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De la indignación al paro: entre viejas y nuevas formas de las mismas inercias

De la indignación al paro: entre viejas y nuevas formas de las mismas inercias

“Horrible esta jornada nocturna

Y todavía pasaremos peor la que viene.
Los arroyos de agua serán ríos
de caudalosa furia transeúnte
Hasta oleajes de océanos coagulados.
Aún les niego mis ojos cerrados”.1

 

Luego de la simultánea toma de las instalaciones del Incoder y del Ministerio de Agricultura por parte de integrantes de la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular el pasado 1 de septiembre, alrededor de 3.000 personas llegadas a Bogotá y procedentes de regiones como Arauca, Cauca, Nordeste de Antioquia, Cesar, Tolima y Catatumbo, regresaron a los ríos, veredas y barrios en los que viven y luchan. Partieron a la espera de la ejecución de los distintos proyectos productivos que exigen para sus territorios, además de continuar en el camino de lucha sobre los ocho puntos gruesos del pliego2. Las vocerías nacionales de la Cumbre anuncian, desde ya, una nueva jornada de protesta como paro nacional para 2016.

 

Con titulares como “Encapuchados se toman el Ministerio de Agricultura”, “Indígenas con papas bomba se tomaron el Ministerio de Agricultura”, y haciendo eco a las declaraciones del ministro Aurelio Iragorri tales como “si trajeron comidas para siete días, pues aquí nos quedamos un mes y el Ministro no sale y no va a firmar acuerdos en los que tengamos que violar la ley”; los medios empresariales de comunicación cubrieron rápidamente el acto.

 

Pues no hubo que esperar siete días ni violar ninguna ley. Tras unas horas de ocupación de las instituciones ya indicadas, cuando caía la tarde de aquel martes que daba la bienvenida al noveno mes del año, entre la Cumbre y el Ministro acordaron tanto la tramitación inmediata de los proyectos productivos que hacen parte del eje económico de la negociación, además de la interlocución sobre los conflictos territoriales entre las comunidades y el Estado, así como las garantías para la protesta.

 

En esta ocasión, tal vez por la víspera electoral, el Gobierno le dio celeridad verbal al trámite de los proyectos que se vienen negociando, con lentitud, desde la expedición del decreto 870 del 8 de mayo de 2014, por medio del cual desde el Ministerio del Interior se regula una mesa de interlocución entre el ente oficial y la Cumbre Agraria. Sin embargo, la desconfianza generada por la actuación del Ministro, la violencia que no da descanso en el campo, la situación de violación de los derechos humanos y la relativa complejidad de los aspectos más gruesos del pliego, anuncian que la lucha social, la protesta y la disputa de la hegemonizada opinión pública, serán berracas, por decir lo menos.

 

¿Qué queda de estas jornadas y qué se proyecta?

 

La agenda de movilización fue variada entre visitas a localidades y universidades, marchas y acciones culturales de comunicación en la calle. Pero quizá la acción central de las jornadas fue aquella toma. Y aunque pareciera modificar los repertorios de la acción colectiva entre las fuerzas sociales y políticas que conforman la Cumbre, resulta, también, en consonancia con la debilidad que tienen hoy las plataformas políticas del movimiento campesino, étnico y popular, para convocar una protesta que articule sectores y procesos de cara a disputas globales del modelo económico, del régimen político o de la hegemonía monopólica sobre los bienes comunes.

 

Esta es una acción cuya contundencia, en tanto golpe mediático, parece lograr mayor efectividad para superar la situación defensiva en el terreno político y en la acción comunicativa directa. Como parte de este mismo proceder, hace solo unos meses, campesinos de la Asocación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc) se tomaron durante algunas horas las instalaciones del Incoder en Popayán y semanas antes habían hecho lo propio, campesinos de Ascamcat, con la Defensoría del Pueblo en Bogotá.
Otras acciones, como las marchas y los mítines, no logran romper la rutina urbana, parece que ya hacen parte de su cotidianidad. De ahí la importancia de estas ocupaciones de oficinas y similares, las que podríamos situar a medio camino entre un repertorio tradicional de protesta y uno creativo. Como ejemplo y contraste inmediato puede señalarse la reciente ocupación, también en Bogotá, por parte de 300 desplazados del llamado Puente Aéreo en el aeropuerto El Dorado.

