La división sobre Ucrania amenaza con eclipsar la primera cumbre entre la UE y América Latina en 8 años
07/01/2022 - Cumbre CELAC

Tras muchos rumores, Zelenski no participará en la cita después de que varios líderes latinoamericanos mostraran su rechazo.

La UE y América Latina vuelven a reencontrarse 8 años después. Bruselas acoge el lunes y martes la cumbre UE-CELAC, llamada a revitalizar la alianza entre dos regiones que suman el 21% del PIB mundial, un tercio de todos los Estados del planeta y que aglutinan a más de 1.000 millones de personas.

De la cita, a la que acudirán más de 50 jefes de Estado y de Gobierno, se espera sentar la base para relanzar una relación más fluida y más conectada tras años de abandono y descuido. “Este es el año de Latinoamérica. Estamos realmente volviendo a estar en contacto. Somos socios por elección”, vitorean fuentes comunitarias.

Antes de que arranque la cita, uno de los grandes enigmas radica en la participación. Al cierre de esta edición habían confirmado la presencia 26 –del total de 33- jefes de Estado o de Gobierno latinoamericanos.

No estarán al máximo nivel representados el mexicano Andrés Manuel López Obrador, la peruana Dina Boluarte, el venezolano Nicolás Maduro ni el nicaragüense Daniel Ortega. Aunque fuentes europeas insisten en que se ha invitado a todos.

Otro de los grandes ausentes será el presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Tras días de rumores sobre su invitación a la que será la tercera cumbre de la historia de estas dos regiones, el ucraniano no participará en la cita ni de forma presencial ni virtual, confirman fuentes europeas.

La Presidencia española de la UE habría visto con buenos ojos su intervención, pero el propio Zelenski confesó que varios líderes latinoamericanos estaban en desacuerdo con su presencia. Ya en marzo, el ucraniano y su homólogo brasileño Lula da Silva se responsabilizaron mutuamente de un encuentro bilateral fallido en los márgenes del G7.

Cerrar la declaración conjunta está resultando ser un ejercicio de fontanería. No es fácil poner de acuerdo a medio centenar de países. La región CELAC, a diferencia de la UE, ni siquiera cuenta con una visión uniforme en temas como la guerra en Ucrania.

El contenido semántico se debatirá hasta el último momento. De momento, lo que trasciende es que el gran punto de división vira en torno a qué lenguaje emplear sobre la guerra de Ucrania.

Los latinoamericanos quieren unas referencias genéricas sobre el conflicto geopolítico de Europa, mientras que en este lado del Atlántico buscan una condena explícita a la agresión rusa y un léxico contundente sobre la soberanía e integridad territorial de Kiev.

Tras los guiños de Brasil o Colombia a Moscú, en los pasillos de Bruselas buscan quitar importancia a estas divergencias asegurando que cuando llega la hora de la verdad, la UE y América Latina votan en la ONU las resoluciones que condenan en los términos más firmes a Rusia y que piden la retirada de tropas.

“Intentaremos incluir referencias a esto en el texto, porque es importante defender el Derecho Internacional. Lo vemos como un asunto fundamental para el orden internacional basado en valores”, reconocen fuentes europeas. 

Qué resultados concretos se esperan

La última cumbre de este tipo data de 2008. Para evitar estas lagunas y brechas, el objetivo es establecer un mecanismo de coordinación que facilite el diálogo a nivel técnico y político a ambos lados del Atlántico.

Se busca crear una suerte de oficina con una estructura, orden y jerarquía que establezca una hoja de ruta para celebrar estas citas de forma temporal cada dos años.

No obstante, el grueso de la cita es la fotografía. Es la reafirmación de la UE de que “América Latina está de vuelta”. Es el marco político que simboliza el deseo mutuo de recuperar terreno y tiempo perdido.

En paralelo, los europeos buscan dar un impulso a los acuerdos comerciales de Chile, México y Mercosur. Y la Comisión Europea hará gala de su nuevo plan bautizado como Global Gateway, que pretende destinar en el extranjero más de 10.000 millones de euros en inversiones “inteligentes”.

