Europa reacciona ante la inacción de Trump en Ucrania: más sanciones, supermisiles y envío de tropas
Soldados ucranianos en Donetsk, este miércoles.REUTERS

El plan danés de enviar tropas a Ucrania para “aprender” de la guerra, los misiles alemanes y las nuevas sanciones a Moscú disparan la presión europea a la entente de EEUU y Rusia

Europa no se lo está poniendo fácil al presidente estadounidense, Donald Trump, y a su estrategia para finiquitar la guerra de Ucrania cuanto antes. Pese a las noticias que llegan del campo de batalla, donde Rusia mantiene la iniciativa y el ejército ucraniano es incapaz de recobrar un solo kilómetro del territorio anexionado por Moscú desde hace tres años, los aliados europeos de Kiev siguen convencidos de que se puede torcer el brazo militarmente al Kremlin.  

Por eso desconfían de las negociaciones que está llevando a cabo EEUU con Rusia, pues ratificarían las anexiones rusas, y apuestan por gastar miles de millones de euros en el envío de armas al frente aunque de momento hayan dado pocos frutos. Es en este contexto en el que Europa ha decidido pasar nuevas líneas rojas en su confrontación con Rusia.

Además, este apoyo a Ucrania está sirviendo a Bruselas para lanzar un pulso a Washington y llevar al terreno geopolítico la pugna que mantienen europeos y estadounidenses por la cruzada arancelaria de Trump. Los países de la UE tienen mucho que perder con esta ofensiva de tasas de EEUU, pero al menos pueden poner muy nerviosa a la Casa Blanca con su furibunda política exterior antirrusa cuando lo que quiere Trump es concentrar sus esfuerzos en China e Irán.

Asfixiar a Rusia con nuevas sanciones

Esta semana, la UE confirmó que multiplicará sus esfuerzos para sancionar a Moscú. Uno de los más implacables enemigos que tiene Rusia en Europa, el ministro de Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, reclamó este lunes “las sanciones más duras contra Rusia, para asfixiar su economía e impedirle alimentar su esfuerzo de guerra”.

Con una similar posición se manifestó la alta representante para la Política Exterior de la UE, Kaja Kallas, quien, tras participar en un Consejo de Ministros de Exteriores de la Unión, afirmó que es necesario “ejercer la presión, la máxima presión, sobre Rusia, para que realmente ponga fin a esta guerra, porque hacen falta dos para querer la paz”.

El problema en este conflicto es que nadie parece querer la paz, salvo Trump, aunque en este caso sus razones son tan oportunistas como las del resto, con su plan para apoderarse de la mitad de los recursos energéticos y minerales estratégicos de Ucrania en cuanto se firme la paz o con su interés en la reconstrucción de la arquitectura de seguridad europea al concluir la guerra, con más compras al complejo armamentístico estadounidense.

Este rearme de una Europa deseosa de participar en los pingües beneficios de las industrias armamentísticas necesita de un enemigo exterior “permanente” y ninguno mejor que Rusia. El miedo a los rusos es uno de los argumentos enarbolados por los 27 para “animar” a los ciudadanos europeos a acatar ese multimillonario esfuerzo en defensa y seguridad, a costa de los beneficios sociales, la sanidad, las pensiones y otras partidas del sistema de bienestar construido durante décadas en el viejo continente.

Nadie quiere una tregua

Si los europeos no están por la negociación de un armisticio del que además han sido excluidos por Trump, menos lo está el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. El líder ucraniano se encuentra entre la espada y la pared: mientras trata de impedir que su país sea derrotado por Rusia, intenta a la vez conseguir más armas para resistir, aconsejado por los lobbies belicistas de Bruselas, y, a la par, almacenar el mayor volumen posible de armamento para que, cuando se firme la paz, Ucrania tenga mucho que decir en la nueva Europa de postguerra.

Tampoco tiene prisas en alcanzar un acuerdo de paz Rusia, al menos hasta que consolide todas sus conquistas y termine de ocupar esas partes de las cuatro regiones ucranianas ya anexionadas y que considera imprescindibles para su propia seguridad.

Mientras refuerzan sus posiciones bélicas, tanto Rusia como Ucrania hacen el paripé sobre su cumplimiento supuesto de la tregua de un mes bajo la égida de EEUU que prohibió el ataque a las infraestructuras energéticas del enemigo y cuyo plazo terminaba este miércoles. En realidad, ninguno de los contendientes respetó mínimamente este alto fuego.

Los ucranianos afirman que los rusos violaron tal tregua al menos en treinta ocasiones. Moscú señala que quienes han violado reiteradamente el acuerdo, que entró en vigor el 18 de marzo, han sido los ucranianos. Este mismo miércoles, el Ministerio de Defensa ruso acusó al ejército de Ucrania de dejar a más de 20.000 personas sin electricidad en la región de Bélgorod. También denunció sendos ataques con drones a instalaciones energéticas rusas en las regiones fronterizas de Briansk y Kursk.

Los deseados Patriots que nadie da ya a Kiev

En esta situación peliaguda, en las que los rusos han aumentado sus ataques a objetivos militares ucranianos localizados en núcleos de población, sin que muestren ya pudor alguno en causar víctimas civiles con sus misiles balísticos, Zelenski ha pedido a EEUU la venta de sistemas antimisiles Patriot, que antes le suministraban el propio Pentágono y sus aliados europeos, pero que ahora ni unos ni otros parecen tener deseos de entregar gratis.

