–Buenas tardes, vecinos y vecinas de esta hermosa localidad de Usme, nido de amor. Les invitamos a nuestra XIII Toma de Teatro Popular de Usme. Hoy estamos en el Salón Comunal La Fortaleza con la agrupación Casa Taller La Rayuela y su obra Las aventuras de Júpiter. Les esperamos a las 3 de la tarde. La entrada es libre y va para todo el público.
La que así habla es Diana Perdomo, de la agrupación Baruc, su voz retumba desde una bocina y su onda se extiende por todas las calles de este barrio de Usme. Su eco detiene las acciones de todas las personas por leves segundos. Frena los pasos de una madre que iba cogida de la mano de su hijo. Una muchacha que echa ají a una papa rellena, se detiene, mira de reojo y de un solo mordisco casi la come completa. En una cantina, sonando vallenato de fondo, una pareja interrumpe su conversación. Un barbero atiende a un cliente y los demás escuchan la invitación sentados, hipnotizados con sus celulares, esperando su cita con la máquina de peluquear. ¿Irán al teatro?
Al paisaje sonoro se suma Luz Estela Martínez, integrante del Cabildo indígena Ambiká Pijao. Ella conoce la localidad en su totalidad, pues la habita desde los 9 años y actualmente reside en el barrio Comuneros. Se involucró en las artes porque en su comunidad indígena tienen un grupo de danzas y después conoció a Patricia Benitez del colectivo Usmescena, al cual se involucró y ahora hace teatro. Toma un megáfono con su mano derecha e invita a la comunidad diciendo: «vengan, este es un homenaje a la tradición y orgullo de Usme».

Luz Estela invita a la comunidad a asistir a la función de teatro. Para ella hacer teatro es una ayuda para olvidarse de sus problemas.
Su intervención hace referencia al espíritu del teatro comunitario y el legado que dejó el maestro Jorge Ariza, promotor de la Toma de Teatro Popular de Usme e integrante del grupo Trasescena que en sus inicios invitó a grupos como el Teatro Experimental de Fontibón –TEF–, Kabala y Tercer Acto. «Como no había dinero, se hacía un trueque; Trasescena se presentaba en la sede del grupo que había hecho la función, como forma de intercambio», recordó Juan Carlos Pérez, del teatro Hijos del Sur y actual coordinador de la décimo tercera versión.
Mientras Diana y Luz Estela, del grupo de divulgación, invitan a la comunidad a asistir a la función en el Salón Comunal La Fortaleza, las demás personas del equipo organizador adecuan el espacio para la presentación. Arnold Soriano, del grupo Usme Proyecto Teatral, sube por los peldaños de una escalera metálica, en una mano tiene una cinta transparente y en la otra una bolsa negra de basura para tapar los tragaluces del techo. La oscuridad siempre está aliada al teatro. Juan Carlos sostiene la escalera para evitar un accidente.
«Si se llegara a presentar alguna eventualidad tengo que prestar los primeros auxilios a los artistas o a las personas que estén dentro del evento», dice Adriana Juanías, auxiliar de enfermería. «Hay obras chistosas como Caperucita, pero recreada a las vivencias de Usme. Por ejemplo está Ñerón, el novio de Caperucita, y las amigas de esta que son señoras chismosas. Dado el caso que una compañera se indisponga y no pueda sumarse a la obra, yo sé hacer algún papel de vieja chismosa», comentó Adriana, vestida con su uniforme blanco.
Las aventuras de Júpiter: una obra nacida en pandemia
Es una tarde seca y el viento parece perezoso para dar una vuelta por el barrio. Aún así el perifoneo ha dado resultado. Las niñas y niños van ingresando al espacio, se van sentando expectantes de lo que va a ocurrir, algunos son dejados por sus familiares y otros entran con ellos a ver Las aventuras de Júpiter, «Una obra de teatro que cuenta la historia de Júpiter, un habitante de los mundos de la fantasía, a través de música, cantos y poesías que nos harán vivir emociones, risas y alegrías, haciendo al público parte de está mágica aventura», se lee en un folleto la sinopsis de la obra.

