Europa ha financiado 60% de todo el gasto del enfrentamiento, aclara Macron al republicano
Washington. Martes 25 de febrero de 2025. El presidente Donald Trump aseguró ayer que su par ruso, Vladimir Putin, estaría dispuesto a aceptar el despliegue de fuerzas europeas de mantenimiento de la paz en Ucrania, e incluso “quizá” podría devolver parte de los territorios tomados, aunque advirtió que “no será fácil”, en una jornada en la que durante un encuentro con su par de Francia, Emmanuel Macron, ambos mostraron marcadas diferencias en su enfoque sobre la guerra en la ex república soviética y su apuesta por un rápido acuerdo de alto el fuego con Rusia.
“Las tropas podrían ir a Ucrania como pacificadores, para que cuando haya un acuerdo puedan vigilar que todo se cumpla”, señaló el magnate, y severó que Putin “lo aceptaría, ya le he preguntado”. Incluso planteó que Kiev podría recuperar algunos territorio, conquistados por Moscú: “Sí, lo creo. Quizás… eso espero”, añadió.
Para terminar la guerra es necesario “un acuerdo rápido, pero no frágil”, remarcó Macron en su visita a la Casa Blanca. “Esta paz no debe significar una rendición de Ucrania ni un alto el fuego sin garantías, sino que debe permitir que Ucrania mantenga su soberanía y pueda negociar con otros actores sobre cuestiones que le afectan”.
Durante la rueda de prensa con Macron, Trump reiteró: “hemos gastado más de 300 mil millones de dólares en apoyo a Kiev y Europa ha gastado en torno a 100 mil millones; es una diferencia importante y tendremos que igualarla en algún momento”.
Macron le interrumpió tomándolo del brazo: “no, para ser francos, hemos financiado 60 por ciento de todo el gasto y ha sido con préstamos y garantías, como Estados Unidos, y también hemos aportado dinero real”, replicó.
“Si tú lo crees, a mí me parece bien”, respondió el magnate.
En este contexto, el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó una resolución patrocinada por Estados Unidos que pide un fin rápido a la guerra, pero no menciona la agresión rusa. La votación fue de 10 a favor, incluidas Rusia y China, cero en contra y cinco abstenciones.
Más temprano, la Asamblea General de la ONU rechazó este texto y exigió incluir que el conflicto era resultado de una “invasión a gran escala de Ucrania por parte de la Federación Rusa”.
Por otra parte, los países de la Unión Europea (UE) adoptaron su 16 paquete de sanciones a Rusia, al tiempo que líderes europeos que viajaron ayer a Kiev para participar en la Cumbre de Apoyo a Ucrania y a su incorporación a UE consideraron prematuro debatir sobre el posible despliegue de tropas occidentales sobre el terreno.
El presidente ucranio, Volodymir Zelensky, alabó los “tres años de resistencia” en el aniversario de la invasión rusa, y advirtió que el logro de la paz debe ser “mediante la fuerza, la sabiduría y la unidad de nuestra cooperación con ustedes (los países europeos)”.
Si Ucrania sigue sin poder unirse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), “no tendremos otra opción que construir la OTAN en Ucrania. Esto significa asegurar la financiación, los contingentes militares y la producción de defensa necesarios para garantizar la paz. ¿Podemos hacerlo solos? No”, enfatizó.
El conflicto Moscú-Kiev cumple tres años sin dejar de sembrar muerte y devastación
Juan Pablo Duch
Moscú. Martes 25 de febrero de 2025. Al cumplirse ayer el tercer año desde que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenó lo que llama “operación militar especial” en Ucrania, la guerra entre estos dos pueblos eslavos, otrora hermanos y ahora distanciados, quizá para siempre, continúa sembrando muerte y devastación como lo ha hecho durante mil 97 días consecutivos.
Mucho se ha escrito y comentado en radio y televisión estos días acerca de la irrupción del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el escenario como pretendido mediador entre Rusia y Ucrania en unas negociaciones que –según los observadores más sensatos, es decir, los imparciales– están lejos de haber comenzado y que, planteadas en los términos actuales, sin tomar en cuenta los intereses de todas las partes involucradas, difícilmente puedan poner fin a la guerra.
Hasta ahora, sostienen quienes siguen de cerca lo que ocurre en Washington, Moscú, Kiev y Bruselas, las grandes capitales implicadas, Vladimir Putin y Volodymir Zelensky se limitan a ofrecer por separado a Donald Trump algún “trato” que, conforme a la mejor tradición del estira y afloja que presupone la compraventa de inmuebles, creen que pueda resultar de su interés.
El mandatario ruso propone normalizar relaciones para impulsar la cooperación económica hasta en el Ártico y, apunta el politólogo ruso Aleksandr Morozov, partir de la premisa de que tener arsenales nucleares da derecho a dominar zonas de influencia, pero –agrega– el mundo no es el mismo y ya no parece posible reditar una suerte de sistema de Yalta o Potsdam.
El gobernante ucranio sugiere compartir los recursos minerales del país, pero en una proporción razonable y no en la desmesurada que planteó Trump y declinó con dignidad Zelensky, considera el analista ucranio Georgy Chizhov.
Las condiciones rusas
En tanto, declaraciones recientes del canciller Serguei Lavrov, el asesor presidencial en materia de política exterior, Yuri Ushakov, y el portavoz de la presidencia rusa, Dimitri Peskov, por citar a algunos funcionarios, ponen de relieve que el Kremlin insiste en mantener más o menos 20 por ciento de la superficie del vecino país eslavo: los territorios ucranios ya conquistados, incluidos los que todavía le falta ocupar en las regiones de Donietsk, Jersón y Zaporiyia, incorporadas a la Federación Rusa, junto con Lugansk. También quiere que Kiev renuncie a la idea de ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), se declare neutral y desarme a su ejército, aparte de modificar las leyes para favorecer la lengua, la cultura y religión de la población de las regiones con más o menos habitantes de origen ruso. Ucrania rechaza esas imposiciones.
El gobierno de Ucrania, por su parte, si bien ya moderó su retórica inicial de recuperar el territorio que tenía como parte de la Unión Soviética de acuerdo con sus fronteras de 1991 o incluso los límites que había hasta el 24 de febrero de 2022, confía en que la cesión de territorio tenga un estatus temporal y centra su estrategia en conseguir sólidas garantías de seguridad.
Entre éstas, menciona su adhesión inmediata a la alianza noratlántica o el despliegue de un contingente de paz con militares de países europeos en la línea de separación de los mil 200 kilómetros del frente, armamento suficiente para no volver a ser atacado y dinero para reconstruir las infraestructuras y viviendas dañadas. Rusia no acepta tales exigencias.
En ese contexto, y al margen de lo que diga o deje de decir cada día Trump, las noticias de las semanas recientes muestran que Rusia sigue bombardeando ciudades ucranias; y Kiev, instalaciones industriales y militares rusas; el ejército de Moscú, con una superioridad en armamento de dos o tres veces, continúa su lento avance en Donietsk, conquistando pequeñas aldeas abandonadas y, tras seis meses y un año de asedio, algún bastión del enemigo cuando ya queda reducido a ruinas y pierde su valor estratégico; las tropas ucranias permanecen en la región rusa de Kursk, sin que puedan expulsarlas de ahí.
Y en esta guerra de desgaste para Rusia y para Ucrania ambos ejércitos sufren numerosas bajas en muertos y heridos.
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