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Territorio y equidad

Territorio y equidad

La promulgación por decreto del Plan de Ordenamiento Territorial, ha estimulado el debate sobre las bondades y las carencias del POT. Voy a referirme a tres aspectos. El primero es el tema ambiental. El segundo es la segregación. Y el tercero tiene que ver con la repartición de cargas.

 

El agua ordena el territorio

 

El POT se propone como eje central la construcción de ciudad y de territorio alrededor del agua. El medio ambiente se convierte en un asunto neurálgico. Esta aproximación es novedosa, no por el tema en sí mismo, sino por la importancia que adquiere en las prioridades estratégicas de la administración local. En el POT se propone un reordenamiento del territorio alrededor del agua. La sostenibilidad del territorio se convierte en un eje articulador, así que la preocupación ambiental no es una declaración vacía de contenido.

 

Las implicaciones de esta opción son de muy diversa índole. Menciono algunas. 1) Aceptar, con todas sus implicaciones, la declaración de la reserva forestal del Norte, Thomas van der Hammen. Esta decisión frenó la conurbación de Bogotá hacia Chía. 2) Regular con criterios ambientales la expansión de la ciudad en los bordes sur y occidente. 3) Poner en evidencia la necesidad urgente de llegar a acuerdos con los municipios vecinos, de tal forma que el poblamiento en la Sabana sea sostenible. El crecimiento alrededor de Bogotá ha sido desordenado, y no ha seguido patrones acordados de manera conjunta. 4) Darle mayor relevancia a los riesgos ambientales, impidiendo el poblamiento en áreas que se pueden inundar. 5) Recuperar las quebradas y los ríos. 6) Llamar la atención del gobierno nacional sobre la inconveniencia (económica y social) de posponer las inversiones ambientales.

 

El ordenamiento urbano debe llevar a la reducción de la segregación

 

Bogotá es una ciudad muy segregada porque no hay mezcla de pobres y ricos en el espacio urbano y, además, porque el acceso a los equipamientos es muy desigual. Entre el 2007 y el 2011, Bogotá mejoró el acceso a los equipamientos, pero no avanzó en la mezcla socioeconómica. Los logros de la ciudad han sido importantes en la lucha contra la pobreza. Entre el 2002 y el 2012 el porcentaje de pobres se redujo de 31.7% a 11.6%. Pero esta disminución no ha sido homogénea por localidades. Las brechas continúan siendo muy grandes, y estas diferencias tienen expresiones espaciales evidentes.

 

Y lo más grave es que estas asimetrías se reproducen de manera endógena. Los círculos perversos se retroalimentan. Si la escuela de un vecindario pobre no es de excelente calidad, a los jóvenes que habitan allí les será más difícil superar la trampa de pobreza y, entonces, las condiciones de vulnerabilidad se mantendrán de una generación a la otra.

 

La lucha contra la segregación alcanzaría su punto ideal el día en que Bogotá logre que los niños ricos y pobres estudien en la misma escuela. Por ahora, y mientras este objetivo se consigue, se debe buscar que la calidad de la enseñanza mejore en todos los colegios. En líneas generales, el POT crea condiciones propicias para que el acceso a los bienes y servicios de la ciudad sea igualitario.

Edificabilidad y cargas

 

Otro aspecto relevante del POT es la generalización del pago de cargas dependiendo del índice de construcción. Si la edificabilidad aumenta también crece la ganancia de los urbanizadores. Las cargas permiten que el gobierno local participe de las rentas generadas por la mayor edificabilidad.

 

En el POT las cargas aumentan con la edificabilidad por dos razones. Primero, porque la ciudad necesita financiar las necesidades de infraestructura (vías, parques, acueducto, alcantarillado, transporte, etc.) asociadas a una mayor densificación. Es razonable, como sucede en las grandes ciudades del mundo, que los privados ayuden a financiar el desarrollo urbanístico. Y segundo, porque los derechos de edificabilidad son una fuente de generación de excedentes. Cuando se permiten construcciones más altas, los urbanizadores y los propietarios del suelo obtienen una renta que debe ser compartida. Los derechos de edificabilidad y los cambios en la asignación de usos crean rentas que no dependen de la gestión empresarial, sino de las dinámicas inherentes a los procesos de la urbanización. La ubicación y el uso del suelo inciden en la generación de rentas. Un local comercial situado al lado de una estación de Transmilenio goza de un privilegio que se traduce en mayores ganancias para el propietario. Una parte de estas rentas debe ser compartida con la ciudad.

 

La relación entre edificabilidad y rentas obedece a un principio de equidad elemental: las rentas derivadas del suelo y del urbanismo deben ser compartidas por los sectores privado y público.

 

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Información adicional

BOGOTÁ. LA MODIFICACIÓN DEL POT:
Autor/a: JORGE IVÁN GONZÁLEZ*
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