Ángela Cruz interpreta a Cometa, protagonista de Las aventuras de Júpiter, que juega con los y las niñas durante la función.
Esta es una obra de teatro cuyo origen fue un cuento creado en la pandemia. Según su creadora, Ángela Cruz, de Casa Taller Rayuela y licenciada en Educación Artística de la Universidad Distrital, el encierro y los cuestionamientos del cómo trabajar las emociones en los infantes le motivaron, junto con otros compañeros, por acercarse al fenómeno y darle cuerpo en un texto. Además la población en época pandémica vivió, entre otras, agudizaciones en violencias intrafamiliares y la discusión se dominó en un inicio con un enfoque adultocentrista que olvidó lo que vivía la infancia en ese momento.
«Los niños empiezan a retener emociones y uno piensa que siempre están felices. Y no, pueden estar muy tranquilos o haciendo berrinche. En la obra hablamos “¡ay! los dulces, el compartir”. No digo que comamos dulces y es la solución, no, es una analogía. Una excusa para llegar a ellos e identificar su expresión de emociones. Un niño llora, se le da un dulce y está feliz […]. Es decirles que pueden llorar, sentir miedo, alegría, tristeza. Ellos no se quedan en una sola emoción. Los regañas, se ponen bravos, cogen un juguete y se les pasa. Las formas como se manifiestan las emociones es un tema importante. Pueden pasar de un pico al otro sin que les afecte mucho», dijo Ángela en entrevista para desdeabajo.
La pandemia también aceleró los usos de tecnologías digitales, lo que hizo que el cuento fuera pensado para youtube, narrado con voz en off y recreado con sombras chinas. En su momento funcionó, pero las preocupaciones empezaron a llegar cuando «nunca sabía qué sentía la gente al ver el vídeo. En mi formación hacer el teatro foro con el público es muy importante», recordó Ángela. Esto hizo que el cuento evolucionara a obra de teatro y actualmente combina la parte audiovisual de sus orígenes con música en vivo e interacción con el público.
A lo que agregó Ángela, con convicción en su voz: «no hay teatros pero hay salones comunales y espacios no convencionales. Es a donde tenemos que llegar con el arte y formar público. No es solo ir al teatro, a la élite, sino también darle el acceso a la comunidad. Donde hay una necesidad de sentir, expresar y compartir en familia. Un papá, un sábado a las 3 de la tarde, no se queda viendo televisión con los niños, no, les dice “vamos al Salón Comunal”».

Cometa junto con Júpiter
Autogestión, relacionamiento con la institucionalidad y desafíos
Las versiones de la Toma de Teatro Popular de Usme ayudan a mantener el espíritu y tejido comunitario, involucrando a las personas de los barrios a involucrarse en el teatro y las danzas. También catapultó nuevos procesos, como la creación de la Red Teatral de Usme, que une colectivos escénicos de la localidad, como: Usme Proyecto Teatral, Usmescena, Baruc, Hijos del Sur y Mahimata, en la que realizan ejercicios de participación y gestión cultural.
«Queremos influir en las políticas culturales, siempre ha sido una discusión la distribución del presupuesto. Durante algunos años esta Toma fue patrocinada por la Alcaldía Local. El año pasado decidieron cambiar el formato de los festivales. “No, la toma de teatro no nos interesa. Es poco público, generalmente son niños y muchachos, esa gente no vota”, es lo que piensan. En Usme es muy clientelista el manejo de la cultura. Controlado por ediles y personajes de la alcaldía local como capital propio», dijo Juan Carlos Pérez que, al conocer esta dinámica, junto con los demás miembros del equipo participaron a la Beca Lep Festivales Independientes de Teatro y Circo del Instituto Distrital de las Artes (Idartes), la cual ganaron y pudieron realizar el festival de este año.
