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¿Padece de enfermedad holandesa la economía colombiana?

¿Padece de enfermedad holandesa la economía colombiana?

El año pasado, el presidente Santos, en su discurso pronunciado en la sede de la Cepal en Chile, manifestó, a propósito de la enfermedad holandesa, que los síntomas empezaban a manifestarse: “estoy tratando de que lleguen inversionistas diferentes al petróleo y a la minería, porque ya estamos en el preámbulo”. Sin embargo, los economistas oficiales y oficiosos siguen empeñados en negarlo.

 

“Lo que nos indigna actualmente es que la tierra va mal y no hacemos
lo que deberíamos,
nos mostramos pasivos”.

Stéphane Hessel

 

El extractivismo es una modalidad de acumulación que se inició hace 500 años, y que permite explicar el saqueo, la acumulación, la concentración, la destrucción y la devastación colonial y neocolonial, así como la evolución del capitalismo hasta nuestros días. Desarrollo y subdesarrollo, como dos caras de un mismo proceso, son elementos que hay que ubicarlos en este contexto. Así empezó a estructurarse la economía-mundo: el sistema capitalista. Unas regiones se especializaron en la extracción y producción de materias primas, de bienes primarios, mientras que otras asumieron el papel de productoras de manufacturas, utilizando los recursos naturales de los países pobres o empobrecidos.

 

El término de extractivismo se refiere a aquellas actividades que remueven grandes volúmenes de recursos naturales que no son procesados (o que lo son limitadamente), sobre todo para la exportación en función de la demanda de los países centrales1. La apropiación de recursos naturales, donde éstos son extraídos por medio de una serie de violencias, atropellando Derechos Humanos y Derechos de la Naturaleza, “no es una consecuencia de un tipo de extracción sino que es una condición necesaria para poder llevar a cabo la apropiación de recursos naturales”, señala Gudynas.

 

La abundancia de recursos naturales de que ha dispuesto nuestro país a lo largo de la historia, ha tendido, entre muchos otros procesos endógenos de carácter patológico que la acompañan, a distorsionar la estructura y la asignación de los recursos económicos del país. Casi siempre ha redistribuido regresivamente el ingreso nacional y ha concentrado la riqueza en pocas manos, mientras se generaliza la pobreza. Ha dado paso a crisis económicas recurrentes, al tiempo que consolida mentalidades “rentistas”, profundiza la débil y escasa institucionalidad, alienta la corrupción y deteriora el medio ambiente.

 

La experiencia histórica colombiana nos ilustra, y el presente nos confirma que la actividad extractivista no genera encadenamientos productivos dinámicos, tan necesarios para lograr un desarrollo coherente de la economía, asegurando los tan esenciales enlaces integradores y sinérgicos hacia adelante, hacia atrás y de la demanda final (en el consumo y fiscales). De la anterior se deriva una clásica característica adicional de estas economías primario-exportadoras, incluso desde la Colonia, que es su carácter de enclave: el sector exportador, está aislado del resto de la economía, y por regla general las regiones donde se desarrolla esta actividad presentan los indicadores sociales y económicos básicos más bajos.

 

Existe una variada gama de mecanismos y efectos que, paradójicamente, mantienen el subdesarrollo, en tanto se apuesta prioritariamente por la extracción y exportación de recursos naturales. El más nombrado y conocido maleficio de la abundancia primario-exportadora deriva de la enfermedad holandesa, virus que infecta al país exportador de la materia prima, cuando su elevado precio o el descubrimiento de una nueva fuente o yacimiento desata un boom de exportación primaria y provoca una serie de distorsiones en la estructura de precios, con los consiguientes impactos económicos sobre productos transables y no transables; facilita la importación de los primeros y encarece los segundos, entre otras cosas2.

 

La enfermedad holandesa

 

El término nació a finales de 1960, cuando grandes descubrimientos de pozos de gas natural en Holanda indujeron una gran entrada de capitales que a su vez provocó revaluación de la moneda holandesa, el florín3, la apreciación de la moneda neerlandesa desplazó la industria y la agricultura. Ese enriquecimiento del país terminó siendo un empobrecimiento porque la revaluación se llevó por delante la industria y la agricultura.

 

En Colombia, los síntomas no son nuevos. Durante la década de 2000 a 2010, las exportaciones minero-petroleras colombianas se elevaron de US$4.500 millones a US$23.500 millones, aumentando su participación del 44% al 70%. Así mismo, la inversión extranjera directa (IED) se multiplicó por cinco en ese período. El 85%, de petróleo y minería. Dichos síntomas ocasionaron debilitamiento de la industria y la agricultura, período en el que hubo un incremento del 1.089,5% de las tierras concesionadas para la exploración de minerales.

 

Las cifras del Banco Mundial muestran que la participación de la agricultura en el PIB de la economía colombiana entre 1970 y 2010 cayó de 26% a 7%. En América Latina, del 13% al 5% y en el mundo, del 10 al 3%. Hace tres décadas la industria representaba el 24% del PIB, esta relación bajó al 15% hace 10 años y actualmente está por debajo del 12%, ocasionando consecuencias funestas para la generación de empleo, ya que la industria aportaba el 23% del empleo total hace una década, y actualmente solo contribuye con el 13%.

