Vélez y Socorro. Algodón, tejidos y comercio
La otra región sustancial en la conformación del país de regiones que aún es Colombia, se constituye en el territorio de los indios Guanes, hacia el norte de Tunja, integrando el territorio que se conoció como la provincia de Vélez, y dentro de ella su ciudad fundamental, el Socorro. Los Guanes, culturalmente cercanos a los muiscas, con cuyos asentamientos colindaban, se caracterizaron por ser tradicionales tejedores. Sembraban algodón, el mismo que procesaban, y del cual se valían para sus artes, las cuales intercambiaban con sus vecinos muiscas.
Al caer bajo el imperio español, sirvieron por un corto periodo a los encomenderos, quienes los obligaron a la siembra del mismo algodón y de la caña de azúcar, al tiempo, pretendieron que funcionaran –bajo la mita–, surtiendo con sus tejidos a los mestizos de las provincias meridionales. Una pretensión que duró poco, ya que la población disminuyó rapidamente. La conformación quebrada de su territorio impidió a los españoles imponer la ganadería extensiva, a pesar incluso, de incorporar a la zona alguna mano de obra esclava, que terminó dedicada al sembrado de tabaco y caña de azúcar. En estas condiciones y caracteristícas, y ante la extinción de la mano de obra servil, el blanco se vio obligado a cultivar directamente la tierra. Estas herencias de los indígenas serán fundamentales en la conformación final de la región.
Por un lado, toma forma un amplio mestizaje, en lo fundamental entre blancos y descendientes de indios, con alguna proporción de sangre africana; por otro, se desarrolla el tejer como vocación de sus habitantes, tejiendo lienzos, mantas, mantelería, bayetas, para surtir a toda la Nueva Granada. Pero demás, recogen el sembrado de la caña de azúcar y del tábaco, a pesar del monopolio de la Corona y de la constante persecusión de las autoridades del Virreinato.
De esta manera, surge y se multiplica en la región una clase media, con soporte en la propiedad de pequeñas y medianas extensiones de tierra, la mjsma que trabaja con sus propias manos.
Los hilos con valor. Al mismo tiempo, en casi todas sus casas se abre un pequeño taller en el cual se hila, labor de la cual perciben algún ingreso. Así, con base en la artesanía textil y la ausencia de grandes haciendas, donde el “señor” fuera el eje de la cotidianidad de sus gentes, se transforma en un basto taller de pequeños empresarios, “…hasta el punto que las gentes más pobres, a falta de moneda utilizaban en sus tratos y comercio el ‘hilo gordo’ o ‘hilo delgado’ de algodón, como medio de cambio normal y generalizado”. (25). Su labor llega a ser tan intensa que desde allí se abasteció casi enteramente el Nuevo Reino de géneros textiles populares.
Maracaibo. El tejedor, la hilandera y el labrador. Según la memoria de los visitadores españoles, en la región “…se ve mayor número de gentes repartidas en pequeñas heredades, cuya propiedad les pertenece, la cultivan con el mayor interés. La verdadera mina de estas gentes es el tejedor, la hilandera y el labrador”. (26) Esta realidad, unida a la circunstancia de ser un punto de paso que comunica a Santa Fe y a Quito con el golfo de Maracaibo, natural entrada geográfica del Nuevo Reino, alentó en sus pobladores una vocación comercial que proyectaría a este pequeña ciudad, en el siglo XVIII, como un lugar importante de la Nueva Granada, y a su gente como sujetos fundamentales de esta época.
Esta potencial labor, dependiente más de la actividad y habilidad individual que de la acumulación de inversión, tuvo su auge hasta cuando entraron las máquinas al sector de los textiles, requiriendo grandes inversiones para el montaje de talleres, momento en el cual la habilidad individual ya no pesa tanto. Entonces, la industria artesanal local pierde su potencial. Sin embargo, y antes que esto sucediera, los artesanos toman gran fuerza.
Su forma básica de asociación y relación es el pequeño vecindario urbano, considerado en su dimensión social, es decir “el común”, “la república…”, luego asumido como el municipio. Allí, alrededor de la plaza pública, se vive con toda intensidad el comercio y el debate de ideas.