 

La democracia interna, una necesaria reflexión sobre el poder y la emancipación

 

Para el día 3 de septiembre estaba convocada una asamblea popular en la Plaza de Bolívar. Pero la verdadera asamblea que sucedió allí fue la de la tarima y de la agitación persuasiva. Una muestra más de la incapacidad en la convocatoria para estas jornadas, que no atrajo a mayorías críticas de los sectores urbanos en disputa y resistencia. De esa manera, no cabe duda, la de la Plaza fue una asamblea de agitación que no tuvo acciones deliberativas y sí, por el contrario, una comunicación que desde la tarima no procuraban doble vía, es decir, una dinámica poco comunicativa, no incluyente, y por lo tanto unilateral.

 

Contrario a esta opinión, podría decirse, como en efecto lo hacen desde algunos círculos universitarios, que la Cumbre tiene sus propias asambleas y mecanismos de participación política. Sí. Pero lo que demuestra el descenlace de esta asamblea es justamente la incapacidad para la convocatoria, además de la coalición por lo alto en que se constituye hoy la unidad de procesos sociales que conforman la Cumbre Agraria. El reto es inmenso. Lograr un momento, modo de acción y forma de vida en que la práctica política sea orientada por una razón común –y no particular– implica cambios que no podemos asumir esperando quedar intactos en nuestras identidades políticas y formas de hacer.

 

Alcances de las jornadas

 

Con cinco objetivos fundamentales fueron planteadas las jornadas desde su preparación: i) la articulación con otros sectores en conflicto; ii) consecución y demanda de garantías para la protesta y para la misma negociación; iii) denunciar el Plan Nacional de Desarrollo como política global de gran desarrollo minero y agroexportador, y como plan de ordenamiento territorial para la seguridad y el despojo; iv) la promoción de sus economías propias o formas de producción alternativas y, por último; v) la preparación hacia un paro nacional el próximo año. Y de todo ello, ¿qué se logró?

 

Muchos sectores urbanos apenas se acercaron. Solo la Cumbre Urbana Popular parece haberse promovido; pero incluso sectores y organizaciones hermanas de la Cumbre, como las estudiantiles universitarias, algunos sindicatos y movimientos urbanos, no pudieron trascender de la acción solidaria y actuar en lucha propia.

 

El conjunto de acciones logró presionar al Gobierno para iniciar una mesa de interlocución entre la Cumbre, la Fiscalía General, el Ministerio del Interior y la Defensoría del Pueblo, con el fin de tratar las garantías para la protesta y la negociación. He aquí un logro. La expectativa queda abierta con ello, pues el panorama nacional no da señales de confianza, como puede observarse a partir de un informe parcial realizado por algunas de las organizaciones integrantes de la Cumbre, presentado como un balance de la situación de vulneración en derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario, entre el periodo que va de junio de 2013 a julio de 2015, el cual registra 2.373 hechos entre acciones bélicas, amenazas, atentados, confinamiento, desplazamiento forzado, detenciones arbitrarias, asesinatos, allanamientos ilegales y ejecuciones extrajudiciales3; o bien, como también puede leerse en el informe presentado hace unas semanas por la organización no gubernamental Somos Defensores, en el que se indican 34 asesinatos a defensores de derechos humanos en el ultimo año y un incremento de 216 por ciento en amenazas4.

 

Sin embargo, ni la denuncia del Plan Nacional de Desarollo5, ni la promoción de las economías propias tuvieron algún impacto significativo durante las jornadas, aunque podría esperarse que la ejecución de los proyectos productivos que ya están en marcha facilitara este aspecto.

 

La preparación de un paro nacional hacia 2016 fue un objetivo implícito. Aquí está casi todo por verse, pero desde ya puede señalarse la dificultad en la convocatoria y la ausencia de una acción deliberativa popular, como muestras de la profunda crisis en legitimidad y representatividad de nuestra democracia realmente existente, incluso en su arista más alternativa. La tensión inercial entre una renovación táctica y las formas tradicionales en los repertorios de acción, toca en sus mismas raíces a las formas de dirección de los movimientos sociales así esto no se asuma explícitamente y con franqueza.

 

Puede indicase aquí, de igual manera, que las delegaciones que acudieron a la cita de la indignación fueron las más sólidas bases sociales de los distintos procesos y organizaciones de la Cumbre, y que tampoco en la regiones hubo movilizaciones convocantes; ni la Caravana Genaro García que inició con un plantón frente a la gobernación de Nariño, ni la marcha de acompañamiento en Arauca o el campamento y bloqueos de vías en el nordeste antioqueño por parte de sectores lecheros y paneleros, entre otras acciones, demuestran suficiente capacidad de movilización de cara a un paro nacional para 2016.

