Los primeros meses de Trump en la Casa Blanca representan una gigantesca aceleración en la historia. El equilibrio de poder entre las potencias mundiales se está tambaleando y las políticas antisociales y racistas de Estados Unidos se están reforzando enormemente. Estamos viviendo un salto cualitativo en la situación: la reacción a los “profundos cambios que se dan en el mundo” pronosticada por François Sabado en 2011 1.
Esta conmoción era esperada. De hecho, la victoria del candidato del Partido Republicano era previsible, dadas las posiciones adoptadas por su competidora Kamala Harris y el Partido Demócrata, que les llevaron a una derrota programada. La forma en que se había desarrollado la salida de Trump en 2021, con un ensayo general de golpe de Estado en el Capitolio, y el contenido de su campaña, también daban fuertes indicios de sus futuras políticas.
El hecho es que el mundo entero está siendo golpeado por las políticas del nuevo presidente, que tiene casi todos los poderes: la presidencia, la mayoría en el Congreso (tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado) y en el Tribunal Supremo.
La reacción trumpista
Las primeras medidas de Trump han sido terroríficas, incluyendo lo que calificó como “el mayor programa de deportaciones de la historia de Estados Unidos”. Definió a las y los inmigrantes de “invasores” criminales y anunció el fin del estatus legal de 532.000 personas latinoamericanas, cubanas, haitianas, nicaragüenses y venezolanas, a las que ordenó abandonar el país antes del 25 de abril.
El derecho al aborto se ha visto gravemente atacado con la anulación del caso Roe contra Wade, al igual que los derechos de las personas LGBTI, especialmente con la abolición de las medidas DEI (Diversidad, Equidad, Inclusión) y el hecho de que el gobierno reconozca ahora como géneros sólo al hombre y a la mujer.
La labor de destrucción emprendida por el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), dirigido por Elon Musk, ha llevado a la supresión del Departamento Federal de Educación y al despido de miles de trabajadores y trabajadoras en diversas agencias, administraciones, institutos, universidades, servicios sanitarios, etc. Se cree que están en peligro unos 50.000 puestos de trabajo. También se retirarían varios miles de millones en subvenciones a la investigación médica y científica, sobre todo en el campo de las enfermedades infecciosas. Se amenaza con destituir a las y los “jueces federales corruptos” y se les amenaza de muerte. La libertad de prensa está siendo pisoteada.
Trump está contribuyendo a transformar Estados Unidos en un sistema aún más autoritario de lo que ya era, y la amenaza de un golpe de Estado o de una transformación gradual en una dictadura es real 2.
En cuanto a las relaciones internacionales, el cambio es considerable con la puesta en marcha de una nueva estrategia de defensa de los intereses de las clases dominantes estadounidenses, que consiste en exigir una mayor vasallización de sus aliados, como lo demuestra, en particular, la presiónsobre Canadá y México en relación con los aranceles. En Ucrania, la política de Trump parece oscilar entre un acuerdo con Putin destinado a repartirse el país y sus riquezas –similar al reparto de Polonia por Hitler y Stalin en 1939– y el establecimiento de un protectorado por parte de Estados Unidos a cambio de prebendas económicas y la incautación de las riquezas ucranianas, sin que ambas hipótesis sean incompatibles.
La aceleración de la ofensiva bélica en Palestina, con la intensificación de los bombardeos y la ofensiva terrestre en Gaza, así como los ataques contra Cisjordania, es una muestra de la voluntad de Israel y Estados Unidos de reforzar su dominio en la región, cualesquiera que sean las consecuencias humanas.
Frente a Rusia y China
En último término, la política de Trump es una aceleración de la reacción de las clases dominantes estadounidenses a la profunda transformación del mundo que se viene produciendo desde hace casi veinte años. François Sabado señaló que “la crisis acentúa los cambios en la relación de fuerzas a nivel mundial, con el ascenso de los países emergentes, el retroceso de Estados Unidos y, sobre todo, de Europa. El mundo occidental, especialmente Norteamérica, conserva su poder político y militar y su fuerza económica, pero pierde terreno frente a China y en relación con otras potencias emergentes” 3. Pero la crisis se ha agudizado aún más, con tasas de crecimiento reducidas a la mitad o a un tercio. Y la crisis ecológica hace vital para los capitalistas reconfigurar el mundo, sus esferas de influencia y el saqueo de las riquezas. Como consecuencia, la competencia se ha intensificado y las grandes potencias han entrado en una fase de mayor confrontación.
