Después de más de veinte años de vida pública, y más de treinta de existencia, el neozapatismo mexicano continúa más vivo, activo y creativo que nunca. Y esto a pesar del constante –y reciente– e incrementado hostigamiento militar y paramilitar del Estado en contra de las dignas comunidades indígenas neozapatistas, y más allá también de la evidente y sistemática campaña de invisibilizacion y marginación montada por los medios de comunicación masiva, oficiales y privados, de prácticamente todo el espectro de la sociedad mexicana1.
Sin embargo, y no obstante esta ‘guerra de alta intensidad’ que tanto los gobiernos priistas como panistas han implementado en su contra, es un hecho claro que sus bases de apoyo han pasado a ser, en estos veinte años de su vida pública, de varias decenas de miles de indígenas rebeldes, a varias centenas de miles en pie de lucha. Y eso, sin contar a los también cientos de miles y millones de simpatizantes que el neozapatismo generó a lo largo y ancho del planeta, hoy agrupados, en México, en el vasto y creciente movimiento de la ‘Sexta’ nacional, y en el mundo, en los cientos de Comités de Apoyo, de Solidaridad, de Observación, de Acompañamiento e incluso también de abierta militancia en el igualmente muy amplio movimiento de la ‘Sexta’ internacional2.
Además, y acompañando a este crecimiento cuantitativo, sostenido y enorme de sus bases de apoyo directas, y de ese movimiento nacional e internacional de la ‘Sexta’ por ellos convocado, también es evidente una clara maduración y consolidación orgánica del propio neozapatismo, el que en estas dos décadas pasó de denunciar y criticar al atroz sistema capitalista que aún padecemos a nivel mundial, a comenzar a construir en una ‘pequeña escala’ –pequeña relativamente, pues ella ocupa casi tres cuartas partes de todo el territorio del estado de Chiapas, es decir, poco menos de 60.000 km2 de extensión–, los claros gérmenes de un mundo nuevo, ya no capitalista, y no regido por la lógica del lucro, de la explotación económica, de la opresión política y de la discriminación social y cultural en todas sus formas.
Por eso, más allá de los naturales reflujos y luego relanzamientos que el movimiento neozapatista ha conocido, y que son propios de todo movimiento social vivo y activo, es claro hoy que su influencia dentro del vasto conjunto de las luchas y de los movimientos anticapitalistas y antisistémicos de todo el mundo, continúa siendo muy grande y muy presente, inspirando, por ejemplo todo tipo de movilizaciones sociales fuertes, como lo vimos hace unos pocos años en varias de las grandes revueltas de 2011, y de seguir alimentando con sus múltiples lecciones a las rebeliones y a los combates desplegados en los cinco continentes de nuestro cada vez más pequeño planeta Tierra.
Renovarse, conservando los objetivos: la persistencia del neozapatismo.
El 21 de diciembre de 2012, en la fecha supuestamente anunciada del ‘fin del mundo’ según el calendario maya, los neozapatistas ‘tomaron’ por segunda vez, aunque ahora de manera pacífica y no armada, cinco cabeceras municipales del estado de Chiapas, movilizando a más de 40.000 miembros de sus bases de apoyo, y anunciando con ello la apertura en su movimiento de una nueva etapa, la cuarta, que pocos meses después se concretó, primero en la gran convocatoria, nacional e internacional, del nuevo movimiento social anticapitalista y antisistémico conocido como ‘La Sexta’, y más adelante, en la original e importante iniciativa de la ‘Escuelita Zapatista’, en la importante reunión con el Congreso Nacional Indígena de México, y más recientemente, en la celebración del Primer Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el Capitalismo de diciembre de 2014 y enero de 2015 y del Seminario “El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista” de mayo de 2015.
Nueva etapa, que al mismo tiempo que mantiene ciertas continuidades importantes con la que le antecedió –’La Otra Campaña’, desarrollada entre junio de 2005 y diciembre de 2012, e incluso con toda la historia previa del neozapatismo–, representa también un claro paso adelante y una nueva estrategia política general, y por ende, un conjunto también de discontinuidades evidentes con esas mismas fases de la historia neozapatista que le preceden3.
