De las cuatro patas de la Mesa, una de cada lado es el factor militar. Aunque siempre circuló en voz baja, la insurgencia ya hizo público que «silenciará» pero no “entregará” las armas. Con esta anticipación al resultado de la agenda, al gesto duro de la reunión de los primeros comandantes de las farc y el eln, vino el de la otra parte: El Fiscal cumplió su declaración de diciembre 2012: Por delitos de lesa humanidad “[…] el próximo semestre se harán acusaciones a las farc”. Hasta nueva orden, la intensidad del conflicto recae sobre las montañas del Centro Occidente y, en las fronteras con protagonismos de las bacrim.
Tras de las palabras del Fiscal, cárcel que cierra o inclusión y participación política que abre, es el nuevo portón de la paz, cuando todavía son bastantes los silencios y rechazos a una salida política y la inconformidad social muestra más aristas. Con sonrisas del ministro de defensa, suman cincuenta los mandos “medios” de segunda línea abatidos por las Fuerzas Armadas. Sus operativos élite ya no son sólo para batir dirigentes altos, sino a los más vulnerables: obligados al contacto más cercano con la población periferia de los frentes, hasta donde con los años, penetra la inteligencia contraria. En otro ángulo, durante el segundo ciclo de conversaciones, Democracia e Inclusión, con la moderna tecnología y forma de información escrita, radial, de televisión y cibernética, sin monopolio y desventaja; resultan tan o más difíciles que los puntos de avance sobre Tierra y reforma en la propiedad, que debieron dejar temas en el tintero. A su vez, gesto tras gesto de las partes y, sobre todo la coyuntura electoral, pone a la mesa en un embudo.
Relevo de mandos para el ajuste de la guerra de oriente a occidente sur
Por más de una década, tras la ruptura de conversaciones en el Caguán, el dispositivo conjunto con despliegue del ‘plan Colombia’, los mandos militares y policiales, la acción “encubierta” paramilitar con apoyo de entes estatales y de la Justicia, bajo la doctrina inmoral y mando de Álvaro Uribe y sus largos ocho años, tuvieron un blanco prioritario en las acciones de guerra, masacre y desplazamiento, con su transversalización por el territorio: Determinaron como blanco o eje operativo, y de las acciones de propaganda y sicología militar, atacar a fondo la mayor concentración guerrillera oriente-sur de las farc.
En tal empeño oficial y de la asesoría extranjera del Comando Sur (US) , estuvo sobre los mapas de los generales, enfrentar al Bloque Oriental con sus frentes localizados desde la frontera con Venezuela y Brasil hasta Cundinamarca y la ribera oriental del río Magdalena, en apuesta de avance a largo plazo sobre Bogotá, corazón del Estado. En su “misión”, la acción paramilitar de las auc, operó contra el acumulado norte-interior del eln y la indicación de separar, cortar y quebrar en el área del Magdalena Medio, los corredores y el círculo que por el norte, cerraba sobre Bogotá el Bloque del Magdalena Medio de las farc, bajo la dirección de Timochenko. Así, desarticular el proyecto guerrillero parte del Plan Estratégico, de cerrar la capital por el occidente, con el Comando Conjunto Central, en tarea de constituir otro Bloque. Comando este en territorio del Tolima y el norte del Huila, bajo el mando operativo de Gerónimo y la dirección de Alfonso Cano, quien cumplía esta misma y doble función, sobre el Comando Conjunto Occidental, de prolongación al sur occidente de este flanco, bajo el mando directo de Pablo Catatumbo.
Hacia el otro eje. El objetivo de neutralizar la proyección del Bloque Oriental, con el paso de los días tuvo resultados. Para las Fuerzas Armadas, este blanco operacional quedó “concluido” con la baja del Mono Jojoy. A continuación, y con nuevos mapas en las salas de mando, por el flanco occidental de Bogotá, allende el río Magdalena hasta las orillas del Océano Pacífico, y en otra prioridad de tarea que está en ciernes, el general Leonardo Barrero –recién nombrado Comandante de las Fuerzas Militares–, asumió la persecución de la estructura del Comando Conjunto Central que sobre las cordilleras occidental y central conecta en directo con el Comando Conjunto Occidental y enlaza con el Bloque Sur. Al respecto, dan por sentado que la caída de Alfonso Cano conlleva su debilitamiento.