En ese ejercicio de la “cosa pública”, estos pequeños propietarios, todos mestizos, comerciantes, se hacen valer como la autoridad real. Los grandes propietarios, también los hay, no logran imponer su voluntad. Son esos comerciantes, los que luego veremos convertidos en capitanes consuetudinarios de la gente socorrana, que marca huella hasta nuestros días.
Nueva Granada, Quito y Caracas, entre monopolios e impuestos
En estas circunstancias, con una población que vive en medio del sopor de la autoridad tradicional de los “señores” y clérigos españoles, con una economía cuyo fundamental soporte es la explotación de minerales preciosos; toma forma y gana importancia para el imperio español el Virreinato de la Nueva Granada, integrando a la Real Audidencia de Quito y la Capitanía de Caracas dentro de su inmenso territorio.
Allí, en sus principales ciudades –Santa Fe, Popayán, Caracas Tunja, Quito– se asientan las familias terratenientes y comerciantes, que envían a sus descendientes a estudiar a España, formándolos en Derecho, Teología, en las artes militares, o como comerciantes.
En estos centro urbanos, con el paso de los años, sus letrados apropian los ecos que llegan de otros sitios de Europa. Continente donde el rugido de las máquinas quiebra la modorra de la tradición, y la realización de negocios con otras capitales. Una influencia que cuaja las primeras manifestaciones de incipiente identidad –sentido de lo propio y necesidad de independencia– que luego sería motor del reclamo de igualdad como ciudadanos e hijos de España.
Esa sociedad, del traje señorial y las sotanas, del toque de campanas a las 12m para rezar el angelus, vive y se soporta con base en la monoexportación de metales preciosos y la monoimportación de manufacturas europeas. Parte de esto, lo precisó el Virrey Espeleta, quien calculó que para el decenio 1784-1793, las exportaciones realizadas por el puerto de Cartagena ascendían a “…21.052.594 (de las cuales) los frutos solo valían 1.843.559 de pesos. El resto era oro”. (27)
La Guajira y sus wayúus. Esta economía, férreamente controlada por las normas y tropas invasoras, que marcaba todo con un impuesto, se fue resquebrajando por la dinámica del día a día. Por las costas de la Guajira –con recorridos hasta Santa Marta– por los caminos que sólo ellos conocían, los indios traficaban mercaderías con los barcos ingleses y holandeses que llegaban con burla de la custodía española. Se llevaban el palo de Brasil, las perlas y otras riquezas locales, y dejaban armas, manufacturas, además de las ideas que propugnaban por igualdad, libertad, sobeanía, fraternidad.
El imperio y el fisco asfixian. Sobre ese control impositivo del Imperio, que todo lo axfisiaba, liquidando la germinal industria local, Don Salvador Camacho Roldán dibujaba en forma brillante que “(…)el fisco iniciaba la persecución del hombre a partir del bautismo, le seguía en el matrimonio, e inclusive después de su fallecimiento, a través del cobro de ciertos derechos”. En otra ocasión ampliaba: “Todo está gravado el capital y la gente, la industria y el suelo, la vida y la muerte, el pan y el hambre, la alegría y la fiesta. Mostruoso multiforme, verdadero Proteo, el Fisco lo invade todo, en todas partes se encuentra, y ora toma la forma enruanada del guarda de aguardiente, el rostro colérico del asentista, el tono grosero del cobrador de peaje, la sucia sotana del cura avaro, los anteojos del escribano, la figura impasible del alcalde armado de vara, la insolencia brutal del rematador de diezmo, o la cara aritmética del administrador de aduana” (28).
El interés colectivo
Por y contra esta realidad de ojos vigilantes, de oídos atentos, de guardia en toda esquina, de grilletes que amarran e impiden, germinan y se proyectan sentimientos y energías de rebeldía. Para agosto de 1765 en Quito se levantan los habitantes de sus barrios populares en contra de los estancos. En la actual Colombia, aunque sin el poder de las familias más acaudaladas, y demostrando mayor identidad o sentido de clase, los pequeños y medianos comerciantes, ahogados por el monopolio y los impuestos, se les adelantarían en las exigencias ante la Corona, y llegarían a levantar en armas a no menos de 20.000 “Comunes”, extendiendo una demanda precursora por la abolición de la esclavitud, como también por el desconocimiento de la autoridad Real, es decir, cuestionar el Imperio.