Es por ello que la ofensiva imperialista estadounidense no es una ofensiva aislada: ahí está el papel de Rusia en la ofensiva bélica contra Ucrania, que pretende colonizar el país y apoderarse de sus riquezas y su poder político; y aunque se hable menos, no hay que olvidar sus intervenciones en África, a través del grupo Wagner, en particular en Libia, la República Centroafricana, Malí, Burkina Faso y Níger, y mediante la instalación de bases militares en Sudán, Libia, Chad, etc. Durante mucho tiempo, Rusia no ha podido intervenir en estos países. En este contexto, Rusia no ha podido mantener su dominio en Siria.
China también avanza, posicionándose en toda África, pero también en América Latina, donde se ha convertido en el segundo socio comercial (+151 % entre 2007 y 2017, con un plan de cooperación para aumentar los intercambios a 500 000 millones de dólares y desarrollar inversiones por valor de 250 000 millones) 4. Forma una alianza de facto con Rusia, tanto en términos militares (maniobras conjuntas, venta de armas a Rusia, etc.) como económicos y energéticos, en una dinámica en la que Rusia, antaño más avanzada, está cada vez más dependiente y sometida económicamente a China.
El tercer polo
Los intentos de Trump de llegar a un acuerdo con Putin han supuesto un electroshock para la Unión Europea, y más concretamente para Francia y Alemania. Las dos principales potencias europeas –en términos militares y económicos– han deducido de ello la necesidad de acelerar la construcción del poder europeo, estancada desde hace casi veinte años. Para el futuro Canciller alemán Merz, faltan “cinco minutos para medianoche, y la prioridad absoluta es que los europeos puedan defenderse”, tanto comercial como militarmente.
En el espacio de unos días, a principios de marzo, los dirigentes de Francia, Alemania, Reino Unido y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, acordaron planes para aumentar el gasto militar. 4,7 % del PIB en Polonia, 5 % en Estonia, 5 a 6 % en Lituania, 2,5 % en el Reino Unido y 3,5 % en Francia, duplicación del gasto en Dinamarca… Merz ha impulsado un plan de inversión de 1 billón de euros en diez años, poniendo en entredicho la regla del déficit cero en un país condicionado por el pacifismo desde 1945. El gobierno francés quiere encontrar cientos de miles de millones de financiación procedentes de las cuentas de ahorro Livret A y de los seguros de vida…
En el plano económico, el Comisario europeo de Prosperidad y Estrategia Industrial manifiesta la voluntad de europeizarlas empresas, tanto en términos de salidas comerciales como de líneas de producción, con una preferencia europea, dejando de lado los objetivos de descarbonización.
Su política consiste, pues, en construir una Europa poderosa, capaz de competir tanto con Estados Unidos como con Rusia. Y si bien en estos momentos aún, la extrema derecha y los sectores de la burguesía que se le han unido siguen deslumbrados por Trump y Putin, a quienes ven como modelos, en Italia la extrema derecha se alinea con el deseo de construir el poder europeo. Giorgia Meloni ha declarado que Italia “forma parte plenamente de Europa y del mundo occidental”. Rassemblement National en Francia ha cambiado de posición en relación a la salida de la OTAN. El posicionamiento a medio plazo de la extrema derecha europea, y su capacidad para encarnar una reacción burguesa europea autoritaria, está aún por determinar.
Una dinámica irresistible
Los peligros de esta aceleración de las tensiones entre las grandes potencias imperialistas son inmensos, tanto en el plano militar como en el social. En efecto, estas tensiones son parte integrante de la crisis de rentabilidad del capitalismo 5, de su incapacidad para volver a poner en marcha la máquina y de la aceleración de su carácter depredador 6. Esta dinámica no es nueva –el gasto militar estadounidense, por ejemplo, ha aumentado considerablemente en la última década–, pero se ha acentuado mucho más, llevando al mundo ante la posibilidad de confrontaciones –económicas o militares– a un nivel sin precedentes desde el fin de la URSS.
