La invasión y genocidio que el ejército sionista fascista de Israel está concretando sobre los cientos de miles que pueblan la franja de Gaza, está llevando a una de las peores crisis de la historia reciente de Israel y en la región. Miles de muertos y heridos, pero al mismo tiempo una dura resistencia al ejercito colonialista. Los palestinos asesinados se suman por miles, desde hace años, y no solo desde hace unas semanas. Y uno de los blancos preferidos de los soldados israelíes han sido los futbolistas palestinos, desde décadas atrás blancos predilectos del ejército invasor en sus prácticas bélicas.
El fútbol llegó a esa región de la mano de los ingleses, y fue durante el mandato británico en Palestina que se fundó la Federación de Fútbol de Palestina, compuesta por jugadores judíos, palestinos y británicos, la Fifa la reconoció en 1929; ya para 1934 en esa Federación solo estaban registrados jugadores judíos y británicos, y luego solo judíos, una manera de excluir a la parte árabe. Con la revuelta árabe contra el mandato británico, la Fifa prohibió a los equipos palestinos participar de juegos oficiales.
Se fundó entonces la Asociación General Democrática Palestina, que agrupó a los equipos palestinos. A los equipos fundados por árabes palestinos solo les permitieron jugar en la segunda división, ocasionando con ello retrasos en su formación y profesionalización, una manera de aplicar la exclusión de tipo racial y político, y en ese camino, con la fundación del Estado de Israel en 1948, se formó la Federación de fútbol de Israel, aislando a la parte árabe palestina.
La Federación de Fútbol de Palestina se formó en 1952 y solo hasta 1998, durante el mandato de la Autoridad Nacional Palestina, la Fifa la reconoció. Mientras que la Federación mundial no reconocía a su parte Palestina, sí lo hacía con la de Israel, pero como no era posible llevar a cabo competencias en territorio de Israel –producto del conflicto militar que implicaba a varios de sus países vecinos– la Uefa determina, desde 1994, que los equipos de fútbol de Israel podían jugar como si fueran equipos europeos, a pesar de Israel quedar en Asia Occidental.
Los equipos de fútbol de Israel son Macabis, los macabeos, que representan el Movimiento Internacional sionista, son racistas, llamados de derecha liberal; Hapoel, o de la Histadrut, la Federación General de trabajadores de la tierra de Israel, asociados a los laboralistas, y los Beitar, movimiento juvenil del Likud, son racistas, y cuentan con bandas fascistas llamadas Familia, haciendo uso de la violencia contra los otros equipos de Israel y contra los palestinos.
En la medida que el régimen sionista de Israel fue aplicando cada vez más medidas fascistas contra la población palestina en la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, se fueron agudizando tanto las presiones contra los equipos de fútbol palestinos, como atentando contra la integridad física de los jugadores.
Además, con la aplicación de sus política de apartheid Israel fue impidiendo que los equipos de Gaza se desplazaran a jugar a Ramalá o al contrario, hasta que al final el gobierno colonialista dividió la Federación de Fútbol de Palestina en dos: la Premier Ligue de Cisjordania y la Gaza Strip Ligue. Así han impedido que jugaran un solo torneo de fútbol en Palestina.
En 2006 el movimiento Hamas ganó las elecciones en la Franja de Gaza y desde entonces –se supone– es la autoridad, elección que no les gustó ni a los EEUU ni al gobierno de Israel, de tal manera que iniciaron la más larga y brutal campaña de limpieza étnica de que se tenga noticia: encerraron a más de 2,3 millones de habitantes en lo que hoy es conocida como “la cárcel a cielo abierto más grande del mundo”, controlando electricidad, gas, agua, alimentos, medicamentos; una opresión que llegó a puntos inimaginables, hasta que la ira, desesperación y consciencia política se expresó el 7 de octubre de este año con la acción militar de la resistencia palestina contra el Estado y gobierno de Netanyahu, responsable de todas las atrocidades y crímenes cometidos por décadas contra el pueblo palestino.
Y en esa condición de represión, opresión política, exclusión y coloniaje, las tropas del ejército de Israel asumieron como una de sus tareas disparar contra los futbolistas palestinos, sin importar la edad de los jugadores, desde los de ocho años hasta los profesionales. En “las marchas del retorno”, realizadas en Cisjordania en 2016, francotiradores del ejercito israelí disparaban contra las piernas y tobillos de los jugadores reconocidos, lisiándolos incluso de por vida. Disparar contra las rodillas, piernas y tobillos de los jugadores ha sido una de las prácticas de los soldados israelíes.
En 2009, con la operación “plomo fundido” del ejército sionista, se incrementó el ataque en contra de los deportistas de la redonda, y el bombardeo a las canchas y estadios de fútbol en Gaza. En 2019, en Belén, fue atacado un partido de fútbol con gases y balas.
Recientemente, en este 2023, se jugaba una final de fútbol palestina, y el ejército de ocupación, desde helicópteros artillados, disparó gases lacrimógenos contra jugadores y las tribunas –sobra decir que son acciones prohibidas internacionalmente y que a los sionistas les tiene sin cuidado tal legislación. Como han quedado tanto lesionados producto de esta violencia sin par, se realizaban campeonatos de fútbol de discapacitados.
Todo esto, sin intervención efectiva de la comunidad internacional para deternelo, ha sido realizado por el gobierno sionista de Israel para dañar las generaciones de jóvenes e infundir terror en la población infantil para que no practiquen este deporte.
Sucede hasta lo inimaginable, el Estado sionista fascista de Israel quiere borrar en los palestinos hasta el gusto al deporte, pero la resistencia demostrará que será un fracaso.
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