En esta nueva etapa y en continuidad con toda su historia previa, el neozapatismo sigue afirmando su profunda vocación anticapitalista y antisistémica, que asume que la causa de todos nuestros males no es ni un individuo ni un partido político cualquiera, sino un sistema social y todo un proyecto civilizatorio, y que por lo tanto nuestros objetivos solo podrán cumplirse cabalmente cuando hayamos eliminado a ese capitalismo planetario de la entera faz del planeta Tierra.
Igualmente, continúa viva su generosa postura condensada en su lema planteado desde 1994, de ‘Para todos, todo, para nosotros, nada’, que implica y ha implicado ya muchas veces en el pasado, que el neozapatismo no lucha egoístamente solo por sus demandas indígenas, y ni siquiera solo por liberar al pueblo mexicano del atrasado capitalismo que aún padece, sino que está dispuesto a colocar en riesgo y en la balanza de la apuesta en juego, todos sus propios logros cada vez que la situación lo amerita.
También se mantiene en esta nueva etapa del neozapatismo, su lucha en contra de toda posible forma de exclusión, y desde ella su tenaz defensa de un proyecto de lucha basado en el respeto del otro, en el reconocimiento y hasta la celebración de la diferencia, en la tolerancia y en el explícito cultivo de la diversidad.
Además, esta nueva etapa mantiene aún el objetivo, declarado en ‘La Otra Campaña’, de impulsar en México la formación de un vasto y potente movimiento nacional antisistémico y anticapitalista, civil y pacífico, encaminado a transformarlo radicalmente, instaurando un nuevo e inédito gobierno nacional que ‘mande obedeciendo’, una economía igualitaria donde nadie explote al otro ni viva del trabajo de otros, en donde sin ricos ni pobres ‘estén todos parejitos’, y una sociedad y una cultura basadas en el cultivo de la diferencia y la diversidad, un ‘mundo donde quepan muchos mundos’, sin jerarquías, asimetrías ni exclusiones de ningún tipo4.
Finalmente, otro elemento de clara continuidad en esta nueva etapa, es el de continuar predicando con el propio ejemplo, es decir, el de mantener una coherencia total entre sus discursos y sus acciones, lo que entre muchas otras cosas también implica que luchar por ese mundo nuevo no capitalista ni clasista debe comenzar a hacerse aquí y ahora.
Mantenerse, renovando la estrategia: la nueva etapa del neozapatismo.
De otra parte, existen también varios rasgos originales, que son claras discontinuidades de esta nueva etapa frente a las anteriores.
1) El acento mayor que ahora el neozapatismo coloca en torno a la dimensión internacional y planetaria de su propia lucha. Pues si bien es claro que la tarea de cada movimiento revolucionario es la de hacer la revolución en su propio país –y esto, no por ningún tipo de chovinismo o de nacionalismo cualquiera, ambos hoy ya bastante anacrónicos–, también es cada día más evidente que la lucha en contra del capitalismo solo puede ser una lucha mundial, pues todos los que estamos en su contra solo triunfaremos realmente cuando cada uno en su país, y todos juntos en todo el planeta, hayamos enterrado definitivamente a ese capitalismo planetario.
De modo que, si en contra de su propia voluntad, su movimiento tuvo sobre todo presencia en Chiapas en las dos primeras etapas de su vida histórica, y si en la tercera etapa –2005 a 2012–, se convirtió en un movimiento de alcance nacional con 15,000 miembros repartidos en todo el territorio mexicano (quince mil miembros, no quince mil personas, pues el miembro número uno del movimiento era el EZLN, que incluye a cientos de miles de personas), en esta nueva etapa el neozapatismo se afirma doblemente, primero como un movimiento anticapitalista y antisistémico mexicano, agrupado en la Sexta nacional, y en segundo lugar, como un movimiento antisistémico y anticapitalista internacional y planetario, autodesignado como la Sexta internacional.
2) El complejo diagnóstico y análisis que el neozapatismo hace de la sociedad capitalista más contemporánea. Pues a todos los grupos del ‘abajo social’ que antes había ya convocado el neozapatismo, ahora va a sumar uno nuevo, que es el de los ‘desposeídos totales’ del mundo, al que los zapatistas llaman los ‘sótanos de la sociedad’ o el abajo dentro del abajo social. Y quizá parte del impacto universal y duradero del neozapatismo, se explica también precisamente por su capacidad de haber transformado su lucha local y especifica en contra de la exclusión secular de los indígenas mexicanos por parte del Estado, en una lucha verdaderamente universal en pro de todos los excluidos del mundo y en contra de toda forma de exclusión social o cultural posible5.