Estos dos tipos de confrontación no se pueden diferenciar y están vinculados a las necesidades de las clases dominantes de conquistar nuevas esferas de influencia económica, alterando las balanzas comerciales, reduciendo los derechos de aduana, saqueando los recursos, etc. Por eso es importante comprender la naturaleza de estas confrontaciones. Así es como debemos entender la guerra comercial de Estados Unidos con la Unión Europea.
Tampoco podemos separar los enfrentamientos interimperialistas y los ataques antisociales, racistas y autoritarios que se generalizan en la mayoría de los países del mundo, porque también ellos pretenden multiplicar por diez la capacidad de explotación de todos los ámbitos del capitalismo. Este es el sentido de la uberización, de la multiplicación de las ventas [por internet] o el alquiler de servicios, de la sobreexplotación de los trabajadores y trabajadoras sin papeles y del desarrollo del trabajo informal, de la destrucción y/o privatización de los servicios públicos, etc. Mientras tanto, el racismo contribuye a la sobreexplotación, a crear un estado de ánimo nacionalista y belicista, y a incidir en las capacidades de resistencia de las clases trabajadoras. La represión y todas las medidas antidemocráticas, combinadas con el control de la información y de los medios de comunicación, completan este cuadro que conduce a cada vez más guerras y autoritarismo.
La extrema derecha fascista, en sus múltiples formas, está en auge en todo el mundo y está en el poder o a las puertas de él en varios países europeos porque ofrece una respuesta a muchas de estas cuestiones.
Reacciones populares
Sin embargo, los ataques de las clases dominantes no se quedan sin respuesta y las movilizaciones de masas se han multiplicado en las últimas semanas, porque las políticas de las clases dominantes empiezan a golpear el corazón de lo que permite al capitalismo ser aceptado por las clases trabajadoras: un mínimo de respeto democrático y social. Como dice Robi Morder, la ruptura se produce cuando se ataca la dignidad 7.
Y así hemos visto enormes manifestaciones en Serbia y Grecia contra las mentiras sobre los accidentes ferroviarios, al igual que en Turquía contra el encarcelamiento del alcalde de Estambul. Estas protestas suponen una confrontación con el poder político y no se limitan a reivindicaciones inmediatas; son también la expresión de una ira social y democrática más amplia. En Estados Unidos se han producido protestas a gran escala contra las medidas antiinmigración. En Francia, las movilizaciones, especialmente del movimiento feminista, pero también contra el racismo y los despidos, han demostrado que la situación sigue siendo muy inestable. Lo mismo ocurre en América Latina, en Gran Bretaña (tras las reacciones a los ataques racistas), en Alemania (con las movilizaciones contra la extrema derecha y todas las reacciones, así como, aunque limitadas, sobre el empleo). Y así sucesivamente.
Para las y los revolucionarios, la situación no es nada sencilla. Una gran parte de la izquierda está dispuesta a alinearse con las políticas belicistas, por chovinismo o por acuerdo con las posibilidades de impulsar temporalmente la economía mediante el gasto militar. Las organizaciones de la izquierda institucional están vinculadas al orden burgués de muchas maneras: los aparatos sindicales dependen en gran medida del Estado, y algunos están dispuestos a dejarse arrastrar por la carrera desenfrenada hacia la guerra y la energía con el pretexto de salvaguardar los puestos de trabajo; las y los representantes electos están apegados a sus cargos; existen diversos vínculos humanos e ideológicos en el seno de las castas dirigentes. En otros sectores domina la tentación campista o la indiferencia ante la resistencia de los pueblos –en Palestina o Ucrania, según los países y las organizaciones– sacrificados a los intereses de las grandes potencias.
Como en los períodos previos a las dos guerras mundiales, las alianzas no están completamente predeterminadas ni grabadas en piedra, porque dependen de muchos factores: los intereses cruzados de los diferentes sectores económicos (nuevas tecnologías, industria, finanzas, etc.) y las capas de la burguesía que les corresponden.