Napoleón juega. Los mantuanos y pardos criollos tarde despiertan. Solo con la invasión a España por parte del ejército napoleónico, y la renuncia al trono del Rey Carlos V con posterior coronación de Fernando VII, las élites locales descendientes de encomenderos y señores esclavistas, pero también de grandes comerciantes- sentirían el espacio propicio para reclamar la conformación de una Junta de Gobierno.
José María Carbonell. El malestar no sólo era en Santa Fe, el ambiente político hervía por toda la región. En Chuquisaca –actual Bolivia– el levantamiento fue el … de 1809. En Quito ocurrió el 10 de agosto de 1809. En la actual Bogotá habría que esperar el inicial e insípido grito de independencia, fruto de una temerosa conspiración, hasta el 20 de julio de 1810. Fue la acción valerosa, persistente y tenáz de Jose María Carbonell la que impidió que fracasara esa acción calculada, sin ánimo de independencia y sin sentido de pueblo de los ricos de entonces.
Pero esta bella gesta corresponde al próximo suplemento.
1 Guillén Martínez, Fernando, Raíz y futuro de la revolución, Tercer Mundo, 1963, p. 93.
2 ibíd, p. 94
3 ídem.
4 ídem.
5 Rodríguez, Jorge, La casa tomada, capítulo III, mimeógrafo.
6 ídem
7 Tirado Mejía, Álvaro, Introducción a la historia económica de Colombia, p. 25.
8 Guillén Martínez, Fernández, El poder político en Colombia, editorial Punta de Lanza, Bogotá 1979, pp. 117-118
9 La casa tomada, op. cit.
10 Colmenares, Germán. Historia Económica y Social de Colombia 1537-1719, Tomo I, TM Editores, p.91.
11 Guillén Martínez, El poder político, p. 107.
12 ibíd., p. 120
13 ibíd., p. 132
14 ibíd., p. 135 -140.
15 La casa tomada, op. cit.
16 Guillén Martínez, El poder político, p. 141.
17 ibíd., p.. 130
18 ibíd., p.. 111
19 Fals Borda, Orlando, Historia de la Cuestión Agraria en Colombia, Carlos Valencia Editores, p. 57.
20 ibíd., Guillén Martínez, El poder político, p.168
21 ibíd., p. 177.
22 ibíd., p. 179.
23 ibíd., p. 183.
24 ibíd., p. 187.
25 ibíd., p. 197.
26 ibíd., p. 198.
27 Rodríguez Acosta, Hugo, Elementos críticos para una nueva interpretación de la historia colombiana, p. 32.
28 ibíd., p. 36.
Ecos de la revolución industrial
Orígenes del sistema métrico decimal
Siglo XVIII. Trasladémonos a Francia en 1789, a tiempos de la Revolución Francesa, cuando la ciencia gana terreno, y la tradición y la metafísica ceden. En aquel entonces, Lavoisier dijo: “Nada más grande y más sublime ha salido de las manos del hombre que el sistema métrico decimal”. La producción burguesa –con su necesidad de mercado y de pretensión de universalización o globalización– demanda mejores instrumentos y una unificación de conceptos, medidas y sistemas, para facilitar así, entre otros, los procesos de intercambio, medición, proyección, peso. Años antes, el 2 de septiembre de 1972, también se modificó el calendario. El poder británico, decretó que al otro día del 2 de septiembre la fecha no sería 3, sino 14. Al respecto, fueron los egipcios quienes mediante bases naturales y sólo de observación práctica, como el promedio de los intervalos entre las sucesivas inundaciones del río Nilo, adoptaron un calendario de diez meses con treinta días cada uno, y cinco días adicionales al final para sumar 365.
Con marcas por milímetro: metálico, de tela, plástico o de madera. Si bien hace 200 años, la palabra metro no tenía significado, hoy, con sus unidades y referencias, aparecen como un avance común o de poco significado. Las vemos paso a paso y desde que tenemos conciencia. En ese ayer, con dificultad para los intercambios comerciales, cada país o región contaba con sus sistemas de medición y de peso.