 

Hay temas estructurales que no se negocian y de ello hay conciencia por parte no solo del Gobierno autoritario que negocia a través del dilatador Ministro de Agricultura, sino también de la Cumbre Agraria; razón que lleva a autoconcebir ese pliego de ocho puntos como una plataforma de lucha. Pero se alista un paro que coincidirá con un momento en el que los procesos para la finalización de la guerra armada contrainsurgente y la consecución de la paz, entrarían en una fase entre el cierre de la negociación dialogada y la apertura hacia una nueva disputa política por la refrendación de los acuerdos, en el caso del proceso con las Farc. En cuanto a la negociación con el Eln, sería apenas en un momento de despegue.

 

¿Cómo podrían irrumpir con voz y propuesta propia los movimientos sociales en una situación así esperada? ¿Las agendas de movilización estarían subsumidas a los ritmos de la paz? O, por el contrario, ¿podrían aparecer mecanismos y acuerdos conjuntos entre movimientos sociales, organizaciones guerrilleras y Estado nacional? ¿Cómo jugaría esta apuesta táctica de la Cumbre, de cara a una Asamblea Nacional Constituyente? ¿Qué mecanismos y eslabones de plataforma realmente convocante de las mayorías oprimidas y de los sectores activos en conflicto, se requieren para emplazar con efectividad al régimen, convocar a la sociedad y disputar el sentido común de futuro en la sociedad colombiana?

 

 


 

 

Recuadro

 

¿De dónde viene la Cumbre Agraria?

 

Ya dos años han pasado desde aquel agosto de 2013 cuando el Paro Agrario Nacional irrumpió nuestra absorta y resignada cotidianidad. Fue un estallido que cuestionó desde las políticas agropecuarias del Estado colombiano hasta el modelo mismo de desarrollo. El tratamiento represivo que dio en su momento el Gobierno Nacional a la protesta le resultó, de cara a la opinión pública, un contrasentido que impulsó más la indignación no solo de los manifestantes, sino incluso de la solidaridad en la ciudades. Un grado significativo de espontaneidad cívica y popular le dio resonancia a la batalla campesina en las urbes.

 

Solo pasaron dos meses y las comunidades indígenas del Cauca convocaron la Minga Nacional Indígena, Social y Popular, en la que decidieron incorporar sus esfuerzos a la Cumbre Agraria, escenario de unidad que para ese momento agrupaba a las organizaciones sociales agrarias cuya matriz política extensa son la Marcha Patriótica y el Congreso de los Pueblos.

 

Con ellos, llegaron también las comunidades del Proceso de Comunidades Negras. Nace entonces la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular a inicios de 2014 convocando a un paro agrario durante el siguiente abril; aquel paro originó su reconocimiento como interlocutora por parte del Estado a través de la Mesa Única de Negociación que es regulada por decreto del Ministerio del Interior.

 

Muchas fueron las reuniones y acuerdos, pero muchas más las demoras y trabas. Casi 16 meses en algunos acuerdos y 24 en el caso de otros, llevaron al estallido de esta inconformidad por parte de la Cumbre para convocar las jornadas de la indignación entre el 30 de agosto y el cinco de septiembre pasados.

 

 

 


 

 

1 Rengifo, Leonardo: “Prosaicas, Metáforas y Estallidos: Memoria poética del Paro Nacional Agrario”; La República (Cartagena, Agosto-Octubre de 2013)
2 Los puntos son: 1) Tierras, territorios colectivos y ordenamiento territorial; 2) economía propia contra el modelo de despojo; 3) Minería, energía y ruralidad; 4) Cultivos de coca, marihuana y amapola; 5) Derechos políticos, garantías, víctimas y justicia; 6) Derechos sociales; 7) Relación campo-ciudad; 8) Paz, justicia social y solución política.
3 Ver informe completo disponible en la web: http://issuu.com/cumbreagraria
4 Ver nota sobre el informe disponible en la web: http://desdeabajo.info/colombia/item/27043-los-nadies-de-colombia.html
5 Sobre el actual PND puede consultarse el suplemento publicado hace dos ediciones por desdeabajo y disponible en la web: http://desdeabajo.info/sumplementos.html

Información adicional

BALANCES DE UNAS JORNADAS
Autor/a: LES COMUNES
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