Elementos de orientación
Todo lo que podemos hacer en esta fase es establecer algunos principios generales y posiciones tácticas. El primer principio es recordar que la naturaleza política de los regímenes no determina su lugar en las relaciones de fuerza: debemos oponernos a los imperialistas y apoyar a las naciones oprimidas, sea cual sea su poder político. Así pues, debemos oponernos a la invasión rusa y apoyar a Ucrania, sea cual sea la naturaleza del régimen de Zelenski, con la esperanza de que la derrota de Rusia provoque una convulsión en el país.
Debemos oponernos al militarismo de las grandes potencias, al aumento de los presupuestos militares, debemos promover el desarme nuclear y debemos defender la derrota de las potencias imperialistas 8. Posicionarse frente al militarismo es complejo, pero parece que, en el periodo actual, nos interesa reforzar el sentimiento antibelicista y participar en la construcción de un movimiento contra el auge de la guerra. Tal movimiento no se opone –al contrario, debe apoyar– las guerras de liberación contra el imperialismo, armadas o no, en Ucrania y Palestina en particular, y cualquiera que sea la dirección política de los movimientos de liberación.
En tercer lugar, en todos los conflictos, apoyamos las soluciones de abajo arriba. En Ucrania, donde sabemos que la victoria requiere la participación popular; lo que exige, al menos, un cambio de la política antisocial del Estado, si no un cambio de régimen. Pero también en Kurdistán, en Siria y en todas partes. Es también el caso, por supuesto, de las luchas sociales: es urgente en todos los países oponerse a los ataques liberales y al autoritarismo defendiendo la democracia –en particular contra la extrema derecha–, al racismo y a todas las formas de discriminación, construyendo movimientos de masas.
El cuarto punto es la necesidad absoluta de la unidad en esta situación: al exacerbarse las contradicciones de clase, e incluso cuando las organizaciones del movimiento obrero están muy integradas y son pasivas, los conflictos producirán casi mecánicamente reposicionamientos que concretarán políticamente las oposiciones entre la burguesía y el proletariado. Por ello, manteniendo nuestra independencia frente a los gobiernos de centro-izquierda comprometidos con el liberalismo y construyendo fuerzas revolucionarias abiertas e independientes, es vital esforzarnos por la unidad de acción. Esto es particularmente cierto en la lucha contra la extrema derecha y contra las ofensivas reaccionarias.
El quinto punto es que todas las certezas sobre la evaluación de la relación de fuerzas y la conciencia pueden ponerse en cuestión de un día para otro. En primer lugar, porque “a nivel global, si las políticas existentes continúan sin medidas adicionales, el IPCC (Informe de Síntesis 2023) estima que el calentamiento global alcanzará +1,5 °C en 2030, +2 °C en 2050 y alrededor de +3 °C en 2100 en comparación con 1900” 9, con consecuencias imprevisibles. Y porque los efectos de la precipitación capitalista producirán en los jóvenes y en el mundo laboral conmociones imposibles de predecir. Nos toca a nosotros y nosotras responder.
1/04/2025
Antoine Larrache es editor de la revista mensual Inprecor
Inprecor 731, abril de 2025
Traducción: viento sur
- “Notas sobre la situación internacional” François Sabado
- “États-Unis : Quelle est la distance qui nous sépare du fascisme?”, Dan La Botz, 27/03/2025.
- Ibid.
- “Chine: l’autre superpuissance ”, Alternatives sud, 1er trimestre de 2021.
- “La persistencia de una larga depresión del capitalismo mundial”, Michael Roberts 6/04/2024
- “Un capitalismo en crisis, depredador y autoritario” Entrevista a Romaric Godin, 1/03/2025
- “L’unité et le combatpour la dignitésont les ciments des mobilisations de masse de la jeunesse”
- “Le défaitisme révolutionnaire, hier et aujourd’hui” Inprecor, nº 731, abril de 2025.
- “La trajectoire de réchauffement de référece pour s’adapter au changement climantique”. Météo France, 16/10/2024.
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