Por qué ahora

La guerra de Ucrania ha sacudido el tablero global y ha forzado el mayor reequilibrio de alianzas de las últimas décadas. En este cambio de cromos, la UE se ha dado cuenta -a la fuerza- de que necesita reconfigurar su nuevo papel en el mundo. Y debe escoge con quién recorrer este camino de la mano. Pero no es solo una cuestión de buenismo.

Los europeos ven en la región un socio de confianza, con quien defender el multilateralismo y los derechos humanos en los foros internacionales, pero también un aliado comercial con una riqueza energética y en materias primas con mucho potencial.

En la capital comunitaria se ha instalado el mantra de que ambos son socios por elección, pero también lo son por necesidad. En el otro lado del Atlántico, la mayoría de los países cuentan con esta simpatía hacia los comunitarios frente a actores como Rusia, China o los propios Estados Unidos.

El impulso definitivo ha llegado tras la llegada de Petro a Colombia o de Lula a Brasil y la pérdida de intensidad en la situación política de Venezuela. Pero piden una relación de igual a igual, que deje atrás las dinámicas coloniales del pasado.

La región más desigual del mundo

“La supuesta nueva agenda de la UE y América Latina enmascara viejas intenciones. Europa persigue el comercio y la inversión mientras margina a las personas en la región más desigual del planeta. Es la misma agenda del pasado, pero con otro nombre más moderno: the Global Gateway”, afea Hernán Saenz, experto de Oxfam.

La estrategia global europea pretende inyectar inversiones millonarias en países terceros para contrarrestar la creciente presencia de China y en menor medida de Rusia.

Un tercio de América Latina vive en la pobreza. Seis de cada diez personas latinoamericanas no llegan a fin de mes. La región pierde cada año el 6% del PIB debido a la evasión y el fraude fiscal. Es la región más violenta, con el 34% de las muertes del mundo. El 20% de las personas más ricas concentran la mitad de los ingresos.

“La UE debería ayudar a cerrar la brecha entre ricos y pobres y responsabilizar a las empresas por el daño causado a las personas y al planeta. Debe dejar de poner la inversión privada por encima de las personas y apoyar iniciativas como la primera cumbre fiscal regional para hacer una política fiscal justa”, prosigue Saenz.

El mes pasado, la Comisión Europea presentó su nueva agenda para relanzar las relaciones con la región. Las referencias a los términos sobre igualdad aparecían cuatro veces; mientras que la palabra comercio era repetida hasta en 35 ocasiones. Europa se ha olvidado durante años de una región a la que define como la más cercana en términos históricos, de valores, de visión global y culturales.

Pero la urgencia se ha producido como consecuencia de la guerra en Ucrania y de sus múltiples consecuencias. Por ello, ha sido consciente de que precisa materias primas y recursos energéticos en esta lucha global encarnizada por los recursos naturales y en medio de la escasez de suministros.

Bruselas ultima acuerdos con materias como el litio y espera concluir durante la Presidencia española el acuerdo comercial con Chile. Mientras, el de México está a medio gas y el de Mercosur, muy empantanado.

El eterno Mercosur

La cumbre no servirá como plataforma para grandes anuncios. Varias fuentes europeas inciden en que el valor añadido será el impulso político para revitalizar unas relaciones que estaban en muerte clínica.

En el centro de todas las miradas se encuentra el estancado acuerdo de Mercosur, que lleva negociándose sin ver la luz definitiva desde hace dos décadas. Tampoco la cumbre de esta semana será la cita para su desbloqueo.

Los europeos han introducido una especie de anexo sobre el cambio climático que Brasil refuta de lleno porque teme que pueda derivar en multas.

“No estamos renegociando o modificando, sino aclarando. No estamos tratando de sancionar a nadie, sino de fijar una postura sostenible contra la deforestación y el cambio climático”, inciden fuentes europeas, que insisten en que en estos momentos existe una “ventana de oportunidad” para poner el acuerdo en marcha y “hay que aprovecharla”.

El escenario más optimista pasa por concluir Mercosur y salvar las diferencias que oscilan en ambas regiones este año, bajo la Presidencia española, pero las expectativas no son demasiado altas.

Información adicional

Autor/a: Maria G. Zornoza
País:
Región:
Fuente: Público

Leave a Reply

Your email address will not be published.