Tal intención de adquirir esos eficaces sistemas antiaéreos, los únicos capaces de derribar los misiles Iskander rusos, fue formulada el pasado fin de semana en una entrevista que dio Zelenski a la cadena de televisión CBS y reiterada el martes al secretario general de la OTAN, Mark Rutte. La idea de Zelenski es comprar por 15.000 millones de dólares una decena de sistemas Patriot, con los que se habrían evitado ataques como los realizados en los últimos días contra las localidades ucranianas de Krivói Rog y Sumi, y que se saldaron con más de medio centenar de civiles asesinados por los misiles balísticos rusos.

Trump, quien no simpatiza con Zelenski, arremetió contra el presidente ucraniano el lunes y le pintó como un pedigüeño que “siempre está buscando misiles”. El mandatario estadounidense dejó entrever que su país no está ya dispuesto a entregar ese tipo de armamento. “No se empieza una guerra contra alguien veinte veces más grande y luego se espera a que la gente te dé misiles”, le indicó, acusando incluso a Zelenski de haber comenzado la guerra contra Rusia.

Este tipo de sistemas antimisiles es una de las armas más eficaces empleadas por Ucrania para frenar los ataques contra ciudades e infraestructuras. Sin embargo, su elevado coste y la escasez de unidades lo convierten en la joya de la corona de los suministros de armas occidentales.

El supermisil Taurus

Como lo es también el misil de largo alcance alemán Taurus, que hasta ahora Berlín se había negado a entregar a Ucrania, pero que puede convertirse en un contrapeso suficientemente poderoso como para alargar más la guerra y ocasionar daños sustanciales en Rusia, sobre todo contra objetivos militares y civiles muy alejados de la frontera ucraniana.

El que será con probabilidad nuevo canciller alemán, el democristiano Friedrich Merz, reiteró este semana su intención de enviar estos misiles Taurus de largo radio a Ucrania en cuanto jure su cargo a principios de mayo.

Merz también sugirió que estos misiles podrían ser empleados por Kiev para “destruir la principal comunicación terrestre entre Rusia y Crimea“, la península ucraniana anexionada por Moscú en 2014. Ello permitiría, agregó el político germano, cortar el suministro a las tropas rusas desplegadas en el sur ocupado de Ucrania.

Se refería Merz a la destrucción del puente de Kerch, que sufrió ya dos ataques en el curso de la guerra. “Ucrania tiene que estar en condiciones de destruir la comunicación más importante entre Rusia y Crimea porque en Crimea tiene el ejército ruso buena parte de sus reservas“, dijo el político alemán. Ello llevaría a Ucrania a retomar la iniciativa bélica, añadió.

Los Taurus, con alcance de 500 kilómetros, son superiores en radio de acción a los ATACMS estadounidenses, los Storm Shadow británicos y los Scalp franceses, de los que ya dispone Ucrania, además del permiso de utilizarlos contra territorio ruso.

En plena campaña electoral, Merz amenazó con enviar los Taurus a Ucrania en caso de que Moscú no accediera a detener sus ataques en cuanto asumiera el poder, en principio el 6 de mayo. El aún canciller alemán, Olaf Scholz, había rechazado el suministro de este tipo de misiles a Ucrania para evitar una confrontación directa con Rusia.

Pero tras la llegada de Trump al poder y su acercamiento a Rusia, los aliados europeos de Ucrania parecen ya desbocados. La andanada comercial lanzada por Trump y la obligación de aceptar alzas hasta ahora impensables en los aranceles a los productos europeos, mientras se negocian muchas otras, han terminado de quebrar los nervios en Europa. Los antaño influyentes países europeos ven menguar su influencia a nivel mundial ante estadounidenses, rusos y chinos, y han hecho de Ucrania su último bastión de resistencia ante el nuevo sistema geopolítico mundial propugnado por Trump.

La respuesta rusa a la amenaza de Merz fue contundente. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, vaticinó “una mayor escalada de la situación sobre Ucrania” que alargará la guerra.

Tropas danesas a Ucrania para aprender de la guerra

Dentro de estas apuestas europeas a favor de una mayor implicación en la guerra de Ucrania destaca la ahora formulada por Dinamarca, uno de los países que se ha significado más en el apoyo a Kiev. Este miércoles, el comandante en jefe del ejército de tierra danés, general Peter Boysen, anunció que Copenhague planea despachar a partir del verano un contingente militar a Ucrania para que aprendan técnicas de combate en un país en guerra.

El militar indicó que los soldados daneses, cuyo número no precisó, “no van a participar activamente en la guerra”, sino que “van a aprender de las experiencias” de las tropas ucranianas.

Boysen no dio importancia a la certeza de que los soldados daneses se conviertan en objetivo de los rusos, como ya ha advertido Moscú ante los tanteos realizados por británicos y franceses para enviar tropas a Ucrania como asesores o como fuerzas de disuasión en caso de alto el fuego. No sería este el caso, pues el despacho de las tropas danesas sería en medio de la guerra actual.

“Si se produjera un ataque con misiles, los ucranianos disponen de buenos sistemas de alarma y buenos refugios. Yo mismo he pasado tiempo en algunos en Kiev“, argumentó, ufano, el general danés.

Información adicional

Autor/a: Juan Antonio Sanz
País:
Región: Europa
Fuente: Público

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