Home » El 6 de abril vota No

El 6 de abril vota No

El 6 de abril vota No

Lo fascinante de la “primavera bogotana” radica en su acendrado talante democrático. La democracia, en si misma, fue la causa primigenia que desató la ira popular cuando se conoció el fallo del Procurador que destituía al alcalde de Bogotá, además de sancionarlo por más de diez años.

 

Quien lo creyera, en un mundo inundado de necesidades inmediatas, fue un valor abstracto, intangible si se quiere, como el de la libertad, el que produjo la indignación nacional. La bandera de la democracia resume el alma de los “indignados colombianos”. Es más, el derecho a elegir, representado en la figura del voto popular, fue la razón que convocó a los miles de ciudadanos que gritaban con fuerza inusitada: “Petro se queda. Porque mi voto se respeta”.

 

Un fallo emitido por un funcionario, escogido entre otras, por una corporación que, como el Senado de la República, está sometida a todo tipo de escándalos de corrupción en los últimos años, socavando en forma peligrosa su legitimidad, no puede ser superior a un mandato ciudadano, constituido libre y democráticamente en las urnas.

 

Es preciso decir que la mayor fortaleza de la “indignación bogotana” es su carácter ciudadano. En las calles capitalinas marchamos en forma conjunta, quienes votamos por el alcalde Petro, como quienes lo hicieron por otros candidatos, o seguramente se abstuvieron. El común denominador de esas multitudes era la rabia generada por una decisión despótica, que arrebataba de un solo tajo el derecho a la democracia en Bogotá. La síntesis de la “primavera bogotana” se puede recoger en la disyuntiva: democracia o despotismo.

 

La democracia contemporánea es diversa, o no es democracia. Por eso la indignación del 9/12, contenía en sus entrañas la fuerza emancipadora de las nuevas ciudadanías, esas mismas que quiere prohibir la agenda ideológica del Procurador.

 

Allí, en las calles, estaban las juventudes desplegando pasión, herejía e imaginación; las mujeres reivindicando su cuerpo como un territorio de libertad; la población LGBTI demandando el reconocimiento de sus derechos; los animalistas celebrando la Plaza de Todos, para que a ella no retornen añejos espectáculos de tortura y muerte; los ambientalistas izando la divisa del agua como principio del ordenamiento territorial; los canabicos defendiendo su derecho a la dosis personal; los grupos étnicos, indígenas, afrodescendientes, raizales, palenqueros y gitanos, compartiendo sus palabras, tradiciones, saberes ancestrales, algarabías, con las que habitan y construyen la metrópoli de la alteridad; las barras futboleras trenzadas en un abrazo indestructible de reconciliación, rindiéndole con ello un merecido homenaje a la vida, más allá de sus pasiones deportivas especificas; las religiones no podían faltar, ellas estuvieron presentes en clave ecuménica. Aquel día resultó emocionante ver en la Plaza de Bolívar a musulmanes, judíos, católicos y protestantes cogidos de la mano, invocando el pluralismo religioso, para pedir por la paz de Colombia.

 

Ese mismo pluralismo ideológico que practicamos como un ethos democrático, puesto al servicio de las libertades y garantías de expresión de quienes piensan distinto a nosotros. El que le brindamos a los jóvenes de la tercera fuerza, de inspiración nacional-socialista, cuando supimos de su presencia en la Plaza de Bolívar y, su deseo de rezar un rosario por el Procurador Ordoñez, en el preámbulo de una movilización que concentró a más de cien mil personas en el centro de la capital del país.

 

En aquel día, el mejor homenaje que los bogotanos pudimos rendir a la memoria de Nelson Mandela, fue convertir las jornadas de la indignación en una inolvidable experiencia de no violencia colectiva. Ahí estuvo la esencia que marcó la diferencia de estas apoteósicas manifestaciones. Multitudes movilizadas transformando la democracia, llenándola de nuevos contenidos, con novísimos actores sociales, pero, ante todo, con nuevos lenguajes. La no violencia es la premisa de la “primavera bogotana”. Solo un movimiento ciudadano que hace suya la causa mandeliana, puede ser el motor de la paz y la democracia en Colombia.

 

Hay que recordar que la Bogotá Humana fue elegida en forma libre, transparente y democrática, gracias a un apoyo popular indiscutible. Ese día también se votó por un programa de gobierno, cumplido a cabalidad, las realizaciones están a la vista:

 

– Bogotá posee la tasa de homicidios más baja de los últimos 30 años.
– Bogotá garantiza a más de 681.000 viviendas el derecho al mínimo vital de agua potable, reportando un ahorro de 57 mil millones de pesos para los beneficiados.
– Ofrece transporte más barato para población del Sisben. Más de seis mil millones de pesos ahorrados por los usuarios.
– Los bogotanos ahorran $ 50 mil millones con el nuevo modelo de aseo
– La capital reporta cero muertes de niños por desnutrición.
– Bogotá garantiza una salud pública basada en la solidaridad y no en el mercado.
– 1.005 territorios saludables: un modelo de vida y salud alternativo a la ley 100. Cifra record: 2.900.000 personas atendidas en forma gratuita en 2013.
– Bogotá convierte la educación en la estrategia principal de equidad social. Jornada de 40 horas en colegios. 126.751 estudiantes beneficiados.
– Colegios con banda ancha de 30 megas. 641.656 estudiantes beneficiados.
– Alimentación escolar. 742.302 estudiantes beneficiados.

 

En fin, este plan de desarrollo basado en la defensa de lo público quiere ser destituido por los intereses privados, quienes no dudan en acudir al despotismo y la arbitrariedad del Procurador. Y ante ello, el domingo 6 de abril, usted tiene en sus manos la oportunidad de refrendar la Bogotá Humana, marcando y votando el NO en el tarjetón de la revocatoria.

 

Defendamos con su voto, el de su familia y sus amigos la democracia en Bogotá.

 

Información adicional

POR PAZ Y DEMOCRACIA, PETRO NO SE VA
Autor/a: José Cuesta
País:
Región:
Fuente:

Leave a Reply

Your email address will not be published.