La primera adopción oficial del sistema métrico decimal ocurrió en Francia en 1791. La Revolución Francesa con su ideología oficial de la razón pura, facilitó el cambio y propuso como unidad esencial el metro (en griego, medida). A la vez, el metro sirve como unidad de medida para definir otras magnitudes de la materia, básicas como la densidad y el volumen. De su creación se derivó el Sistema Internacional de Medidas. Y fue hace un poco más de dos siglos, cuando se implantó un sistema de medición por la Primera Conferencia General de Pesos y Medidas (París, 1889), en busca de definir un sistema único para el mundo.
El sistema métrico decimal o sistema métrico deriva su nombre del metro lineal como medida, con un factor o divisor de 10 que relacionan entre si sus múltiplos y submúltiplos. Hoy, aproximadamente, el 95 por ciento de la población mundial vive en países que usan el sistema métrico y sus derivados.
¿Cómo se desarrolló el sistema métrico decimal?
Un meridiano de la tierra tuvo que ver. Todo empezó en 1790, cuando Talleyrand hizo una proposición revolucionaria ante la Asamblea Nacional Francesa: presentó un nuevo sistema metrológico, con un patrón fundado en la naturaleza, como medida universal; para ser aceptado por todas las naciones. En busca de la universalización de la medida metro, se decide que tal medida básica se extraiga de la naturaleza, herencia común de la humanidad. Sólo una medida así procedente podía ser eterna y fácilmente reconstruible, si su representación física se deterioraba. Entonces, se decidió medir el metro a partir del meridiano terrestre. Una medición que lo convertiría en eterno, deducido de un visible universal y duradero como la Tierra.
Se definió al metro, como la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre. Su patrón se reprodujo en una barra de platino irradiado, cuyo original se depositó en París y se hicieron copias para cada uno de los 20 países firmantes del acuerdo.
Por entonces, la definición del sistema métrico decimal para medir longitudes y distancias, superficies y volúmenes, partía de las propiedades de objetos de la naturaleza, el tamaño de la Tierra y la densidad del agua, y de relaciones sencillas entre una y otra unidad. Para determinar con la mayor precisión el tamaño de la Tierra, durante varios años, se enviaron equipos para medir la longitud del arco de un meridiano terrestre tan largo como fuera posible. Pero, ¿qué es un meridiano?
Los meridianos son los círculos máximos de la esfera terrestre que pasan por los polos. Son líneas imaginarias, para determinar la hora, el año y otros elementos geofísicos. Por extensión, son también los círculos máximos que pasan por los polos de cualquier esfera o esferoide de referencia.
El meridiano 45 de Dunkerque a Barcelona. Luego de escoger como referencia de longitud la cuarta parte de la curva de un meridiano terrestre, y ante la imposibilidad de medir un meridiano desde el polo norte al ecuador, la solución era medir un trozo y calcular matemáticamente el valor del total. Se requería elegir adecuadamente cuál de los meridianos medir. Los académicos franceses pretendían evitar cualquier decisión arbitraria.
- El arco elegido, debía abarcar al menos 10º de latitud, para poder extrapolarlo al completo de la Tierra.
- Escogido en medio del polo y el ecuador, el arco tenía que extenderse a ambos lados del paralelo 45, para evitar cualquier excentricidad de la forma terráquea.
- Los puntos extremos del arco debían estar al nivel del mar, que es el natural de la figura de la Tierra.
- El meridiano debía estar en una zona bien cartografiada para agilizar la medición.

Con estas condiciones, sólo existía un meridiano: el de Dunkerque a Barcelona, cerca del mar del Norte, pasando por París.
El 30 de marzo de 1791, Luis XVI encargó a los topógrafos Pierre-François-André Méchain y Jean-Baptiste Joseph Delambre para la medición del meridiano.
Los sabios se repartieron el trabajo: Delambre tomó la parte del Norte, de Dunkerque a Rodez, y el resto, hasta Barcelona, se le designó a Méchain. Durante seis meses, se hicieron los trabajos necesarios para determinar matemáticamente, la longitud de la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano de París, el metro, y los patrones de capacidad, un decímetro cúbico o litro, y peso, el de un decímetro cúbico de agua destilada, el kilogramo. La técnica por utilizar con respecto al metro, sería la triangulación geodésica. Se trazaría una cadena de triángulos, cuyos vértices serían montañas situadas a lo largo del meridiano, y se calcularían sus dimensiones a partir de la medición de dos “bases” o longitudes de entre 6 y 10 kilómetros, determinadas sobre la medida del patrón más perfecto que existía en Francia: la toesa.