 

Según Eduardo Sarmiento, la primera etapa de la enfermedad consiste en los grandes descubrimientos de minería y petróleo, originándose el enriquecimiento del país por la venta de estos recursos al exterior, acompañado de estímulos especiales a la minería, que dan como resultado la entrada de capitales, y por ende, la apreciación de la moneda.

 

La segunda etapa de la enfermedad la provoca tanto la apreciación como la concentración de recursos en el sector minero energético a cambio del deterioro de la industria y la agricultura, tercera etapa del también llamado mal holandés. Al final, se tiene una estructura productiva dependiente de la minería y el petróleo, sector que no genera empleo.

 

La enfermedad causa la desindustrialización, quedando nuestro país atrapado en este esquema de marchitamiento temprano de su industria por cuenta del auge de commodities y apreciación cambiaria, en momentos en que no contamos con un salto tecnológico hacia el sector servicios.

 

Según Eduardo Sarmiento, “el país está abocado a la adopción de un nuevo modelo de prioridades sectoriales, regulación macroeconómica, intervención cambiaria, limitación de la inversión extranjera y desbalance fiscal”4.

 

Las recomendaciones

 

Una forma eficaz de frenar esta problemática es establecer nuevas reglas para las compañías mineras transnacionales, incrementándoles las tasas de regalías a los privados, ya que Colombia es el quinto país a nivel global que otorga las más altas exenciones en materia tributaria, y exigirles que la inversión de las ganancias captadas por efectos de la minería sean invertidas en nuestro país.

 

Además se debe combatir la corrupción por parte de quienes pertenecen al aparato estatal y son los encargados de efectuar la vigilancia y control a la minería, y que exista una mayor coordinación entre ellos, porque no es posible que las caravanas de retroexcavadoras transiten por toda la panamericana desde Buenaventura hasta los departamentos del Cauca y Nariño y no haya autoridad que establezca control alguno.

 

No es posible que los funcionarios de la Dian por ejemplo en el aeropuerto de Quibdó y otros más del país, sean tan permisivos en no ver como salen en valijas los lingotes de oro producto de la minería ilegal y que viajan al aeropuerto de Medellín para ser vendidos a compañías mineras con títulos, y permitirle a Antioquia cobrar las tasas de regalías y el Chocó solo heredar los costos ambientales y sociales.

 

Si existiera voluntad política del gobierno nacional para promover el desarrollo agrícola de forma diversa, mejoraría la infraestructura vial de los departamentos y municipios, fundamentalmente la terciaria que es la más deteriorada, con el fin de que los campesinos saquen sus productos y estimular la agricultura, puesto que el influjo de la minería legal e ilegal es tan significativa, que una gran cantidad de pobladores que además de ser cooptados por la minería no desean saber de procesos agrícolas, sacrificándose aún más la soberanía alimentaria.

 

Que haya una mayor presencia del Estado en los territorios en cuanto al equipamiento social, lo cual haría posible que las comunidades se enamoraran de su entorno y sintieran sentido de pertenencia y lo defendiesen ante quienes pretendan invadirlo y destruirlo.

 

Fortalecer las organizaciones sociales existentes en los territorios, tales como Consejos comunitarios, Resguardos y Cabildos indígenas.

 

De lo contrario, nuestro país continuará siendo un Estado fallido, puesto que tenemos presentes varios de los indicadores tenidos en cuenta para este tipo de análisis: el movimiento masivo de refugiados y desplazados producido por la violencia; la pérdida del control del territorio; el aumento de élites, la criminalización y deslegitimación del Estado; el desarrollo económico desigual y las violaciones extendidas de derechos humanos5.

 

La maldición originada por el extractivismo continuará mientras sigan aumentando cotidianamente los precios internacionales del oro, y no haya voluntad política por parte del gobierno nacional, o de lo contrario, nuestros campesinos tendrán que inventarse otra forma de ganarse la subsistencia, puesto que la extractiva lo único que ha dejado son impactos negativos.

 

* Historiador Universidad del Valle. Magister en Derecho Constitucional Universidad Santiago de Cali. Activista social y sindical Contraloría General de la República.
1 Gudynas, Eduardo (2013); “Extracciones, extractivismos y extrahecciones un marco conceptual sobre la apropiación de recursos naturales”, en Observatorio del Desarrollo, Nº. 18, Montevideo. Disponible en: http://www.extractivismo.com/documentos/GudynasApropiacionExtractivismoExtrahec cionesOdeD2013.pdf
2 Gudynas, Eduardo, Ibíd.
3 Eduardo Sarmiento, Director Centro de estudios económicos de la Escuela Colombiana Julio Garavito. El Espectador, 21 de marzo de 2015
4 Eduardo Sarmiento, Ibíd.
5 Fernán E. González y Silvia Otero Bahamón, “la Presencia diferenciada del Estado: un desafío a los conceptos de gobernabilidad y gobernanza”. En: Gobernanza y Conflicto en Colombia, Cinep–Irg

Información adicional

Autor/a: ALBERTO PARRA PIZARRO*
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