Laplanche señala que con mucha frecuencia y antes de Lacan se ha dicho que el inconsciente es un lenguaje olvidado. Esta observación es tanto feliz como verdadera, porque nos instala en la metáfora de una lengua primitiva. Metáfora freudiana de la que podría traer a la luz tanto el código como la estructura, que serían semejantes a la de los lenguajes contemporáneos: a los lenguajes “no olvidados”.
La idea de un “lenguaje olvidado” obedece a cierto grado de confusión, la represión originaria es, con mucho, algo más que un olvido. Aquí habría que tener muy clara la distinción entre los síntomas: (lapsus linguae) equivocaciones orales, olvido de nombres propios, extranjeros, etcétera, y las expresiones constitutivas del inconsciente; el inconsciente de un lenguaje personal sería un tesoro oculto.
Tesoro oculto de metáforas y metonimias en estado latente; infinito e indefinido juego de palabras, condensaciones y desplazamientos, equívocos por permutación de fonemas y homonimias.
El inconsciente usa entre otros discursos el del lenguaje, pero sigue siendo un inconsciente puramente individual e impredecible. Utiliza tanto el lenguaje como los recursos expresivos del cuerpo y los elementos de la percepción. Esto último designado por Laplanche como “complacencia somática”; es decir, una convivencia, “un ir al encuentro de”. Ejemplo típico sería el de la histeria, donde el cuerpo sale al encuentro del inconsciente dándole planos de clivaje. Puntos de eventual debilidad, donde el inconsciente pueda traducirse en síntoma.
Como señala Freud, con el lenguaje también se da esa venida al encuentro, esta complacencia, proporcionando puntos de clivaje, puntos deleznables por donde el inconsciente puede expresarse.
En el texto El inco nsciente (1915), Freud enuncia claramente que el inconsciente no incluye más que representaciones de “cosa”, mientras el sistema preconsciente-consciente, asocia, cada vez, una representación de “cosa” y una representación de “palabra”.
El lenguaje sería entonces una red de representaciones verbales que van a la pesca del inconsciente. Otro sentido de la metáfora, esta red, el lenguaje intentado mantener al pez-inconsciente flotando en la superficie. Lo que Freud designa como elaboración asociativa o perlaboración, que corresponde al intento de tejer el inconsciente a las mallas de un nuevo tejido conjuntivo. El lenguaje en concepciones más contemporáneas fue ya vislumbrado por Freud, no es ni traducción de lo inconsciente ni un medio de hacerlo retornar…
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