Sin duda, la paz total es una idea novedosa del presidente colombiano Gustavo Petro y para el momento histórico y social que vivimos, pertinente en este país del Sagrado Corazón, que al otro día de proclamada la independencia con España, ya estábamos trenzados en una guerra civil entre centralistas y federalistas.
La idea de paz total, Petro la venia madurando antes, mucho antes de ser presidente, pero no deja de ser eso, una idea que de a poco tratamos de entender, lejos de ser una autopista perfectamente pavimentada en doble calzada que nos promete un viaje seguro, es, por el contrario, una trocha llena de recovecos y obstáculos que no sabemos a dónde conducen, con la esperanza que nos llevan a un fin.
Hasta ahora es un discurso en proceso de convertirse en línea de acción, una especie de brújula para recorrer un desierto lleno de tormentas de arena que se transita a la deriva en estado de alerta, tratando de visualizar en medio de la ventisca el oasis anhelado.
En este sentido, no existen registros facticos de sociedades que vivan una paz total, lo más aproximado a esta idea es el famoso ensayo kantiano de la paz perpetua, más pensada para los muertos que para los vivos. Pero como bien afirma Carlos Eduardo Maldonado en -la paz total. Despacio con el lenguaje-, ”Pensar la paz ,por si misma no es suficiente […] es preciso pensar y hacer posible, por todos los medios factibles, a la vida misma. En otras palabras, se trata de distinguir-no contraponer –los medios de los fines. La paz así sea total, es tan solo un camino para la verdadera finalidad, que es el cuidado, la afirmación, la exaltación y el posibilimamiento de la vida “(desdeabajo,13, oct.2022).
En este entendido, recorrer el camino -medio- hasta atravesarlo -fin- implica adentrarse en el mismo, saberlo recorrer con coordenadas precisas -método- es decir, con lineamientos políticos claros que lleven a acciones concretas. Así las cosas, en democracia más allá del discurso que pasa por decir y opinar sobre lo divino y lo humano, la política debe entenderse como el arte de saber comunicar y convocar en asuntos de interés público y sobre todo, de concretar con hechos convincentes, las intencionalidades o el plan, sin caer en un pragmatismo cercano a la ceguera, como sucede con algunos “Marketing políticos” de escritorios.
En síntesis, la paz total debe entenderse como un camino necesario para alcanzar un fin fundamental: la afirmación de la vida, lo que conlleva a la transformación de la vida cotidiana de los colombianos, que es, por cierto, aterradora y dramática todos los días.
Si como dijo el poeta, “caminante no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino… y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar” (1), esto significa, que, recorrido el camino, no es necesario volverlo a transitar nunca más. En ese momento, nos preocuparemos y ocuparemos de la vida.
Desde luego, la paz sea total o subtotal, debe desacreditar primero ese dispositivo perverso de los procedimientos violentos como los únicos triunfantes en nuestro país, lo cual implica urgentemente el desmantelamiento de los actores ilegales de todo tipo, una vez logrado ese paso, lo fundamental es pasar a una verdadera episteme que comience a conceptualizar la vida como tema central de la filosofía, la ciencia, la política, la economía, el arte, el psicoanálisis social en contexto0, la pedagogía y la vida misma, que nos lleve a la pregunta directa pero compleja, ¿qué significa vivir?
Como bien decía el maestro Diario Botero Uribe, “sabemos poco de la vida porque en esta civilización la vida no es objeto de conocimiento, de reflexión, de aprendizaje, de discusión, de interpelación” (2).
Vamos por el mundo arrojados como una piedra que cae por la acción de la gravedad en aguas turbulentas, nadando mal, tragando aguas de todo tipo: religiosas, ideológicas, psicológicas, políticas, sociales, etc., chapuceando en esas corrientes de la vida, donde se nos ve si acaso el sombrero.
Preocuparnos por otra vida cotidiana (es distinto a preocuparnos por la otra vida), de la cual no tenemos posibilidades de conseguir registros facticos en tanto no rigen para este mundo, significa, desmarcarse de la visión unilateral que la concibe solo como producción de los medios de vida y nos desvía del entendimiento de la vida en su complejidad, “Esa concepción instrumental está en la teoría económica contemporánea. Detrás, tanto de la concepción capitalista como marxista*, existe un enfoque de la vida como particularidad; no obstante, para el vitalismo cósmico es una energía que brota del cosmos, atraviesa la vida biológica, organismos y cuerpos, y a partir del homo sapiens configura la transnaturaleza, la cual genera la vida psicosocial, la vida es, pues, una universalidad que vitaliza individuos y grupos, pero que no se detiene allí” (3).
Vista de esta manera, producir la vida no es solo un fenómeno económico, sino igualmente cósmico, biológico, afectivo, imaginativo, psíquico, lúdico, artístico, creativo y más.
Una concepción unilateral de la vida, nos conduce a calumniarla todos los días, porque arguye que, para mantenerse vivo, el individuo tiene que alimentarse, pero olvida que solo de pan no vive el hombre, sino de consumir fantasmas, deseos, dramas, mundos posibles, sueños y pesadillas.
Para acabar y no para terminar, decir, que no es la economía la que produce la vida, sino la vida la que produce la economía. Y que no solo produciendo mercancías consumibles reproducimos la vida, sino pensando, soñando, amando, deseando, emocionándonos.
Por eso, es preciso, volver al inicio de este artículo, concluyendo que el fin ultimo de la paz, pasa por la afirmación de la vida , y esta a su vez pasa por la transformación de la sociedad capitalista de hoy donde se produce una inversión fundamental, que hace que sean admirados los magnates tipo Bill Gates, “los capitalistas poderosos, en tanto que los intelectuales y artistas, los maestros, los creadores son episódicos o bien son ignorados o reputados intrascendentes a quienes ocasionalmente se les otorga un reconocimiento en un ámbito determinado y con un valor marginal ”.
Notas
(1) Antonio Machado. campos de castilla. España.1912.
(2) Darío Botero Uribe. La concepción ambiental de la vida. Bogotá. 2009, P,25.
(3) Darío Botero Uribe. La concepción ambiental de la vida. Bogotá. 2009.P,19.
*Nota aclaratoria. El marxismo tradicional entendido como el Marx soviético inventado por Lenin y Stalin, dista mucho del mismo Marx, quien tenía una sensibilidad estética frente a la vida, como lo testimonian los Gundrisses y los numerosos artículos de expertos, entre ellos los de Enrique Dussel Ambrosini.
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