Convocatoria entonces a esos ‘sótanos’ sociales que son el nivel más bajo del abajo social, que no solo hace evidente la riqueza conceptual y de caracterización teórica del Neozapatismo, en su análisis y diagnóstico del capitalismo más contemporáneo, capitalismo que debido a su crisis terminal reproduce y ahonda ahora de modo extremo todos esos procesos de desposesión total, sino que también ubica muy certeramente a los nuevos sujetos y actores sociales, producidos por este capitalismo de nuestro más actual presente, que hoy engrosan masivamente las filas de la rebelión mundial anticapitalista y antisistémica en curso.
3) Un rasgo de la novedad radical de esta etapa más reciente del neozapatismo, está en la forma de organización que ellos proponen para todo el movimiento de la Sexta, nacional e internacional, basado en el principio de no hegemonizar y de no homogeneizar a los distintos miembros.
Un modo de organización que casi parecería, según los parámetros tradicionales, una no-organización o hasta una anti-organización, pues no solo no implica inscripción, formularios, recomendación de un tercero, pruebas, requisitos previos, ni procesos complicados de formación o aprendizajes preparatorios, ni tampoco experiencia o militancia probadas anteriores, sino que además es una organización totalmente horizontal, sin jerarquías ni delegación de funciones o tareas, totalmente desconcentrada y descentralizada, además de promotora explicita para todos y cada uno de sus miembros individuales y colectivos, de la mayor autonomía, libertad e iniciativa propia posibles.
Partiendo de la convicción, expresada por el Subcomandante Marcos, de que ‘para rebelarse y luchar no son necesarios ni líderes, ni caudillos, ni Mesías ni salvadores’6, los zapatistas proponen que la forma de organización de la Sexta, tanto nacional como internacional, se base solo en que son de este movimiento aquellos que declaran por sí mismos, libre y voluntariamente, ser miembros de la Sexta, y cuya única condición es la de proponer en sus modos, formas, desde sus calendarios y geografías propios, compromisos de acción y cumplirlos.
Nueva forma de organización, cercana a una estructura rizomática, que va a revolucionar totalmente los esquemas de organización de todos los movimientos anticapitalistas y antisistémicos anteriores e incluso actuales, al replantear de modo radicalmente distinto la relación entre ‘lideres’ y ‘masas’, o entre ‘vanguardias’ y ‘movimientos o sectores o clases aliados’, lo mismo que entre ‘programa’, ‘estrategia’ y ‘táctica’ de un lado, y acciones ‘espontaneas’, ‘inmediatas’ o ‘no organizadas o planificadas previamente’ por el otro, igual que los vínculos entre ‘disciplina de la organización’ y libertad de acción individual o colectiva de sus miembros, o entre los ‘intelectuales’, la ‘conciencia’, o el ‘saber erudito’ de una parte, y los militantes de base, o el instinto revolucionario o los saberes populares de la otra, entre muchos puntos directamente conectados con estas nuevas formas y estructuras organizativas de los movimientos.
Revolución que supera las falsas antítesis entre los dos polos mencionados de cada una de las relaciones recién enunciadas, aunque siempre en la lógica de devolver el protagonismo central a las bases del movimiento, y que avanza en el sentido de reunificar, en lugar de oponer, ambos polos de cada falsa antítesis enunciada.
Lo que se mostró muy claramente, por ejemplo, primero en la ‘Escuelita Zapatista’ donde los ‘intelectuales’ fueron real y rigurosamente educados e instruidos por los indígenas bases de apoyo, y más recientemente, con la ‘muerte’ (simbólica) del Subcomandante Marcos, el que si bien cumplió una tarea que fue esencial e imprescindible en las etapas anteriores, como vocero oficial del neozapatismo, y como ‘puente’ entre el digno movimiento indígena y la sociedad civil, ahora ha dejado de ser necesario, cuando ese neozapatismo dialoga ya directamente con todos los miembros de la Sexta, nacional e internacional, como se ejemplifico claramente en el reciente Seminario “El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista”, y cuando dicho puente se vuelve superfluo porque hoy la sociedad civil y el neozapatismo son ya compañeros de lucha, en el vasto combate anticapitalista y antisistémico que, seguramente, más temprano que tarde, habremos de ganar.