El ataque contra el Bloque Oriental con repercusión en una población y unos centros urbanos no mayores en densidad, como Florencia, Neiva y Villavicencio, no significó la derrota militar y social de las farc, una guerrilla con una reserva de impacto, en los frentes del Bloque Sur y del Comando Conjunto Occidental –diferente a los Llanos– con reflejo y noticia sobre Cali, Pasto, Popayán, Buenaventura, sus vías de comunicación y la dinámica de movimientos sociales y, podría rehacer influencia sobre Ibagué y el Viejo Caldas. Un supuesto operacional de la guerrilla que en otro tiempo, movió a los jefes guerrilleros Iván Marino Ospina, en el antecedente, y luego a Carlos Pizarro, Álvaro Fayad a proyectar en esa área el Batallón América del M-19 y sus vínculos con organizaciones guerrilleras de Ecuador, Perú, Chile, y núcleos de memoria guevarista: Alfaro Vive, ¡Carajo!, MRTA –con reductos del PRT argentino, el MIR chileno, entre otros.
Aunque tenga el fin de imponer ritmo y exigencia en la conversación de La Habana, en este nuevo “teatro de operaciones” vendrán y son diferentes las implicaciones políticas, sociales y de repercusión humanitaria. Debajo de la manga, la nueva cúpula y la inteligencia de la policía siguen el rastro de Timochenko, a cuya caída dan el valor, que no es novedoso, de “golpe definitivo” y determinante en la Mesa.
Santos apuesta a redondear una “derrota social” de la guerrilla; Uribe al “aniquilamiento”
Como consta en toda la investigación sin concluir con respecto a la parapolítica, tras los dos gobiernos de Uribe que anduvieron en línea con el partido republicano de los Estados Unidos, con los intereses militares del estado sionista, con el entorno mafioso anticubano y del ‘exilio’ venezolano; con su empuje agro narco para institucionalización, en llave con el hábitat financiero territorial de las auc –que deriva en bacrim y contactos clandestinos con oficiales del arma de inteligencia del ejército, la armada y la policía; sostiene un discurso y quehacer que descarta admitir las causas del conflicto. En fin, dos periodos en la Presidencia que desprestigió y debilitó el papel diplomático y económico de Colombia en el continente.
Un hecho que obligó ahora, como característica del actual gobierno Santos, a la búsqueda de un “reacomodo institucional” a efecto de una (re)legitimación de la élite oligárquica, con uso de las conversaciones con la insurgencia –que ésta admitió en una condición de repliegue forzado en un vasto territorio de municipios y una diferente correlación política y militar a la existente en 1999-2002.
La frágil ventana de paz que delibera en La Habana
En medio de los silencios del conjunto social, domina en la imagen de paz por alcanzar, el sentir de las grandes urbes y los cascos municipales determinados por la inercia de la “salida militar” que agita Uribe, y desconectó a extensos sectores de los ideales de organización y lucha. No existe aún en la nación, una deliberación ni un “actor nacional” ‘desinteresado’ por la paz.
En este marco, la Mesa está virando de la Fase inicial de posicionamiento y «conveniencia común» de cada una de las partes, a la segunda de rechazos y presión, que el Presidente puede precipitar, definitivamente, al final de noviembre. O, tener una pausa: hasta el resultado de la elección para 2014-2018, con base en un nuevo mapa de las fuerzas políticas oficiales. Difícil en esta fecha, el logro de una variación e iniciativa por parte de los nervios sociales, alternativos, de izquierda, y de la correlación pública en alta voz, a favor de una Colombia sin privilegios ni causas del conflicto.
Está a la vista, una campaña electoral que puede venir con promesas y preparación de la opinión para ir a partir de mayo 2014, a la Fase tercera en la Mesa de estocada y lenguaje intransigente y exigente, con plazo para la “desmovilización” con desarme de las farc y de contera para el eln.
Ante la coyuntura electoral que ya domina en la cotidianidad informativa, la Mesa pasa por un cuello de botella, porque con excepción de la base del poder institucional, sus partidos oficiales y las ramificaciones de clientelismos, y de los diversos lenguajes y sesgos de las víctimas con dolor, el conjunto de la sociedad todavía no asume como manija de movilización: la paz.
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