Guionistas de Hollywood: lecciones de una victoria sindical en tiempos de IA
Protesta de guionistas durante la huelga. Foto: J. W. Hendricks / WGA.

La huelga de los guionistas de Hollywood puede marcar un precedente esperanzador frente a la precarización del trabajo con la excusa de la automatización.

“Llegamos a la mesa de negociación y dijimos: ‘los guiones los escriben los guionistas y los guionistas son personas’. Y nos contestaron con una propuesta distópica del estilo: ‘bueno, ¿qué pasaría si no lo fuesen?’”. El cómico Josh Gondelman resumía así en mayo las orígenes de la huelga que ha paralizado Hollywood durante meses. El paro de los guionistas de la industria audiovisual de Estados Unidos se resolvió finalmente el 27 de septiembre con la firma de un acuerdo entre el principal sindicato del gremio (WGA, por sus siglas en inglés) y la poderosa patronal que agrupa a las grandes productoras de cine y televisión del país, de Amazon a Universal Pictures.

El conflicto y su resolución pueden marcar un precedente relevante para el mundo de la cultura en un momento de cambios tecnológicos vertiginosos. Por primera vez un grupo organizado de profesionales creativos se levantaba contra una forma determinada de usar la inteligencia artificial (IA). Una en la que estas tecnologías sirven para abaratar costes y reemplazar el trabajo creativo.

Tras la aparición de ChatGPT y otros modelos de IA generativa, los directivos de grandes estudios norteamericanos llevan meses declarando en público cómo estas herramientas podrán muy pronto escribir guiones, editar contenidos y “hacer absolutamente todo tipo de cosas” dentro de la industria audiovisual. El reto al que se enfrenta el gremio de guionistas no es, de hecho, muy diferente al de otras profesiones creativas. Actores, dobladores y redactores de medios de comunicación están ya en una batalla para defender su trabajo frente a la automatización.

“La tecnología está cambiando muy rápido, como escritores somos conscientes de eso. Sabemos que la IA es algo importante y que se usará en el futuro. Todo lo que queremos es asegurarnos de que se regula de manera justa”, aseguraba otra guionista a Vice, en la misma protesta que Gondelman, frente a la sede central de Netflix en Nueva York en mayo.

Blindaje de usos y derechos

Tras 148 días de huelga ininterrumpida, ambas partes firmaron el 27 de septiembre un documento que fija unas directrices claras sobre cómo se usará la IA dentro de los estudios de Hollywood y la forma en que esta estará bajo el control de los trabajadores.

Aunque al inicio los huelguistas reclamaban que la IA no se pudiese usar en ningún caso para escribir o reescribir guiones, el acuerdo final no lo prohíbe exactamente, pero sí lo regula de forma clara. La piedra angular del documento es que en ningún caso el contenido generado por una máquina será considerado material literario. Lo que implica que este no “podrá socavar el crédito de un escritor o sus derechos”, fija el nuevo convenio.

Es decir, si un estudio entrega a un profesional un guión generado por ChatGPT y le pide que lo reescriba, el guionista recibirá el mismo salario que si lo escribiese de cero. Además, ese guión artificialmente generado nunca se considerará como material original a efectos de créditos, sino que la autoría recaerá exclusivamente en la persona.

El documento firmado tras meses de negociación, que recoge también mejoras salariales para los escritores y un reparto más equitativo de los beneficios de los estudios, establece además que la empresa ha de informar en todo momento a sus empleados si se les está entregando un texto generado por IA o que incorpora materiales creados artificialmente.

Igualmente, las productoras no podrán exigir a un guionista el uso de una IA para hacer su trabajo. Pero si la compañía lo permite, el escritor sí podrá utilizar estas herramientas, aunque como decíamos, el crédito de este trabajo irá a parar exclusivamente al trabajador.

“[La IA] no se usará como una tecnología para automatizar. Es complementaria a los humanos”, resume Simon Johnson, economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en The Guardian, quien señala este acuerdo como un modelo a seguir por otros sectores económicos.

Alejándose de la retórica de vencedores y vencidos, Johnson asegura que los propios estudios salen también beneficiados del acuerdo. Gracias a él obtendrán “un trabajo de más calidad y en una industria más fuerte por más tiempo”, frente a la idea automatizadora que se vislumbra antes de la huelga.

Tecnología para respaldar la creatividad (no para desplazarla)

Las batallas laborales que hoy se libran en el mundo de la cultura en un contexto de cambios tecnológicos intensos no son nuevas. Han ocurrido antes en otros sectores y momentos históricos. Simon Johnson y los también profesores del MIT Daron Acemoglu y Austin Lentsch explicaban recientemente cómo las mejoras técnicas en las fábricas de coches de EE UU a inicios del siglo XX provocaron un auténtico terremoto.

La lucha sindical de entonces permitió mantener un equilibrio entre los mandos y los trabajadores de la industria automovilística: los aumentos salariales y la formación continuada de los obreros en nuevas tareas hizo que ambas partes se beneficiasen del alza en la productividad. ¿Qué habría pasado entonces si los dueños de las fábricas hubiesen prescindido de los aportes humanos al trabajo técnico o a la resolución creativa de los problemas?, se preguntan los autores, que señalan cómo muchas grandes empresas afrontan hoy elecciones parecidas.

“¿Se deberían utilizar las nuevas tecnologías poderosas para automatizar el trabajo del conocimiento y a los trabajadores complementarios? ¿O la IA podría convertirse en una herramienta para impulsar la productividad y la creatividad de los trabajadores?”, escriben.

La huelga de los guionistas de EE UU muestra cómo la organización colectiva e inteligencia en la negociación pueden influir decisivamente en estas decisiones. Adam Conover, cómico y escritor y miembro del comité negociador del WGA, apunta que una de sus fortalezas fue centrarse en cómo los estudios pueden usar en el presente esta tecnología. Alejándose del hype publicitario y el alarmismo sobre lo que estas herramientas podrían hacer en el futuro.

“No nos quedamos en la versión de ciencia ficción”, explica Conover, quien recalca que esta no es una lucha contra los avances tecnológicos, sino contra los que tratan de aprovecharlos para su único beneficio. “No nos protegimos contra la tecnología, nos protegimos contra los humanos del otro lado de la mesa que intentan jodernos todos los días”, concluye.

Este artículo está basado en un texto publicado originalmente en el blog de Cultura Digital del Departament de Cultura de la Generalitat catalana con licencia Creative Commons. La actual versión ha sido adaptada y traducida por el propio autor, respetando el sentido del contenido original.

Por, Pablo Jiménez Arandia

@pjarandia

Información adicional

Autor/a: Pablo Jiménez Arandia
País: Estados Unidos
Región: Norteamérica
Fuente: El Salto

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