Porque si los compañeros neozapatistas nos han enseñado durante veinte años que el ‘nosotros’ colectivo debe ser siempre mucho más importante que cualquier ‘yo’ individual, y si una de sus críticas centrales a la vieja y ya caduca actividad de la política humana, es que se basa en la cada vez más injustificada e ilegítima ‘delegación’ de la capacidad de decidir de las mayorías hacia toda suerte de ‘líderes’, caudillos, ‘mesías’, salvadores, iluminados, intelectuales, o pretensos ‘guías’ ilustrados, siempre autodesignados y siempre absurdos, entonces es lógico y fácilmente comprensible que ellos mismos sustituyan al anterior vocero, el Subcomandante Insurgente Marcos, por el nuevo vocero, el Subcomandante Insurgente Moisés, al mismo tiempo en que destruyen y eliminan tranquilamente a ese holograma o botarga que habían creado, inflado y alimentado los medios de comunicación masiva capitalistas, y que era esa falsa imagen del Subcomandante Marcos.
Lo que no impide para nada que el verdadero Subcomandante Marcos, y no el holograma creado desde el exterior, siga siendo un compañero de lucha valioso, querido y respetado por todas las comunidades neozapatistas, y siempre fiel y comprometido colaborador central del movimiento neozapatista y de la Sexta, nacional e internacional, en su conjunto. Aunque ahora, rebautizado como Subcomandante Insurgente Galeano.
Así que desde la clara convicción de que los líderes somos todos, y de que, parafraseando a Marx, la emancipación de todos nosotros solo puede ser obra de nosotros mismos, bien podemos decir, tranquila y alegremente: ¡El Subcomandante Insurgente Marcos ha ‘muerto’!, ¡Viva el Subcomandante Insurgente Galeano!
1 El 2 de mayo de 2014 fue arteramente asesinado un maestro zaatista, y heridos otros 13 de sus bases de apoyo, además de haber destruido una escuela y una sus clínicas, todo ello en el Caracol de La Realidad, bastión histórico y simbólico del neozapatismo y centro importante de su irradiación original en tierras chiapanecas. Sobre esta situación y la campaña mundial de apoyo que desató, véanse http://www.ezln.org.mx.
2 Llamado movimiento de la ‘Sexta’, tanto nacional como internacional, por estar construido a partir de su adhesión explícita a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, del año de 2005, y no por inscribirse, para nada, en la serie de la Primera, la Segunda, la Tercera o la Cuarta Internacionales, que van desde Marx hasta el movimiento trotskista.
3 Sobre la periodización general de la historia del neozapatismo, y también sobre los rasgos específicos de su nueva etapa, cfr. Carlos Antonio Aguirre Rojas, ‘La nueva etapa del neozapatismo mexicano’, en Contrahistorias, núm. 21, 2013, que es una versión mucho más amplia de este mismo ensayo que el lector tiene ahora entre sus manos.
4 Sobre este proyecto de crear ese movimiento nacional antisistémico y anticapitalista en México, vale la pena releer la ‘Sexta Declaración de la Selva Lacandona’, la que según el Subcomandante Marcos ha sido hasta hoy ‘la más audaz y la más zapatista de todas las iniciativas’ del neozapatismo, http://www.ezln.org.mx Véanse también los artículos incluidos en Contrahistorias, núm. 6, México, 2006.
5 cfr. Immanuel Wallerstein, ‘Marcos, Mandela y Gandhi’, del 1 de marzo de 2001, en el sitio en internet del Fernand Braudel Center: http://fbc.binghamton.edu, y también Carlos Antonio Aguirre Rojas, Antimanual del Buen Rebelde, Ed. Desde Abajo, Bogotá, 2013 y Movimientos Antisistémicos. Pensar lo antisistémico en el Siglo XXI, Ed. Prohistoria, Rosario, 2012.
6 Esta afirmación la hizo el Subcomandante Marcos en su discurso final, ‘Entre la luz y la sombra’, en donde también declara su propia ‘muerte’ (simbólica), el 25 de mayo de 2014, discurso que puede consultarse en el sitio de ‘Enlace Zapatista’. Sobre esta última, véase Carlos Antonio Aguirre Rojas, “La muerte (simbólica) del Subcomandante Insurgente Marcos y el nosotros colectivo neozapatista” en Contrahistorias, núm. 24, 2015
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