Se decidiría cuáles cimas serían los vértices de los triángulos. Subir a las cimas de las montañas y medir desde allí los ángulos que formaban las cimas vecinas, fue necesario. Por más de ocho años (1792-1799), con los medios técnicos de la época, ayudados por ciudadanos ilustrados que se sumaban entusiastas al proyecto, haciendo las triangulaciones; los científicos recorrieron en línea recta, sobre el meridiano de París, la distancia Dunkerque-Barcelona.
Napoleón y el metro. Finalmente, Méchain y Delambre se reunieron en Carcassona y juntos retornaron a París a fines de 1798, con los datos de las mediciones hechas entre Barcelona y Dunkerque. Sobre esta base, se concluyó que la longitud del cuarto meridiano medido era de 10 millones de metros, luego, matemáticamente se puede definir el metro como la diezmillonésima parte de la longitud del cuarto del meridiano terrestre, lo cual se puede observar en la siguiente expresión:
Luego de largos cálculos, se decidió que el metro mediría 3 pies de rey, 11 líneas y 296 milésimas de una línea. Una ley del 19 frimario del año 8 de la República Francesa (10 de diciembre de 1799), firmada por Napoleón Bonaparte, primer cónsul, lo establecía para siempre: “Para todos los pueblos y para todos los tiempos”. Había nacido el metro definitivo y el nuevo sistema métrico decimal.
El proceso culminó en la proclamación el 22 de junio de 1799 del sistema métrico, con la entrega a los archivos de la República, de los patrones del metro y el kilogramo, confeccionados en aleación de platino, presenciados por funcionarios del gobierno francés y de varios países invitados y renombrados sabios de la época.
En 1806, el mundo científico ya había asumido la lección de que la Tierra no es un elipsoide perfecto, que no todos los meridianos son iguales y que el metro legal era meramente una distancia entre dos puntos.
Las mejoras posteriores de los sistemas de medición del tamaño de la Tierra y de las propiedades del agua mostraron discrepancias con los patrones.
La Revolución Industrial estaba en camino. La normalización de piezas mecánicas, tornillos y tuercas era de la mayor importancia y dependían de su medición precisa. Aunque las discrepancias quedaran enmascaradas en las tolerancias de fabricación de entonces, cambiar los patrones de medida para ajustarse a las nuevas mediciones hubiera sido impráctico, en particular cuando mejores instrumentos hallarían nuevos valores cada vez más precisos. De este modo, se decidió romper con la relación entre los patrones y sus fuentes naturales, de modo que los patrones en sí se tornaron la base del sistema y permanecieron como tales hasta 1960, cuando el metro fue otra vez redefinido en función de propiedades físicas, y luego, en 1983, la Conferencia General de Pesos y Medidas de París hace una nueva definición del metro como la distancia recorrida por la luz en vacío durante 1/299.792.458 segundo, esto de la siguiente forma:
velocidad de la luz en el vacío=299792458 m/s
Luego, para evaluar qué distancia recorre la luz en 1/299.792.458 segundo, se utiliza la siguiente fórmula:
distancia = velocidad x tiempo
Reemplazando con tiempo equivalente a 1/299.792.458 segundo, tenemos que:
Así, el metro recobró su relación con un fenómeno natural, esta vez realmente inmutable y universal. En un proceso que sería similar en el paso del arqueológico reloj de sol al tecnológico, hubo un paso el 1 de enero de 1925 cuando se hizo coincidir el día astronómico con el civil.
http://wapedia.mobi/es/Sistema_métrico_decimal
http://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_métrico_decimal
http://www.sierraengarceran.es/files/El sistema métrico decimal y la medición del arco del meridiano_0.pdf
http://centros4.pntic.mec.es/ies.zurbaran/REPERCUTEC/Actividades/Medidas/Historia_de_la_medida.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Meridiano
http://es.wikipedia.org/wiki/Geodesia
http://es.wikipedia.org/wiki/Triangulación
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