Desde el año pasado ya está publicado el Plan Nacional de Cultura 2024 – 2038 en el cual reposa un tema sobre la cooperación y sinergias público-privadas y público-populares que contempla: «incentivar y visibilizar sinergias con organizaciones populares que permitan fortalecer la autonomía y gobernanza de los territorios para la ejecución de procesos culturales». Un reto que todavía falta por concretar pues la Dirección de Estrategia, Desarrollo y Emprendimiento (DEDE), que en su misionalidad contempla la ejecución de ese y otros objetivos, ha brillado por su ausencia, pues procesos como la Toma de Teatro Popular de Usme desconocen su existencia.
«Nosotros le apostamos a la autogestión, uno no tiene que esperar que el Estado le patrocine sus locuras, su arte. Asumimos que es un derecho cultural que hay, no es solo ver teatro, ir a conciertos etc, sino también a hacer. La expresión humana es un derecho inalienable […]. Nosotros seguimos peleando para que el festival vuelva a ser patrocinado por la Alcaldía Local porque son recursos públicos. Lo público no es regalado, lo público es el impuesto», opinó Juan Carlos Pérez.
El mismo Plan Nacional de Cultura, mencionado, contempla el tema sobre economías sociales, solidarias y populares en el sector cultural el cual abarca una estrategia para: «trazar lineamientos en la política cultural que reconozcan y fomenten los diversos modelos organizativos y de producción sostenible del sector cultural, como los modelos cooperativos, comunitarios, populares, circulares, entre otros».
Sobre lo anterior, Juan Carlos Pérez, dice: «Es muy claro el cambio a los anteriores gobiernos. La economía naranja fue una vaina que nunca nadie entendió. Era el negocio de grandes productoras y conciertos. MinCultura ha llegado con ciertas cosas, ha hablado con la gente pero falta mucho ¿no? Falta mucho impulso con la economía popular. Sí, está bien pero ¿cómo lo hacemos? Medio lo entendemos, pero ahí no hay un cómo, se ha quedado corto».
El Plan Nacional de Cultura 2024-2038 proporciona vías para que las organizaciones culturales puedan darse la pelea en contra del clientelismo y, además, buscar aperturas para mejorar la veeduría, reformular y participar activa y directamente de estas políticas públicas que contempla el plan y demás posibilidades que se pueden abrir con una lectura juiciosa de este. A la comunidad integrada en la XIII Toma de Teatro Popular de Usme le gusta hacer teatro, danza y desarrollarse en más artes vivas, aparte pertenecer a un comité para apoyar la concreción del festival y la red. Aunque puedan autogestionarse en otras actividades, vendiendo boletería, haciendo aporte voluntario y “pasando la gorra”. Como también que alguien aporta el sonido, otra persona las luces y otra colabora con el carro, el recurso financiero siempre hace falta, por eso la articulación de las llamadas sinergias público-populares todavía necesitan concretarse.
Al acabarse la obra «Las aventuras de Júpiter», Luz Estela, Diana, Adriana, Juan Carlos, Arnold y demás integrantes del equipo doblaron los telones negros que cubrían las ventanas, bajaron las luces que estaban en las esquinas, amarraron los enredados cables, acomodaron las sillas y barrieron el salón comunal. Mientras Ángela y los demás actores se cambiaron y desmaquillaron para dar por terminada la función, la cual, por la gran asistencia que respondió a la invitación, demostró que la comunidad cambió su rutina, dejó sus celulares por un momento, apagó el televisor y buscó a sus hijas, hijos, familiares y vecinos infantes para asistir a reír, interactuar, debatir y reflexionar en torno a una obra de teatro.

En la foto con sombrero está Juan Carlos Perez junto con el equipo de la XIII Toma de Teatro Popular de Usme y los integrantes de Casa Taller Rayuela.
Mira la programación de la XIII Toma de Teatro Popular de Usme, aquí.
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