tanques de combate, para reducir a los manifestantes. Lo que siguió después fue una brutal represión sobre la población en general, la misma que, junto con los manifestantes, armó barricadas para impedir el paso de los tanques y del ejército, que disparaba contra todo lo que se movía.
Es esta forma de operar de las tropas la que explica que la masacre no fue en la Plaza Tiannamen sino en sus alrededores; cuando el ejército tomó la Plaza ya no había gente en ella. Los “combates” duran desde el 3 de junio hasta parte del día 4 por la tarde. Es así como el EPL aplasta una muchedumbre desarmada, que trató de defenderse con lo que encontró porque no estaba armada. Los cuerpos de muertos y heridos yacían por doquier. La población china no podía creer lo que veía, su ejército aplastándolos. Lo que no entendieron –o de pronto muy tarde– es que ese ejército estaba al servicio del capitalismo chino y no del socialismo.
No se sabe cuántos murieron en la masacre, algunos estiman desde 400 hasta 4.000, y los heridos desde 1.000 hasta 30.000, pero el dato preciso es un secreto de Estado. Pero ahí no paró la represión. El 5 de junio tomó forma la cacería de brujas: persecuciones, detenciones, fusilamientos de los dirigentes –sobre todo los obreros–, control policial, expulsión de la prensa extranjera.
Los dirigentes estudiantiles huyeron del país, Dong Fang, el moderado, Weer Kixi, moderado, y la radical Chang Lin.
Una masacre que no puede quedar en el olvido, ejecutada contra quienes, por medio de la lucha, pretendieron libertades democráticas y un régimen político pluralista en China popular, considerados como criminales por los dirigentes del actual régimen autoritario de la segunda gran potencia del mundo, los mismos que restauraron el capitalismo en el gigante asiático, y llevaron la revolución a la derrota.
Memoria y flores para los mártires de la Plaza Tiananmen.
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